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Montañismo y Exploración
Mover montañas
15 septiembre 2001

El subir montañas ha sido considerada como una actividad ociosa, sin utilidad. Reinhold Messner también lo afirma desde el principio de este libro, pero a la narración escueta de sus principales expediciones, sigue un abundante capítulo donde explica un tema específico sobre lo que él considera su credo y que pueda ser entendido en términos de empresas: el fracaso, la superación, el miedo, el planteamiento de nuevos objetivos y muchos temas más son abordados desde el punto de vista de un alpinista que ha realizado recorridos extremos y que no ha visto cerrársele el mundo.







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Reinhold Messner. Mover montañas. El credo de un explorador de los límites de lo desconocido. Ediciones Desnivel, Madrid. 1995. 248 páginas. ISBN: 84-87746-52-7

 

Escalar es como ver, y andar es como vivir. Aquel que lo ha aprendido, lo hace sin tropezar y sin un especial esfuerzo de la voluntad. Yo me autorizo a mí mismo para andar. Pero si con ello quiero llegar realmente lejos, tengo que darle un sentido a mi meta.

El 28 de diciembre de 1997, aparecía en el periódico español El Mundo un artículo en su sección de economía que empezaba así:

"CARLOS SALAS"MADRID.- Hace unos cuantos meses, un grupo de ejecutivas alemanas organizó un suculento seminario con ponentes de postín. Asistieron prestigiosos consultores, grandes oradores, estrategas de empresas y un austriaco que, la verdad, no venía vestido para el caso. Usaba una camisa de felpa, llevaba un collar de cuentas y, lo peor de todo, no tenía ni idea de gestión de empresas, dirección estratégica, tesorería, ni nada de nada.

"Un año después, una empresa sondeó a las ejecutivas para saber qué enseñanzas de aquellos ponentes habían aplicado con más éxito. Todas coincidieron: quien les había enseñado más, era el que menos sabía.

"Ese señor se llama Reinhold Messner y hoy día reconoce que lo suyo no es el management. Lo suyo es la montaña."

Lo suyo es ciertamente la montaña y en Mover Montañas está la prueba. Sin embargo, este libro ha tenido un éxito enorme en el círculo de los empresarios porque en él, Messner no se dedica a hacer un inventario de sus logros sino que los toma como punto de partida para analizar algunos conceptos que, en su opinión, deben ser analizados y reforzados si se trata de una expedición o de una empresa: el fracaso como proceso de aprendizaje, abordar un problema de manera distinta (él lo llama "transbordo"), planificación y realización, estrategia y logística, conferir un sentido a lo que se hace, el liderazgo y el trabajo en equipo son algunos de los temas analizados desde su propia perspectiva de "explorador de los límites".

Ciertamente, estamos acostumbrados a leer a un Messner que habla de la montaña y de su propia filosofía, misma que le ha llevado a ser conocido internacionalmente, pero leer este libro supuso para mí un choque impresionante por dos razones: a todas luces se trata de un libro de montaña pero también de manejo de empresas. ¿Por qué debía leer algo empresarial si lo que deseo leer es algo sobre montaña? Porque una expedición es básicamente una empresa y hay que entenderla como tal, desde el surgimiento de la idea hasta su realización y los "resultados secundarios" como libros, videos o conferencias.

El segundo impacto de este fue más demoledor: viniendo de Messner, uno sabe que cada afirmación no es sólo teoría elaborada y perfeccionada con el tiempo en oficinas, sino que se ha puesto en juego la vida misma para llegar a todo ello. Y esto nadie lo puede objetar. Este libro está lleno de una forma de ver la vida basada en hechos, no en palabras, aunque sean precisamente éstas las que sirvan como vehículo para llegar a ese conocimiento.

Pese a haber sido escrito por un alpinista para un público básicamente empresarial, el libro es realmente sustancioso en cuanto a forma de organización de una expedición y, por supuesto, la propia forma de pensar de Messner, un hombre que "...espiritualmente no puedo vivir de mis logros de ayer. Lo que a mí me llena no es lo que se ha rendido, lo que se ha conseguido. El ayer es algo que pertenece a mi biografía. Tanto los aciertos como los errores. Sin embargo me tengo por una persona creativa que quiere expresarse, que necesita seguir adelante, que se está planteando continuamente nuevos retos." (p. 30)"

Cada capítulo está dividido en tres secciones. La primera narra sumariamente lo que acaeció en una expedición determinada. La segunda es la explicación de un tema específico con base en esa breve reseña y es en donde se vierte la mayor cantidad de información. Es precisamente aquí en donde Messner ha escrito como una sola línea una serie de argumentos que individualmente impresionan pero que unidos de esa forma desconciertan por lo poco comunes y, sin embargo, palpablemente reales. Un poco como lo que hizo en su tiempo Henry David Thoreau con Walden.

