Es una escalada muy diferente a lo que estoy acostumbrado: aquí me ocupo más de quitar la vegetación y piedras sueltas la roca, que de escalar; también busco la ruta más obvia y sencilla, mientras que cuando escalo deportivo me ocupo de buscar la mayor dificultad posible. Después de mucho tiempo, termino el primer largo que corre por unos slabs de granito con pocas opciones para proteger.
En realidad, es una sensación muy extraña: así es el aprendizaje. Enfrentarte a nuevas cosas, abrir tu mente y sentidos a los estímulos exteriores, y sacar de ellos el mayor provecho posible. A veces no me doy cuenta de cuándo sucede. Y en ocasiones es muy duro aprender, pero pienso que es de éstos momentos —los momentos difíciles— de los cuales saco mayor provecho. Por eso día con día me pongo objetivos, cada vez más duros y complicados. Lo único que quiero es seguir acumulando todo este aprendizaje. Quizá ésta es la razón por la que escalo.
Desde que terminé este primer largo, comencé a observar las fisuras que se encuentran arriba, y a trazar mentalmente posibles caminos, esto es lo más interesante de la apertura. No se ven sistemas de fisuras continuos y la roca parece algo podrida. Tendremos que ir uniendo pequeños sistemas de fisuras.
A partir de aquí, la pared se vuelve totalmente vertical y extraplomada por momentos. A Odín le tocó abrir el segundo largo, donde están las fisuras más lindas de la pared, y cruza por varios techos muy duros. En las secciones en las que la roca está muy podrida, tardó bastante pero aunque la mitad fue abierta en artificial, Odín cree que todo puede liberarse aunque, eso sí, sería muy fuerte. Esto me motivó mucho, pues quería intentarlo.
En la Quebrada de Ishinca las noches son muy frías: con temperaturas por debajo de los cero grados, las tiendas amanecen cubiertas de hielo. Había llegado solo a Perú pues Rodolfo y Odín ya llevaban una semana. Rodolfo había escalado el Alpamayo y se había enfermado, así que mientras nosotros escalábamos, él se recuperaba. Y fue por esto que nuestro plan original de ir a la Torre Parón a terminar de escalar la única ruta que tiene en su pared principal de más de 1,400 metros pero que no llega a la cumbre, sino a mitad, lo cambiamos para venir acá.