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Montañismo y Exploración
Monte Vinson: máxima cumbre de la Antártida
16 junio 2007

El Monte Vinson es el más alto del continente Antártico y su mayor dificultad no consiste en los 4,897 metros que tiene sobre el nivel del mar sino cómo llegar. A sólo 415 kilómetros del Polo sur, su acceso es bastante complicado. Y el ascenso resulta ser a una montaña de cristal.







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El vuelo duró ocho horas y media. Durante ese tiempo volamos 7 mil km sobre el Océano Pacífico del sur, luego parte del mar Antártico y finalmente, una buena porción de horas sobre el blanco y solitario continente de la Antártida. Un poco tullido e incómodo, pensaba que era sobrecogedor dejar Puntarenas. Es la parte más meridional de toda América. Es literalmente su “sótano” y aquel sitio que dejábamos atrás resultaba, apenas, el punto de partida hacia mi destino en esa zona en la Antártida.


La Antártida


Finalmente, el gigantesco avión aterrizó dando saltos bruscos sobre el filoso y traicionero hielo. Sobre esta superficie no pueden utilizar ninguno de los sistemas de freno tradicionales, porque esto ocasionaría el bloqueo de sus llantas, lo que a su vez provocaría que se deslizara de forma descontrolada, con el consiguiente riesgo de estrellarse. Por eso, al momento de aterrizar, el capitán debe reconocer la velocidad del viento en contra y poner en reversa la marcha de los motores. Al mismo tiempo, y sin importar si se es creyente o no, se le pide a Dios y al viento que detengan este avión antes de que se estrelle en alguna montaña de las que rodean la estación científica. Realmente, no es un vuelo apto para cardiacos.


Cuando terminamos de bajar toda la carga del avión, la tripulación lo reabasteció de combustible. Previo a despegar, se nos acercó el capitán y nos dijo:


“Recuerden que hoy es 29 de noviembre. Aquí no hay noche, sólo día (claridad total las 24 horas del día) y es muy fácil perder la noción del tiempo. Por favor, traten de saber siempre qué día es, porque regresaré por ustedes el 25 de enero de 2001, siempre y cuando el clima lo permita.”


La Antártida


Nos despedimos de nuestro compañeros de vuelo. Vimos cómo se alejaba el avión y luego despegaba, dejando atrás una gigantesca nube blanca de nieve y viento gélido. De inmediato empezamos a sentirnos solos. Pensar en mi familia y en lo que representaba mi sueño para ellos y para mí me ayudó a contrarrestar el sentimiento que me producía la experiencia de la infinita vastedad del horizonte y el tremendo silencio. Sabíamos que el grupo humano más cercano estaba a una distancia como de la ciudad de Guatemala a Buenos Aires, en Argentina.


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