Messner considera que "Lo más importante de las capacidades del ser humano es la de establecer un sentido. No he alcanzado el éxito por ser especialmente fuerte, resistente o valiente. Hago ante todo que mi quehacer tenga un sentido." (p. 11) El fracaso existe, por supuesto, pero "En vez de pensar en abandonar definitivamente mis recorridos extremos, ya estoy proyectando otros nuevos. Una y otra vez. Y no soy el único aventurero que reacciona de esta manera. La cuestión de si deberíamos inventar siempre de nuevo nuestro mundo surge fundamentalmente al fracasar." (p. 46) Y esto se debe a un argumento previo: "Sólo los mediocres son moderados en las exigencias para consigo mismos y en los medio sutilizados para ello. Al mismo tiempo y por el contrario, suelen plantear grandes exigencias a los demás." (p. 32)

Continuamente, Messner hace alusión a su categoría como "explorador de los límites", lo que le da validez a sus argumentos: "La exposición al peligro moviliza en nosotros fuerzas cuya existencia desconocíamos. Y la exposición al peligro se incrementa con frecuencia al fracasar. Suele suceder que suscite nuevas combinaciones para la solución de problemas. De pronto se vuelve posible lo que hasta entonces se tenía por imposible. Y esa es también la causa de que durante la retirada apenas se tenga miedo a fracasar." (p. 47)

El tema de la retirada, del fracaso, está siempre latente en el mundo del montañismo. Muchos tienen miedo precisamente de ese fracaso o, mejor dicho, de lo que ello implica: una disminución de la propia imagen. "Para mí la imagen significa menos que la experiencia adquirida. Y la experiencia nace en nosotros precisamente en el fracaso. Es importante el reconocimiento repetido de las propias limitaciones, sobre todo frente a las fuerzas de la Naturaleza. En los recorridos extremos, no serían posibles las experiencias si yo no estuviera limitado. Limitado en mis energías, limitado en mi fuerza, limitado en mi valor, limitado también en mi experiencia. Las experiencias son posibles cuando, a causa de la nuestra limitación, nos exponemos a la naturaleza salvaje." (p. 47)

Después de todo, lo más importante no es lo que piensen los demás, por lo que "Sobrevivir es el arte de las grandes aventuras. El más grande no es quien juega —una, dos o quizá tres veces— a arriesgar la vida para a continuación perderla forzosamente, sino el explorador de los límites que sobrevive una y otra vez... El riesgo es ciertamente un requisito para la aventura, pero no es la meta. La aventura no es concebible sin el riesgo. Pero no se trata de perecer en el peligro. ¡La divisa es sobrevivir!" (p. 48)

Otros planteamientos importantes están en tela de juicio: la camaradería como objetivo principal en la montaña, el egoísmo, el objetivo mismo, el liderazgo, la composición de la cordada... Y Messner va una y otra vez contra las definiciones establecidas para colocar a cada concepto en su lugar y hace ver al lector la profundidad de su visión personal del mundo y no sólo de las expediciones, de la montaña o de la aventura. Además, consciente de que empresarios leerán este libro, sus comentarios sobre la situación mundial son hechos con firmeza:

"Cuando nos hablan de los peligros de la globalización nos gusta enterrar la cabeza en la arena y decir aquello de "hombre, no te preocupes por eso". Pero corremos más peligro que nunca en la historia de la humanidad. Todas las posibles catástrofes medioambientales que nos amenazan son más letales que los desprendimientos de rocas o las avalanchas. Y no sólo para una persona, sino para millones e incluso miles de millones de personas. Nuestra tarea es hacer que se sea consciente de estos peligros, desactivarlos es nuestro deber. Estas son las grandes montañas que hay que mover." (p. 228)

Independientemente de si es un credo personal de Messner o un libro para empresarios, lo cierto es que se trata de un libro que debería estudiarse al menos por cada montañista que esté en proceso de participar en una expedición. Claro, no puede aprender de las experiencias ajenas:

"Si nosotros los exploradores de los límites podemos aportar algo a las fuerzas dirigentes de la política o de la economía, no serán ciertamente nuestras experiencias. Estas serán para ellos vivencias de segunda mano. Sin duda, para alguien que rinde mucho en el campo concreto de su actividad, resultará interesante escuchar las experiencias de los exploradores de los límites que se mueven en otros campos. Pero la posibilidad de aplicarlas resulta cuanto menos dudosa, en tanto que los "alumnos" no tomen parte de ello. Les sentaría bien apearse temporalmente para poder montarse de nuevo con plena consciencia, o bien para hacer transbordo." (p. 246)

Este es uno de tantos mensajes que emite un hombre que aspira a ser sabio con el tiempo: "Ser sabio significa haber tenido experiencias, significa distancia, tolerancia, amplitud de miras. La comprensión y el conocimiento representan mucho, pero la sabiduría es algo más. Es haber entendido con todos los sentidos, con la razón y el corazón, lo limitados que somos. Ser sabio significa ante todo conocer y reconocer los límites del ser humano, y no tanto sus posibilidades. Uno es consciente de las limitaciones al fracasar. Es como volar marcha atrás. Humaniza. Ser sabio no significa ser pasivo. Sólo aquel que no se arriesga no comete errores." (p. 50)



 



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