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Montañismo y Exploración
Jefe de cordada
29 noviembre 2003


Uno de los grandes pilares del montañismo mundial es Riccardo Cassin, un hombre nacido a principios de siglo XX y que realizó escaladas de gran importancia como la primera al Espolón Walker de las Grandes Jorasses y la Norte de la Cima Oeste de Lavaredo, entre muchas otras, además de dirigir expediciones al McKinley, al Gasherbrum y a los Andes. Jefe de cordada es la autobiografía de Cassin.







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Riccardo Cassin. Jefe de cordada. Mi vida de alpinista. Ediciones Desnivel, Madrid, 2003. 280 páginas. ISBN: 84-96192-02-4

Da igual nacer en medio de la llanura, donde los Alpes aparecen como un perfil lejano, o en la ciudad, donde se camina por las profundas trincheras de las calles: si se ha nacido para la montaña, tarde o temprano nos sentimos atraídos.

Riccardo Cassin es uno de los grandes personajes de importancia en el desarrollo del montañismo durante el siglo XX pero poco se sabe de su trayectoria en comparación de Bonatti (también italiano), Gaston Rébuffat o Lionel Terray. ¿Quién es Cassin? Él mismo se encarga de decirnos quién es y hablar de toda su trayectoria en Jefe de cordada, la unión de dos libros suyos anteriores "y algo más".

Jefe de cordadaNacido a principios del siglo XX, aprende de sus propias escaladas y de los "maestros" como Emilio Comici y de los escaladores alemanes: "Potencialmente ya estábamos formados y listos para cualquier experimentación: no se trataba de afinar la intuición, sino de familiarizarnos con las más recientes técnicas del alpinismo oriental, en constante contacto... con las escuelas alemanas del Kaisergebirge, sin duda en la vanguardia de la escalada en roca." (p. 63) a pesar de lo cual afirma que "En el alpinismo no tuve maestro, fue la propia montaña la que me enseñó." (p. 21)

En una época en que no había equipo especializado y los escaladores eran muy pocos, las paredes que entonces estaban abiertas se terminaban y se le abría un mundo lleno de paredes con rutas no abiertas. Es entonces cuando comienza a hacer vías nuevas y descubre un mundo diferente:

"Una vía nueva constituye una unión más íntima con la montaña conquistada: es algo a lo que habéis dado vida y que ahora vive en vosotros... Incluso si la nueva vía es breve, la emoción resulta siempre inolvidable: es terreno virgen, son rocas que desde el principio de los siglos han tenido solamente contacto con la niebla y la lluvia, granizo y nieve. Aún cuando el paisaje alrededor es familiar, el sentimiento de la exploración y del descubrimiento permanece." (p. 31-32)

Pronto sus ascensos comienzan a ser importantes y su primera carrera se entabla con dos escaladores alemanes. Ambas cordadas iban en pos de la pared norte de la Cima Oeste de Lavaredo y en esa carrera por una "primera" Cassin encuentra que el pensamiento del montañismo no es precisamente lo que se dice y que se puede ir en contra de ese pensamiento:

"No me digáis que este tipo de sentimientos contrastan con el espíritu del alpinismo: ¿quién no desea degustar la indescriptible alegría de un primer ascenso? ¿A quién no le apetece meterse en una competición, especialmente cuando el objetivo es de altísimo valor moral y los competidores son los más valientes escaladores? Cada época tiene sus tendencias y gustos propios, un estilo y una mentalidad, y la nuestra era la época del sexto grado: la audacia y la decisión eran las notas predominantes de nuestra juventud." (p. 107-108)

El libro se puede dividir en tres partes: sus inicios que se desarrollan prácticamente en las montañas cercanas a donde vive: Lecho, donde fundó el grupo "Las Arañas de Lecho", un grupo que se habría de prolongar en el tiempo con una buena reputación.

La segunda parte son sus grandes escaladas previas a la guerra, donde las más notorias son la Punta Walker de las Grandes Jorasses y la Aiguille de Leschaux, ambas en el Mont Blanc. Quizá es la escalada de las Grandes Jorasses la más conocida porque llega junto a sus dos compañeros al refugio preguntando cómo se llega a la pared de las Grandes Jorasses. Nadie lo conocía y él tampoco conocía los Alpes. Este ascenso le valió la Medalla de oro al valor atlético concedida por Mussolini.

A pesar de que son dos etapas claramente diferentes, ambas están dentro de la primera parte del libro, quizás el primer libro de Cassin.

