Las quebradas de Bacís
10 febrero 2006
Internarse en la barranca de Bacís, en la Sierra de Durango, no es fácil. Las espinas y los saltos en las rocas para no caer al río logran que el llegar hasta las cuevas de los antiguos sea complejo. Pero más complejo se torna el mundo interior del explorador que llega hasta allá y descubre un poco de ese polvo.
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NERÓNUbaldo era el juez de Bacís. Nerón, su mascota. Un perro tan impresionante que una vez, un vaquero, al verle acercarse con decisión disparó. A su impresión, Nerón en pie continuó… con una bala en la nariz de por vida.
TICHO
Una mañana un joven entró a la escuela donde dormíamos a platicar. Estaba muy interesado en nuestro objetivo y le costaba mucho trabajo creer que no buscáramos oro, pese a ello, luego de un rato se ofreció a llevarnos a una cueva que conocía.
Nosotros, desconfiados preguntamos para saber quién era.
—El lobo le dicen, es un buen muchacho —dijo doña Rosa, la esposa de don Faustino—. ¿Verdad compadre?
—Quién sabe comadre, ¿no ve cómo le rompió la quijada con un hacha a su compañero.
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