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Montañismo y Exploración
Monte Vinson: máxima cumbre de la Antártida
16 junio 2007

El Monte Vinson es el más alto del continente Antártico y su mayor dificultad no consiste en los 4,897 metros que tiene sobre el nivel del mar sino cómo llegar. A sólo 415 kilómetros del Polo sur, su acceso es bastante complicado. Y el ascenso resulta ser a una montaña de cristal.







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El jueves 7 de diciembre nos levantamos como a las once de la mañana, pues habíamos pasado una “noche” muy fría y la mañana seguía así, por eso decidimos empezar a movernos hasta que los rayos solares tocaran la tienda de campaña. El plan era avanzar lo más posible y si el clima lo permitía, montar otro campamento lo más cerca del objetivo.


La Antártida


Llevábamos un paso constante, pero más lento que el día anterior. A nuestra derecha aparecieron gigantescas rampas de roca y hielo; a nuestra izquierda, la inmensidad de este glaciar. Le calculé poco más de un kilómetro. Era majestuoso. Algo que se hizo frecuente en esta ruta fueron las grietas de todas dimensiones y profundidades. Me sentía muy pequeño ante tal grandeza. Caminamos por cinco horas de manera continua, hasta que encontramos un lugar para acampar a una altura de 3,000 metros y le bautizamos Campamento de altura II.


Con la ayuda de palas y una pequeña sierra cortamos bloques de hielo y cavamos un agujero donde colocamos nuestra tienda de campaña, así estaría protegida de los fuertes vientos que aquí suelen azotar. Desde nuestro campamento podíamos apreciar y estudiar las empinadas paredes de hielo por donde debíamos caminar al día siguiente. Éramos cuatro almas solitarias en ese desolado lugar.


El viernes 8 de diciembre encontramos el famoso ramal de la cordillera Ellsworth, donde se encuentran las cumbres más altas del continente antártico, llamada Sentinel Range. Esa mañana nos levantamos cerca del mediodía (hora de Chile), levantamos la tienda y dejamos algunas cosas enterradas en la nieve (comida, una cuerda de 50 metros y tornillos para hielo que utilizaríamos al regreso). De esta forma avanzaríamos más ligeros en estas empinadas paredes.


La Antártida


Salimos pasadas las dos de la tarde, siempre recorriendo el glaciar Branscomb cuesta arriba. Era como caminar en un enorme río caudaloso, pero completamente congelado y seco. Pasaos horas bordeando una de las impresionantes paredes de hielo. Por fortuna, sólo tuvimos una brisa ligera, si hubiera habido viento fuerte, habría sido imposible pasar debido al excesivo frío. Después vino una pared de unos 400 metros. Inicialmente nos metimos en una zona de hielo azul sólido, desde donde podíamos ver la caída de enormes bloques de hielo, pasamos lo más rápido posible y así evitamos quedar atrapados por alguno de esos inestables bloques de hielo. Luego encontramos una fuerte pendiente, una especie de rampa de hielo, acompañada de profundas grietas, la cual nos llevó dos horas cruzar. Superado el obstáculo, me sentí muy cansado, especialmente por la tensión del momento y el peso de la mochila.


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