Hans Florine y Bill Wright. Escalar rápido en pared. Ediciones Desnivel, Madrid, 2003. 160 páginas. ISBN: 84-96192-13-X
El escalador que va de primero de cuerda vuela sobre el largo exponiéndose y de forma temeraria. Era esto lo que imaginábais, ¿no? ¿Ir más rápido a base de exponerse?... Pues no es así la escalada rápida.
El título del libro puede llevar a un choque entre los escaladores. ¿Para qué escalar rápido? Sin embargo, la respuesta no se encuentra precisamente en esta obra, sino en muchas otras, como la de Mark Twight, Reinhold Messner o el libro de Louis Lachenal. La velocidad implica seguridad o, visto de otra forma, disminuir la estancia en la pared reduce con mucho los peligros objetivos. Sin embargo, Hans Florine y Bill Wright adelantan una explicación:
“En la mayor parte de su ilustre historia, la escalada se ha considerado como un deporte no competitivo. Cuando las primeras escaladas de velocidad comenzaron a tener lugar en la Europa del este, buena parte de la comunidad escaladora contempló esa práctica con reluctancia. La escalada, pensaban, no es un asunto de velocidad. Es un asunto de ética, de dificultad, de belleza de líneas, y de espíritu. Pero la escalada puede también ser velocidad y, de hecho, siempre ha existido competición en el mundo de la escalada.” (p. 107)
La escalada rápida no es muy aceptada aún hoy, a varios años de iniciada oficialmente así que el libro puede ser tomado como una especie de “enseñanza sobre falta de seguridad”, pero no es así:
“...en su concepto más básico, la escalada de velocidad es una filosofía que comprende el movimiento y la progresión rápida y eficiente en un terreno difícil.” (p. 17) “La clave para moverse rápido no es necesariamente escalar sin protecciones o reuniones sino ser capaz de adaptarse rápidamente a las situaciones en función del terreno: ensamble, progresión sin cuerdas, escalada a largos.” (p. 32)
Pero los autores
“…no abogamos por decisiones precipitadas; en realidad apostamos por eliminar acciones y métodos innecesarios y por realizar movimientos más eficientes.” (p. 27) y todo esto porque “Todos los estilos de escalada son potencialmente peligrosos, y la escalada de velocidad no es un caso aparte; pero, sin duda, si tenemos miedo no nos será posible progresar con la rapidez de que se es capaz.” (p. 29)
La idea es, pues, realizar escaladas sin torpeza, con un total control de sí mismos y de los movimientos del compañero de cordada. Eficiencia.
El libro contiene en esencia una serie de consejos técnicos sobre cómo hacer eficiente la escalada más que cómo ser veloz, aunque con la eficiencia se alcance la velocidad. Una alerta para todo lector la dan en un capítulo específico y señalan que “Es aconsejable que no dependas de la información vertida en esta guía en lo referente a tu seguridad personal; tu seguridad dependerá de tu propio buen criterio, basado en la experiencia y en una valoración realista de tu habilidad como escalador.” (p. 14)
Así que si uno quiere escalar sin cometer torpezas, el libro es excelente como una serie de trucos que le señalan las deficiencias y que logran un mayor rendimiento. ¿Se quiere alcanzar la velocidad? Es lo de menos. Se alcanzará por sí misma y por lo tanto se tendrá más tiempo para escalar y así llegar a un principio de los autores: “...la única cosa mejor que escalar, es escalar aún más.” (p. 21)
Sea escalada en las grandes paredes de Yosemite o en competencias de velocidad, en cordada de dos o tres, o en solitario, en libre o en artificial, el libro comprende detalles que sirven, algunos tan sencillos como que “...cuando ambos escaladores están en la reunión, ¡todo el mundo debería estar haciendo algo!” (p. 37)
Con varias anécdotas que narran algunas escaladas hechas con eficiencia y rapidez, un glosario de términos nacidos de este tipo de escalada, una serie de consejos para hacer la escalada de La Nariz, en el Capitán, o la Yellow Spur, en Colorado, además de un suplemento de esta edición sobre la escalada rápida en España, el libro es impresionante en su sencillez.
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