Decidimos dar 50 pasos y descansar un minuto. 50 pasos y descansar otro minutos. Seguimos así por varias horas hasta sobrepasar las últimas grietas visibles. Gracias al trabajo en equipo, por fin alcanzamos un hermoso collado entre los montes Shinn y algunas otras montañas, parte del macizo Vinson.. Allí montamos nuestro nuevo campamento, Cerca de las diez de la noche estábamos listos para dormir aunque el frío en el interior de la tienda era terrible: pese a la cocineta encendida, estábamos a -25º C. ¡Brrr!
Sábado 9 de diciembre
La actividad empezó cerca del mediodía porque como ocurrió en los últimos días, era cuando menos frío hacía. Al salir de la tienda el cielo estaba despejado, sin viento fuerte y poca nubosidad. En mi mochila puse algo de equipo extra de protección para el intenso frío que probablemente encontraríamos en la cima, cámaras fotográfica y de video, un termo de agua caliente y dulces. Finalmente coloqué sobre mis hombros la mochila junto con todo mi entusiasmo, energía física, concentración y decisión de alcanzar hoy esta ansiada cumbre.
Me sentía ansioso, nervioso e inquieto por lo que sucedería esa tarde, porque hoy era el día. No había mañana. Las condiciones climáticas no podían ser mejores, no sabíamos cuánto duraría este milagroso buen tiempo. Vamos por el objetivo de esta dura expedición: la cumbre del macizo Vinson, el techo de continente antártico.
Salimos junto con mi querido amigo y compañero de montaña Joby Ogwyn a las 12:30 p.m.; una hora antes habían salido Alex Harris y Gilad Stern de Sudáfrica, al rato también saldrían los franceses Dominik Grabinski y Bruno Beauvais, a quienes conocimos en la ruta. No sabíamos de ellos, así que fue una grata sorpresa encontrar más compañía en el transcurso de la expedición.
Inicié mi escalada a un paso tranquilo, pero constante. Joby iba un poco más rápido que yo. Tuve problemas con mis lentes oscuros de glaciar porque se me empañaban, así que me los quité. Para evitar la ceguera temporal que pueden producir los rayos del sol sobre la nieve, me puse mis goles para esquiar. Con ellos vi mejor u no se empañaban tan fácilmente.
El ascenso en esta etapa fue gradual a través del glaciar de Branscomb. Primero encontramos una fuerte rampa de hielo. Luego, una imponente pirámide nevada. Entonces creímos que habíamos llegado a la cumbre. Pero cuán equivocados estábamos: era una de las ocho cumbres de este enorme macizo montañoso. Seguimos escalando. Pasaban las horas. Dos, tres. Encontramos diferentes rampas de hielo azul, ocasionalmente nos sacudían fuertes ventarrones acompañados de gélidas temperaturas. Finalmente nos acercamos a la pirámide de roca y hielo donde estaba la ansiada cumbre antártica. Estaba emocionado... otra vez.