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Montañismo y Exploración
En el inquieto río Urique
15 mayo 2003


El río Urique es, quizá, el más conocido de todos los ríos del norte de México porque corre en el fondo de la Barranca del Cobre. En 1963, un grupo estadounidense trata de navegar a todo lo largo del río, pero fracasa, lo mismo que su segundo intento. Para entonces, Eleazar Tarango ha organizado ya una pequeña expedición con el mismo objetivo: navegar todo el Urique. Su equipo es de lo más sencillo: balsas individuales de tres kilos y medio de peso cada una pero, si ha de hacerse caso a las fotografías, sin un solo remo.







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Eleazar Tarango. En el inquieto río Urique. Costa-Amic, México. 1965. 80 páginas. s/ISBN.


El recorrido está marcado por muchos detalles topográficos, mismos que no se presentan al lector a través de una narraci;on demasiado patriota: "animados a llevar hasta el fin esta hazaña para honor y gloria de Chihuahua y de nuestro México". Pero quizá el nacionalismo no sea tan molesto para algunos. Lo que sí es muy notorio es el sentido heroico del relato. Esta vez, también demasiado. El río es siempre el "enemigo" que se ríe "a carcajadas de nosotros" o "ese endemoniado enemigo se carcajeaba de la triste situaci;on en que nos tenía." (p. 77)

Si se hace caso omiso a este aspecto, entonces sobresale algo importante: "tres expedicionarios y cuando menos cuatro porteadores tarahumaras (sic)." (p. 21) El autor no se preocupa en ocultarlo: mientras los tres "expedicionarios" van "navegando" en las aguas del río más bien escaso, uno o más porteadores van por la orilla llevando su ropa, comida, equipo de pernocta. Pero, como sucede cuando se hace la distinci;on entre "expedicionarios" y "porteadores", la gloria se la llevan los primeros, pese a que uno de ellos era un tarahumar de ciento años de edad que lo tomaba todo "como un paseo".

Es precisamente este indio, "Chico Virocha", quien da lo más importante del texto: "...existen leyendas de que sale un drag;on y que devora a quien intenta cruzar por cierto lugar y que más adelante sale una gigantesca culebra y que también devora al que pase por sus dominios..." (p. 48)

Hacia el final del viaje, los "expedicionarios" están hartos de aventura: "ya vamos por pura serranía, lo único que nos va inquietando, es esa desesperaci;on por el cansancio y por la falta de alimentaci;on; por el deseo de estar en nuestros hogares; ver a nuestros hijos, a nuestras esposas; vivir la vida de la ciudad a la que estamos acostumbrados, y disfrutar de tantas y tantas comodidades, que bastante echamos de menos." (p. 73)

Un libro sin contenido, prácticamente y con una falta de objetividad muy grave, pero que relata lo que parece ser el primer "descenso por río" del Urique... aunque el Urique bien lo hubieran caminado los porteadores.



 



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