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Montañismo y Exploración
Ascensiones
24 marzo 2005


Catherine Destivelle es, con mucho, la mujer montañista más promocionada de Europa. Sus logros son importantes: el Pilar Bonatti en solitario en cuatro horas, una ruta nueva en la oeste de los Drus en nueve días, el Pico Sin Nombre en el Karakorum con Jeff Lowe, Eiger, Grandes Jorasses y norte del Cervino en invernal y solitario. Ciertamente, Catherine es una montañista hecha y un libro escrito por ella tendría un muy buen sabor de boca. Éste es ese libro.







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Catherine Destivelle. Ascensiones. Ediciones Desnivel. Madrid, 2003. 176 páginas. ISBN: 84-96192-45-8

Estoy convencida de que la acción me es imprescindible para encontrar el equilibrio y me siento estimulada por el entusiasmo que me empuja a progresar incesantemente, a superar mis nuevos límites. Sean cuales sean las motivaciones, la montaña me permite alcanzar mi plenitud


Catherine escribe un libro autobiográfico basado en sus experiencias en la escalada en roca, desde que de niña la llevaban al campo hasta que decidió que lo suyo era la escalada en roca y comenzó a meterse en ese mundo: “…la escalada es un deporte que posee su propia jerga y los escaladores conforman una microsociedad con sus ritos y sus códigos.” (p. 21)

Como todos los inicios, suele estar lleno de lugares comunes, encuentros, situaciones que se pueden apreciar sólo en ese momento y aprendizaje. “Nada sustituye un largo aprendizaje, un cúmulo de experiencias que se convierte en la base de la intuición.” (Doug Scout, cit. en p. 45) En algún momento, Catherine firma un “manifiesto de los 19” que critica la competencia en escalada porque “Si la roca crea la reputación de un escalador, la competición la sanciona: hay ganadores y perdedores.” (p. 56)

Ascensiones. Foto: desnivel.comPese a esto, un amigo la convence de que “sólo los imbéciles no cambian de idea” y decide participar en la primera competencia de escalada, en Italia, el que ganó y que la lleva a encadenar varias competencias como excelente escaladora de competencia. En una de ellas se encuentra con Lynn Hill, “Había oído decir que había sido la primera mujer en escalar una vía de 7c y que era una temible competidora.” (p. 68) y posteriormente se encontraron en Grenoble. Fue aquí donde un incidente comenzó a cobrar fuerza:

“Desgraciadamente, ya en la primera vía puse un pie fuera de la línea. Eliminada.” Así, eliminada, las demás competidoras se las verían entre sí, pero “Suplicándome, la organización me pidió que hiciera el favor de continuar. «Estamos en un apuro con el ayuntamiento, tienes que seguir. Esta vez cambiaremos el reglamento excepcionalmente». No podía creer que se atrevieran a pedirme algo así. ¿Qué había de la ética del deporte? Debían de estar muy presionados.” (p. 70) Así que Catherine decide “…continuar para apoyar mi deporte, por el futuro de las competiciones y de los competidores.” (p. 71)

Algo hace ruido aquí y es el testimonio de Lynn Hill: “Ese trato preferencial no había pasado desapercibido. Muchos de los descalificados habían presentado protestas, y la misma Catherine se había ofrecido a retirarse. Pero los patrocinadores y los medios de comunicación la presionaron y no estaban dispuestos a que la niña de sus carteles no compitiera, y los jueces habían hecho la vista gorda ante su error: las protestas se ignoraron y Catherine entró a la final.” (Free climber, p. 202)

Después de este incidente que la puso en entredicho en el mundo en el que se movía verticalmente, “La escalada se había convertido en una obligación y ya no sentía placer. Aquella traición en Grenoble había terminado con mi ambición! (p. 71) Entonces regresa a las montañas y nada menos que con Jeff Lowe a la Torre Sin Nombre para filmar una película. En sus entrenamientos:

“Volví a tomar conciencia de que en montaña no basta ser bueno técnicamente. Para hacer alpinismo también hay que ser capaz de sentir la montaña y de valorarla… Pero esas habilidades no llegan solas. Hay que frecuentar la montaña, observarla, acumular experiencia, escuchar o leer los relatos de las aventuras vividas por otros alpinistas.” (p. 79)

Cahterine Destivelle en zona de aislamientoY luego, el Pilar Bonatti, que hace en solitario y en sólo cuatro horas. La prensa la adula y ella defiende a Bonatti: “Era profundamente injusto hacia el famoso alpinista italiano. Estas dos ascensiones no eran en nada comparables. En 1956 [sic] vencer el Dru representaba un reto increíble, casi incomprensible… Mi ascensión era de una naturaleza totalmente distinta. Conocía la vía y me beneficiaba de treinta y cinco años de progresos.” (p. 90-91)

Pero después de este ascenso, vinieron otros: una apertura en solitario por la Oeste de los Drus. Una ruta de gran pared, que le llevó muchos más días de los que estaba acostumbrada. Vivaqueando en la pared, ascendiendo por ranuras finas o casi inexistentes, se encontró con el miedo y el agotamiento psicológico que le producía una pared de gran dificultad en artificial y sin poder escalar en el estilo que a ella le gustaba más: libre: “En esta pared no podía moverme sin antes estudiar las consecuencias. Sentía la necesidad de dejar mi mente en reposo, de relajar la concentración.” (p. 121)

