Un aspecto de un escalador tradicional es que él o ella tienen que ser experimentados y tener un fundamento espiritual. Tienen que saber cosas que no saben. Esto es absolutamente esencial. Ver a Ricardo Cassin es como ver a John Bachar. La presencia del hombre te abruma. Saben cosas que no saben. Están conectados con todo su entorno. No hay otra explicación para explicar lo que hacen. Cuando comenzamos a hacer el primer ascenso de la Salathé Wall, conocíamos mejor la pared que la mayoría de los escaladores modernos lo hacen hoy. Cuando comenzamos, conocíamos la roca mejor que el escalador moderno con sus números en un topo. Robbins sabía cosas que nosotros no sabíamos.

Ryan Frost en los comienzos de The Narrows, en la ruta Steck-Salathe, Yosemite.
Foto: Tom Frost.

Los regalos de la roca son como los de un buen matrimonio. Crecimiento, alegría, felicidad: todos vienen de la simple armonía de la mecánica del equipo.

El principal atributo de un escalador tradicional es el aprecio.

Mi lista de héroes comienza con Robbins. En aquellos días tempranos, él influenció fuertemente mi filosofía. Era un líder de la Época de Oro y en un nivel personal llego a ser un líder para mí. Me gustaba el por qué y cómo escalaba y disfruté escalar con él. ¡Las experiencias de toda una vida!

Otra heroína es, por supuesto, Joyce, mi esposa. Me gusta la manera cómo piensa y hace las cosas. Es una inspiración. Me ha enseñado cosas de la escalada y la vida que no pude haber conseguido de otra manera. Los chicos en Yosemite que se han reunido con ella saben de lo que estoy hablando.

Greg Mortenson y Abe Lincoln son héroes por mostrarnos que un hombre puede hacer la diferencia.

El Half Dome, visto desde un ángulo poco común.
Foto: Tom Frost

Mi hijo Ryan es un gran escalador. Luché durante 25 o 30 años de matrimonio, vida y negocio. Un día Ryan dijo: “Papá, vamos a escalar”. La mejor cosa que un hijo puede decir nunca a su padre. Hicimos una escalada para entrenar: Rosy Crucifixion en El Dorado. Ryan punteó. Fue airosa y más allá de mi límite de confort, pero sobreviví. Entonces nos dirigimos a Neptuno, empacamos todo en el Porsche y manejamos hasta Zion y luego Yosemite. Era 1997, uno de los mejores años que había tenido nunca. Tratamos de entrenarnos en esta o aquella pero fallamos. Finalmente decidimos “Vamos a comenzar por la Nariz”. Las cordadas estaban esperando en la base. Entonces comenzó a llover y, para nuestro asombro, teníamos a la Gran Pared sólo para nosotros. Suerte de principiantes. ¡Dulce!

No había escalado El Capitán durante 37 años y entonces lo escalaba con mi hijo, imbuyéndolo con La alta filosofía de la Época de Oro de viajar ligero, sin mucha agua o ropa (porque siempre es cálido). Después de cuatro días en la Nariz, con la lluvia comenzando en Stovelegs, la tormenta nos heló totalmente y mi hijo me informó: “En adelante, no tomaré consejos de los pioneros.”

Estuvimos tres meses en Yosemite e hicimos La Nariz, Lurking Fear, la Cara Oeste y North American Wall. ¡Qué deleite!

Tom Frost escalando La Nariz, en el Capitán (1997).
Foto: Ryan Frost

No puedes decirle a nadie que escale en cierto estilo. Nosotros ya estamos escalando en el mejor estilo que podemos. Pero las figuras son inspiradoras, como John Salathé lo fue para nosotros. No queríamos defraudarlo. Algunos ascensos son un desastre, otros, brillantes. Es todo un día de escalada.

La escalada es un juego interno. El compromiso es la realidad. No hay manera de evadir esto. Ir hacia arriba significa tener que enfrentarnos a nosotros mismos. Ese es el por qué hay tanto respeto en la comunidad del Campo 4: de formas que la persona media no puede entender.

El desarrollo del clavo Lost Arrow fue muy significativo para mí. Requerían  de una artesanía en el usuario para conseguir la mejor colocación y artesanía de nuestra parte para hacerlos. Los primeros fueron forjados a mano por Chouinard, yo mismo y otros. Aquellos clavos primarios eran hermosos pero ya no son hechos de esa manera.