Juanjo San Sebastián. Cita con la cumbre. Ediciones Desnivel, Madrid. Segunda edición, 2005. 198 páginas. ISBN: 84-96192-80-6
¿Fueron prudentes o equivocadas nuestras decisiones? Eso no importa ahora lo más mínimo. Fueron nuestras decisiones. Ahora estamos aquí porque nosotros lo hemos querido así. Lo hemos querido tanto como ahora queremos bajar de aquí, tanto como deseábamos subir antes de dejar nuestras casas.
El K2, la “Montaña de las montañas” es el más difícil de los catorce ochomiles por cualquiera de sus caras pero poco se ha hablado de la cara norte, tan alejada de todo que uno se siente en otro mundo, mucho más allá de cualquier ochomil.
Al Filo de lo Imposible grabó un ascenso al K2 precisamente por esta vertiente. El 30 de julio de 2004, justo un día antes del aniversario 40 de su primer ascenso, llegaba una cordada del equipo a la cima y el 4 de agosto llegaba la segunda. Aquí comienza la historia que narra Juanjo San Sebastián sin entrar el los detalles de cómo llegaron ahí. Simplemente están a unos pasos de la cima.
Y luego, el regreso, temporal y geográfico. El retorno en el tiempo es de difícil digestión pues se trata de la vida del autor y sus justificaciones para ir a la montaña, algo que se repite constantemente en la literatura de montaña. Pero el retorno de la cumbre es de especial atención, pues se suceden varios acontecimientos que terminan en una situación de emergencia: él es arrastrado 400 metros por un alud y se detiene al borde de un precipicio mayor. Su compañero, en cambio, muere de agotamiento pese a la ayuda que le prestan sus compañeros.
Una cumbre de ocho mil metros, un amigo fallecido en la montaña, dedos que amputar, una vida futura por resolver… Un resumen breve pero es sólo eso. Por desgracia, el comentario de San Sebastián con que se introduce este libro deja de lado todo análisis y él no plantea qué pasó, salvo alguna vez que sospecha que su compañero tiene edema cerebral. Fuera de eso, todo se convierte en agotamiento. ¿Qué falló? A él no le importa más pues su pasión por las altas cumbres se agotó después de esa cima.
Y aparece entonces la pregunta: ¿qué clase de cita tuvo con esa cumbre?
Una cosa sí deja a modo de herencia:
“La muerte nunca es solidaria, la muerte siempre es una mierda; la vida también puede serlo, pero da más opciones, al menos a gente que, como nosotros, ha nacido, por casualidad, en la parte buena del hemisferio bueno y en la época buena. ¡Qué gracia me ha hecho siempre el tópico «Fulanito o Fulanita dio su vida por…»! Nadie es tan imbécil de dar su vida. La pierde o se la quitan, pero nadie, salvo los suicidas, convierte jamás el hecho de morir en un acto voluntario. No, la vida no se da.” (p. 146)
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