La tercera parte trata de sus expediciones a las grandes montañas y paredes fuera de Europa, desde un reconocimiento al K2 hecho con Ardito Dessio hasta la expedición a la cara sur del Lothse, donde Messner era un participante. Llama la atención que también Cassin se quejara de Dessio por eliminarlo de la expedición de 1953, sensación de malestar que aún en la expedición al Gasherbrum IV tuviera fresca:

"El ascenso al Gasherbrum IV es la demostración más concreta de que, más allá de la experiencia madurada por encima de los cincuenta años y de la pasión siempre viva por la montaña, mi físico responde todavía y está preparado para las molestias y las inevitables complicaciones de las grandes alturas. Esta consideración refuerza mi amargura por la exclusión del K2... Entonces, a pesar de todo, tenía algún año menos. Es, por tanto, más que nunca insostenible lo que se decidió y publicó en la Revista del CAI: "La Comisión ha debido con amargura tomar nota de los resultados desfavorables clínico-fisiológicos a los que se han sometido algunos candidatos bastante conocidos, y entre ellos el alpinista Ricardo Cassin, considerado no idóneo para esfuerzos a altísima cota que no permiten ?entre otros? asegurar su supervivencia." (p. 212)

También pica la curiosidad lo que pensaría Messner cuando leyera que Cassin hablara de él y sus compañeros de expedición al Lothse como de "Estoy muy contento con mis chicos, no sólo por su rendimiento como alpinistas, sino por su perfil humano..." (p. 258)

A pesar de que el peso de las escaladas de Cassin no tiene discusión, leerlas es quizá más difícil que hacerlas, pues el autor utiliza siempre el mismo estilo: hablando en presente, los agarres, los desplomes, la cuerda, el compañero y de sí mismo, uno pasa paredes y escaladas con una monotonía increíble, al grado que la lectura resulta bastante aburrida.

Después de tantos años de estar en el ámbito del montañismo, uno esperaría leer algo de los avances de la técnica y los materiales, de los protagonistas que se mueven en su derredor y otras cosas más, pero la verdad es que si sólo se lee este libro, se tiene la impresión de que en el mundo de la escalada sólo existe Cassin. Por ejemplo el accidente de la norte del Eiger donde Claudio Corti y Stefano Longhi quedan atrapados. Según Cassin el rescate fue:

"Me llaman mientras estoy en mi tienda y en seguida salimos con Mauri, Esposito y Butti. Llegamos a Grignoni, subimos al Eiger por la vía normal hasta la cima y bajamos para recuperarlos. Enganchamos y tiramos de Corti; Longhi sin embargo se ha quedado colgado más abajo y muere por la noche. Por desgracia, al día siguiente el tiempo no nos deja bajar para recuperar el cuerpo."

Aquí se omite que el rescate fue el conjunto de esfuerzos de varios grupos donde incluso Lionel Terray participa activamente y es bajado por la pared hasta los accidentados. Al parecer, para Cassin, escribir sus recuerdos que "...son como un tesoro que nadie te puede robar: es riqueza almacenada en nuestro interior." (p. 16), implica hablar sólo de él.

Puntos de vista que sean interesantes los ofrece muy de vez en cuando, pero hay algunos de ellos que valen la pena:

"Este tipo nuestro de escalada es, en definitiva, la búsqueda de las vías más difíciles de las paredes ya conquistadas, con la consiguiente necesidad de poner pitones, no sólo para asegurarse, sino también para la progresión, y a muchos no les gusta. Se dice que nuestros pitones "hieren y profanan el sacro cuerpo de la montaña". A nosotros nos llaman "cirujanos de mala muerte", ignorantes de la "ética del alpinismo". Pronto se hablará aún peor, y se anunciará además el "fin del alpinismo" como si el fin pudiera derivar en una transformación y de una evolución y no del desesperado intento de permanecer aferrados al pasado... Por nuestra parte, no desconocemos la obra de quienes nos han precedido; es más, nosotros hemos pasado por el mismo camino con idéntico entusiasmo, pero después hemos preferido continuar ?aunque sea con la ayuda de los pitones? en lugar de marcharnos a la fase romántica y contemplativa." (p. 59-60)

Jefe de cordada es un libro interesante, pero demasiado pesado de leer y que carece de mucha información, por lo que al menos yo no entiendo el por qué obtuvo el Premio ITAS del Libro de Montaña en el Festival de Trento 2002. Hay que recordar que el mismo premio se le concedió en 1989 al libro de Kurt Diemberger K2, el nudo infinito.


Erratas

Página 24, penúltima línea del primer párrafo, dice: "...gallina con sus poyuelos..." Debe decir: "polluelos".

A lo largo de la página 172 se habla de un "Mauro", refiriéndose a Carlo Mauri.

Página 176, última línea, dice: "...primer campo instalado a una cota de 7,740, las tormentas de nieve...." Aquí se habla del K2 y evidentemente el primer campamento no puede estar a esa altitud.

Lee un capítulo del libro (PDF)



 



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