Las quebradas de Bacís
10 febrero 2006
Internarse en la barranca de Bacís, en la Sierra de Durango, no es fácil. Las espinas y los saltos en las rocas para no caer al río logran que el llegar hasta las cuevas de los antiguos sea complejo. Pero más complejo se torna el mundo interior del explorador que llega hasta allá y descubre un poco de ese polvo.
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UNA NAVIDAD DIFERENTEEl 24 de Diciembre regresamos a Bacís, teníamos mucha expectativa para estas fechas desde que salimos. Además la expedición acababa oficialmente ese día pues Héctor tenía que regresar a México junto con cinco compañeros más, lo que dejaba un equipo de tres a continuar la exploración.
Así, estábamos más bien cabizbajos y deprimidos al recibir la Navidad en un pueblo muy lejos de casa, cansados de ocho días caminando y con una barranca atrás que nos dejó ver muy poco.
Teníamos que terminar la salida sabiendo que tendríamos que regresar. Después cenamos, (en un comedor) y pasamos lo demás de la velada tratando de despedirnos, unos de la sierra y otros de los compañeros.
UNA MESA REDONDA
Moverse con un grupo pequeño es muy diferente a hacerlo con uno numeroso. El grupo es ágil, más rápido, necesita menos recursos y además la necesidad de un líder es prácticamente nula si el grupo está suficientemente relacionado.
En nuestro caso, éramos tres: suficientes para ayudar a un compañero lesionado y aún movernos con bastante velocidad o en terreno complicado y por encima de todo estábamos en forma y nos conocíamos bien. Teníamos un grupo sin jerarquía y con bastante alcance; éramos Toño, Eddy y yo.
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