Pedro Nicolás (coordinador). Himalayismo español. Ediciones Desnivel, Madrid. 2002. 232 páginas. ISBN: 84-95760-79-7
La vida de un alpinista son miles de estrellas, miles de recuerdos y un puñado de compañeros entrañables. Nuestra vida —ya lo decía aquél—, es sueño, es acción, es lucha absurda, es drama y dolor, es un “adiós, que tengas suerte”, es sufrimiento y angustia, es alegría y emoción desbocada, es la serena placidez del otoño. Es una magnífica tontería.Jordi Camprubí
Pedro Nicolás no se hace esta pregunta casi ociosa sino que se enfoca a unas cuantas expediciones que a su parecer son las más representativas del montañismo español en el Himalaya:
“Aquí no se ha tratado de mostrar las catorce mejores expediciones al Himalaya, sino catorce expediciones que en su conjunto, globalmente contempladas, componen un muestrario rico, veraz, atractivo y —esto es lo importante— suficientemente representativo de lo realizado por nuestros himalayistas.” (p. 10)
Pero, ¿qué es lo realizado? La primera expedición al Himalaya tiene importancia, la última también. Así que Pedro Nicolás se vio en aprietos para conseguir rescatar las narraciones de los protagonistas de ellas, algunas ya escritas en otros lados, pero otras trasladadas al papel exclusivamente para el libro.
El resultado es impresionante: va desde una expedición al Tirich Mir en 1973 hasta los dos catorceochomilistas españoles: Juanito Oiarzábal y Alberto Iñurrategui. Pero no sólo eso, sino que se tiene un conjunto de diferentes estilos de escritura lo mismo que diferentes concepciones de la montaña, tanto en lo ético como en el tiempo.
Así, las primeras expediciones son abrumadoramente grandes y en estilo alpino mientras que en 1999 sólo tres personas suben al Amin Brakk en un estilo diferente:
“…en cuanto escalemos la primera parte de la ruta, la idea es montar un campamento en la pared y trasladarnos a vivir a ella hasta finalizar la escalada; es lo que llamamos escalada estilo cápsula.” (Pep Masip, p. 184)
Va de la conquista del Annapurna Este en estilo pesado (1974) al estilo alpino a la cara sur del Annapurna diez años después por sólo dos personas: “Para nosotros lo interesante es escalar las vertientes más difíciles y espectaculares por los itinerarios más interesantes y de mayor belleza, y no sólo con la mayor rapidez, sino también con la máxima elegancia.” (Nill Bohigas, p. 90)
Y también es notorio el cambio de expedición pesada y en el tiempo más favorable al estilo invernal en solitario de Fernando Garrido en 1988:
“Siempre me ha gustado ir solo al monte y no ha sido por hacerlo más difícil, sino porque me produce un gran bienestar. Existe, al menos en mi caso, una relación más directa con la montaña, además de tener una absoluta libertad de tomar decisiones.” (Fernando Garrido, p. 102)
En cuanto a estilo de escritura, es impresionante leer el capítulo primero al Tirch Mir donde el autor se transforma en un estudiante que vive condiciones sociales especiales y donde la ética se vivía en cada respiración: “Otra característica única que nos diferenciaba era que nunca decíamos el nombre de los alpinistas que pisaban la cumbre.” (Jordi Camprubí, p. 22)
Quizá, después de leído el libro se tenga la noción de que faltan muchas. Sí, faltan, pero el panorama que Pedro Nicolás quiso plasmar lo logra con sólo trece expediciones, con la inclusión de un panorama del “catorceochomilismo” escrito por José Luis Mendieta, quien narra la historia de Juanito Oiarzábal y Alberto Iñurrategui en un aspecto no aislado, sino como un proceso deportivo que se ha producido con más fuerza cada vez desde que Reinhold Messner anunciara que subiría las 14 cimas principales de ocho mil metros.
Las introducciones a cada capítulo ubican en el plano de la historia del montañismo español lo que representa cada una de estas expediciones, además de proporcionar más datos de expediciones anteriores o posteriores.
Libro excelente para tener en cuenta la formación del himalayismo español, su presentación de gran formato hace un poco difícil su lectura, por no poderlo llevar a todos lados. Ése es el único pero.
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Erratas
Página 28, final de la primera columna, dice: “La fecha, el 20 de mayo de 1950…” Se refiere al primer ascenso del Annapurna y fue el 3 de junio de 1950.