En 1906, el doctor Frederick Cook y Edward Barril llegaban a la cumbre de la montaña más alta de América del Norte: el McKinley. Más tarde se supo que el ascenso al McKinley habís sido una farsa y eso se ponía al descubierto en 1908 por dos de sus compañeros que dudaron de la veracidad del relato.

Pero 1908 era otro gran año para Cook, quien había alcanzado la latitud 90 grados en el Polo Norte el 21 de abril, hace exactamente cien años. Le acompañaban un grupo de inuits. Después, los inuits dijeron que no habían ido muy lejos.

Con dos mentiras de semejante calibre, el doctor Frederick Cook, con un gran historial como explorador tras de sí, ponía fin a su propia carrera.

Que Cook haya alcanzado o no el Polo Norte sigue siendo un tema de disputa muy agudo, semejante al ascenso de Maestri al Cerro Torre en 1959. De ambos hay cada vez más datos de que no alcanzaron la meta que ellos mismos dicen haber alcanzado.

David Roberts señala que “Por su propia naturaleza, resulta difícil desenmascarar un fraude de exploración. Una placa, una bandera o un nombre grabado en una roca pueden probar que un explorador estuvo allí, pero la ausencia de tales elementos no puede, por sí misma, probar lo contrario.” (Grandes Engaños de la exploración, p.115)

El doctor Cook murió defendiendo su inocencia y su logro.

Sin embargo, la disputa continúa a un siglo de distancia.

David Roberts. Grandes engaños de la exploración. Ediciones Desnivel, Madrid. 2005. 240 páginas. ISBN: 84-96192-82-2