La noche de su salida de la pared le esperan sus amigos y por la mañana baja en helicóptero a Chamonix (tiene las manos deshechas) y se encuentra con un comité de recepción: todos los medios de información que preguntan “Pero quién es esa Destivelle para conseguir lo que ya nadie intentaba desde hacía tiempo?” (p. 127)

La misma Catherine explica la consecuencia de ese despliegue de prensa y aprovecha la ocasión para aclarar algo importante: ella es una profesional de la montaña:

“Por supuesto, tener tanta prensa era muy bueno para mi carrera de alpinista, pero este entusiasmo atizó la envidia de algunos alpinistas. Y no me salvé de sus críticas. Según ellos, lo había hecho únicamente por el dinero y la notoriedad. Puesto que su opinión sobre mí me importaba más que los informes de la prensa, me sentía triste y dolida de que pensaran aquellas cosas. Esta ascensión la había hecho para mí y sólo para mí. Era mi reto. Quería saber si era capaz de ello. Siendo una profesional de la montaña, me había organizado para sacarle partido con fotos y material cinematográfico.” (p. 127-128)

“No vivía exclusivamente de mi amor por la montaña y de agua fresca. Pero tampoco me daba la impresión de desnaturalizar esta pasión por procurarme los medios necesarios para vivir de ello. No obstante, sabía que el dinero jamás hizo buenas migas con la montaña. ¡Asociarlos suele considerarse como un mercantilismo que desvaloriza la conquista de lo inútil! Este apego a un puritanismo anticuado, a una visión romántica del alpinismo, siempre me ha sorprendido… No me gusta demasiado llevar marcas sobre mi ropa, pero al convertirme en una profesional, o lo acepto y cumplo con mi palabra o no entro en este sistema, y esto es definitivo.” (p. 128)

Las tres últimas escaladas narradas en el libro son las caras norte de “los tres últimos problemas de los Alpes”, como fueron considerados en su tiempo: Eiger, las Grandes Jorasses y el Cervino, por la vía de Bonatti. Todas en invierno y en solo. Por supuesto, no son todas. El primer capítulo es sobre el descenso urgente (una pierna rota) del “Pico sin Nombre”, en la Antártida y seguramente habrá más. Pero Catherine se retira:

“…la montaña no es toda mi vida, no aspiro a escalar permanentemente, a coleccionar vías; incluso esto me daría la impresión de hacer siempre lo mismo.” (p. 173) Pero ahora tiene algo más: un hijo y “mi vida se equilibra de otra manera.” (p. 175)

Así, narrada brevemente, las actitudes de Catherine estarían nuevamente puestas en tela de juicio, dependiendo quien las leyera, pero también ella tiene que decir al respecto:

Destivelle en el quinto día en su vía de los Drus“…con el tiempo, a medida que iba creciendo mi notoriedad, los medios de comunicación hablaban más fácilmente de mí. Aprovechaba esta situación, pero para sobrellevarla bien no debía sentir vergüenza por lo que estaba haciendo. Podría haber elegido «ascensiones-espectáculo» como escalar la torre Eiffel y así hacerme aún más famosa, puesto que en un programa de televisión había obtenido la autorización para hacerlo; la repercusión mediática sido mucho mayor que con cualquier ascensión en montaña. Pero la torre Eiffel no representa nada para mí y habría tenido la sensación de hacer el mono, sin hablar del ridículo que hubiera hecho ante los escaladores. Adquirir una notoriedad yendo en contra de lo que busco me habría puesto enferma. Prefería que hablaran de mí como de una verdadera alpinista y no como de un títere.” (p. 161)

Catherine se describe como una escaladora que busca la dificultad, no las cimas:

“Escalar a más de 8,000 metros no me interesa en sí, lo que me atrae por encima de todo es la tecnicidad de la escalada y prefiero no alcanzar una cima antes de hacerlo por una vía que no me divierte. Atajando la pregunta «¿Y el Everest?». Si bien es cierto que añadir la montaña más alta del planeta a mi palmarés sería ciertamente apreciable, al no ser capaz de escalarla por una vía técnica y sin oxígeno, no me atrae. Sin duda es muy pretencioso, pero además del juego de la escalada me gusta escalar vías que estén al alcance de pocos alpinistas. Plantearme un objetivo difícil me ayuda a superarme.” (p. 164)

Catherine Destivelle, una gran montañista, sin duda. Ayudada por los medios de comunicación, elogiada por las masas y muchas veces vilipendiada o ignorada por los escaladores, es sin duda, una persona como todas, que sabe que “Sean cuales sean las motivaciones, la montaña me permite alcanzar mi plenitud.” (p. 175)


Erratas

Página 90, segunda línea del párrafo 4, dice: “en 1956 vencer el Dru, representaba un reto increíble…” Catherine Está hablando del primer ascenso de Walter Bonatti por el Pilar que ahora lleva su nombre, que en realidad se realizó en 1955.


Lee un capítulo del libro (PDF)


 



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