Aprovechando la oportunidad que nos ofrece Montañismo y Exploración al publicar este artículo, además de contaros nuestros trabajos en Perú, queremos hacer una reflexión para compartir con vosotros, una inquietud que a lo largo de estos años se ha convertido en uno de los motores de nuestro proyecto.

Cuando dimos nuestros primeros pasos en Perú en 1997, no pensábamos que nos “engancharía” de esta forma aquella loca idea que tuvimos por las faldas del Machupicchu. Esta idea se resume de forma breve, pues se trata de ayudar a los arqueólogos peruanos que realizan sus exploraciones en lugares de difícil acceso, como paredes y cavidades.

Al iniciar los trabajos de gestión, permisos, etc. del proyecto, el primer obstáculo con el que nos topamos fue explicar a las autoridades peruanas que éramos espeleólogos y cuál era la actividad que pretendíamos realizar. Posteriormente hubo que aclarar que teníamos la capacidad técnica para ayudarles y, por último, ganarnos su confianza, pues pretendíamos adentrarnos en su patrimonio cultural. 

En España la búsqueda de financiación, como no, también fue un reto (y lo sigue siendo año tras año). Había que convencer a las instituciones que nos podían apoyar a que, como espeleólogos, nuestras técnicas de progresión eran la herramienta adecuada para ayudar a los arqueólogos peruanos en sus investigaciones en lugares de difícil acceso.