Catherine Elzière. Caminar por la montaña. Ediciones Desnivel (Manuales Grandes Espacios), Madrid. 1999. 148 páginas. ISBN: 84-89969-46-9

Caminar equivale a explorar los límites de uno mismo, al mismo tiempo que se exploran los límites del mundo.

Jacques Lanzmann

La pasión de caminar en la montaña, se a la altitud que fuere, es el tema de este libro. Avalado por el Club Alpino Francés, Catherine Elzière describe el proceso de iniciación a la montaña, desde el equipo y conocimientos técnicos hasta la planeación de una caminata. Tal vez su objetivo fue el dejar un panorama de lo que es esta actividad de caminar por la montaña en comparación con el alpinismo, que es más aparatoso en todos sentidos.

¿A quién va dirigido? Parece ser que a las personas de mayor edad, pues con frecuencia se habla de personas de 40 hasta 65 años y se incluye un apartado de caminar con los niños y sus problemas.

Pero sin importar al público al que vaya dirigido, el resultado es pobre, pues los temas que se tocan son, con frecuencia, tratados vagamente y no se llega a nada en concreto, aunque se tocan los temas más importantes. Esto puede ser útil para las personas que no tienen muchas ganas de leer y necesitan una idea de lo que es la caminata, su equipo, su técnica, etc.

Pero, nuevamente, hay un vacío en el contenido y un ejemplo es el de la página 102, el recuadro “¿Cómo rescatar a alguien de una grieta?”:

Si la persona que ha caído no puede salir por sus propios medios y cuelga como un peso muerto del extremo de la cuerda, hay que ponerse manos a la obra y montar rápidamente un sistema de rescate para izarla a la superficie. A menos que se domine perfectamente esta técnica, lo mejor es ir a buscar rápidamente ayuda...”

El resto del recuadro sigue así: nada concreto. Sin embargo, quizá lo más valioso del libro son precisamente los recuadros, pues tienen información que incumbe a la actividad pero que no se ha abordado en el texto. Ejemplos claros son: “La opinión del médico: plantillas personalizadas”, “El problema de las gafas graduadas” y “La doble piel: un paso gigante para los pies «condenados»”.

Con respecto a la conservación de la naturaleza. La autora menciona que “…si verdaderamente nos empeñamos en alimentar a los animalillos salvajes, ocultar esos restos de comida en algún lugar discreto para no imponérselos a la vista de otro eventual excursionista o montañero...” (p. 64) y en otro lugar: “También hay plantas que, por suerte, son abundantes y pueden cogerse libremente, aunque con moderación.” (p. 61)

En la actualidad, se busca que la conservación sea al máximo, pues no se trata de que haya suficientes plantas que recolectar, sino que si cada uno de nosotros recogemos una sola de esas plantas, está definitivamente en peligro de extinción.

Hay que hacer hincapié en que el libro no es sólo la traducción del original en francés, sino su adaptación a España por Sergio Prieto, lo que hace difícil precisar qué parte escribe la autora y cual el adaptador.

Erratas

Recuadro de página 13, último párrafo, dice: “Las excursiones dejaron entonces de ser meramente científicas para centrarse en la hazaña deportiva y en el atractivo estético: así nació el alpinismo y, con él, el turismo de montaña...” El alpinismo nació con el primer ascenso al Mont Blanc independientemente de su objetivo, que entonces no era la hazaña deportiva, precisamente.

P. 40, segunda columna, primer párrafo de sección, está en contradicción con la página 36, segunda columna, cuando menciona el 60% de VO2 max como 110, mientras que la página 36 la menciona como 120 para la misma edad. El resultado es en realidad 108, que se acerca más a la primera cifra.