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Montañismo y Exploración
Y si la vida continúa


Considerado uno de los mejores escaladores del mundo en su momento, la vida de Cesare Maestri cambió con su declaración de primer ascenso al Cerro Torre, considerada como uno de los engaños más grandes en el montañismo. Pero es precisamente por eso que la autobiografía de Cesare Maestri es importante y poder descubrir al Maestri del antes y después.







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Cesare Maestri. Y si la vida continúa. Ediciones Desnivel, Madrid. 2002. 256 páginas. ISBN: 84-959760-70-3

La montaña me ha enseñado que en el mundo nada es un regalo y que toda conquista hay que pagarla con dolores y sacrificios. Pero me ha enseñado también que la vida es estupenda y merece la pena vivirla.

Mi espíritu libertario siempre me ha empujado a considerar el alpinismo como una bellísima forma de anarquía donde no existen ni reglas ni imposiciones, y donde cada uno es libre de actuar según sus propios principios, siempre y cuando respete plenamente la libertad de los demás.


En 1970, un periódico preguntaba: "Disculpe, Maestri ¿en verdad llegó usted al Torre?". Cesare Maestri, quien había sobrevivido a la primera escalada al Cerro Torre cuando su compañero Toni Egger había fallecido, veía así puesta en duda por segunda vez en su vida una ascensión. Ya la primera ocasión, declaraba que "Se trató del primer golpe bajo que recibía de los colegas alpinistas. De repente, el alpinismo, que para mí era una especie de castillo encantado, se desmoronó. No sólo acababan de poner en duda mi ascensión, sino también toda la historia del alpinismo que yo creía enraizada en la confianza y en la lealtad." (p. 73)

Desde entonces, la primera escalada absoluta al Cerro Torre está puesta en duda.

Como contraataque, Maestri optó por regresar al Cerro Torre, para demostrar al mundo que sí había subido. Pero eligió el invierno patagónico para abrir una nueva vía con una técnica que desde hacía años era muy criticada: la escalada de vías directas por uso de pitones de expansión. "...en aquel mismo periodo acababa de estallar una polémica que dividiría al mundo del alpinismo en dos facciones contrapuestas. La causa de todo era un clavito de tres centímetros llamado «pitón de expansión»." (p. 91)

En invierno las cosas cambian drásticamente: "Eso sí que era heroísmo y voluntad de vencer. Y no, por supuesto, los paseítos dados en pleno verano, con el sol que calienta las rocas y con dieciocho horas de luz a disposición, como en el caso de los «héroes» que, con sus inútiles intentos, nos habían precedido y luego puesto a parir." (p. 188)

Este ascenso al Torre resultó también muy polémico y la razón se lee directamente, sin esconderse:

"En el momento en que estábamos empezando el descenso nos llegó por radio la noticia de que en la zona había una expedición española que parecía querer repetir nuestra vía. Los alpinistas que la componían formaban parte de aquel grupo de «campeones» que, tras haber sido rechazados por el Torre, se habían permitido poner en duda mi ascensión de 1959. y en pocos segundos todo mi odio se transformó en venganza. Eliminaría por completo los seguros de toda la ascensión. ¿Querían repetir nuestra vía? Pues bien, tendrían que equiparla de nuevo. A costa incluso de jugarme el pellejo, no les dejaría ninguna posibilidad de usar mis clavos. Descendiendo en último lugar y sin poner en peligro a los demás, disminuiría la velocidad de mis rápeles para poder bajar destrozando todos los buriles haciendo tabla rasa de mi paso por allí. Y así lo hice." (p. 201-202)

Sí. Las palabra son "odio" y "venganza". Pero, ¿quién es Cesare Maestri, el que se atreve a hacer semejante cosa? Un muchacho que a la edad de 20 años tomaba una decisión mientras hacía su primera escalada: "Me haría guía alpino. Para que no me tomara por loco, no le dije nada a Pisoni, pero a medida que iba subiendo mi decisión se iba consolidando más y más. Sí, me haría guía alpino. Y sabiendo bien lo orgulloso y testarudo que era y la fuerza de voluntad que tenía, me juré a mí mismo que incluso intentaría llegar a ser el alpinista más fuerte del mundo." (p. 38)

Bautizado y conocido mundialmente como "El araña de los Dolomitas" porque escalaba solo y sin cuerda las rutas más difíciles, no se conformó con esto, sino que comenzó a hacer desescaladas por esas mismas rutas y sin cuerda, lo que le valió la admiración de mucha gente y seguramente, el rencor de otros. De sus primeros años, Maestri menciona que no lo recibían como un igual:

"Conmigo todos se portaban con amabilidad, escalábamos, comíamos y reíamos juntos, pero yo notaba que no me consideraban totalmente del grupo y eso me hacía sufrir. Las causas de mi «culpa» tenían su raíz en el hecho de haber llegado al alpinismo sin una tradición familiar detrás, de haber empezado a escalar cuando ya tenía veinte años, pero sobre todo de haber quemado etapas y considerar el alpinismo no un fin en sí sino un medio para integrarme en la sociedad." (p. 42)

Y así, tratando de encontrarse en una sociedad a la cual surgió como sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, se coloca como un miembro más que pretende ser seleccionado para la expedición italiana que conquistaría el K2, pero no es aceptado:

"...vi por primera vez al profesor Ardito Desio, geólogo y futuro jefe de la expedición al K2. para ser sincero tengo que reconocer que me cayó mal desde el principio... Sin lugar a dudas, las razones de mi exclusión había que buscarlas en mi carácter exuberante, en mi tendencia a escalar en solitario y, tal vez también, en mis simpatías políticas. Intenté ver los resultados de mis análisis por todos los medios a mi alcance, pero desaparecieron misteriosamente y, cuando escribí a Desio pretendiendo una respuesta clara, lo único que obtuve fue una dura reprimenda por parte de la dirección del CAI y de la SAT. La herida que ello supuso se mantuvo abierta durante largo tiempo y sólo se fue calmando a partir del momento en que la victoriosa hazaña de la conquista del K2 acabó en el juzgado, con consecuencias tan penosas y mezquinas que me llevaron a considerar una verdadera suerte el hecho de no haber participado en ella." (p. 64-65)

Resalta el que casi no hable de rutas nuevas sino de una forma de ascender (o descender) una pared y eso se debe mucho a su forma de ser: "Siempre me ha hecho mucha ilusión salir en las primeras páginas de los periódicos. Me encantaba que me dijeran: «Muy bien. Pero, ¡qué valiente eres! Eres un héroe. Eres. Eres. Eres»." (p. 214)

Maestri es la clave de discusiones técnicas que se han prolongado hasta nuestros días hablando de ética en la montaña, pues fue el promotor de la escalada de vías con clavos expansivos: "Los creadores de la nueva técnica de la escalada éramos Bepi Defrancesch, de la Escuela Alpina de la Policía de Moena, y yo; en cambio, los partidarios de la técnica tradicional, que se autoproclamaban «puristas», eran [Walter] Bonatti y [Carlo] Mauri." (p. 91)

Sin embargo, no le importa, como no le importan todas las acusaciones que se le imputan. En su segundo ascenso al Torre (considerando que haya subido con Toni Egger), su falta de ética hacia los demás es extremadamente notoria, además de haber abandonado el compresor con el que fue abriendo agujeros en la pared: "En cuanto llegué al compresor lo dejé inservible, rompiendo a martillazos el carburador, la bujía, el magneto y la puesta en marcha. Habría sido más fácil echarlo abajo, pero decidimos dejarlo allí donde estaba para que constituyese un testigo mudo de nuestro camino." (p. 202)

El compresor lo encontraría Jim Bridwell en el segundo ascenso a la ruta y es el mismo Bridwell quien pone en duda el ascenso de Maestri.

Personalmente, el libro me dejó una experiencia extraña. Me sentía incómodo de leer tanto heroísmo y machismo en una sola persona que es real y no inventada: "Pero qué carajo de alpinistas eran los que se habían echado atrás antes de unas dificultades ciertamente grandes, aunque no tanto como para que tuviera que desistir gente preparada y decidida. Con cada largo de cuerda realizado se afianzaba en nosotros la certeza de que nuestros predecesores se habían vuelto atrás muertos de miedo." (p. 188)

Quizá el capítulo más difícil de leer, por ser más pasional, sea el del segundo ascenso al Cerro Torre: "A las dos y media de la tarde del artes 2 de diciembre, cegados por el viento y la nieve, nos abrazamos en la cumbre del Cerro Torre. Acabábamos de ganar. No sólo venciendo una pared virgen que había rechazado a decenas de alpinistas, sino también demostrando que no existen montañas imposibles. Por fin quedaría claro a todo el mundo que sólo quienes tienen pelotas pueden alcanzar cualquier meta." (p. 200-201)

Aunque es muy fácil encontrar contradicciones en sus juicios, carencia de objetividad en sus aseveraciones, sobre todo cuando habla de otros alpinistas y un gran hueco de información que podría salvarle de la controversia, lo cierto es que Maestri parece regocijarse con ello y ofrece un libro autobiográfico donde se refleja como es: odia, ama, se enoja, critica, escala y pierde la objetividad, pero todo con tal apasionamiento que es admirable encontrar una persona que escriba de sí misma sin retocar los detalles feos.

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