Jeanmi Asselin. Las paredes del destino. Ediciones Desnivel, Madrid. 1994. 166 páginas. ISBN: 84-87746-33-0
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Existe la muerte en la montaña, pero aún más existe la vida.
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"Hace doce años perdí a un amigo mientras escalaba la cara norte de las Courtes, en el macizo del Mont Blanc, en invierno. A menudo pienso en él, en las ascensiones que habría podido realizar, en las montañas que habría podido conocer, en la nieve que habría podido tocar. Fue en parte ese condicionante, ese "habría", el motivo que me impulsó a reunir este conjunto de textos bajo el título de Las paredes del destino. Una idea muy simple sirve de hilo conductor para todas estas historias: "una pasión puede acarrear la muerte"." (p. 9) "Este lapsus asesino toca a muchos alpinistas; al evocarlo en estas Paredes del destino, actúo un poco como esos curanderos que sanan la enfermedad con la propia enfermedad y alejan la mala suerte jugando a domarla." (p. 10)
Con esta idea, Jeanmi Asselin narra de forma literaria accidentes en diferentes montañas, aunque los narrados del Eiger, el Everest, el famoso accidente del Pilar de Frèney y la tragedia del K2 de 1986 son quizá los únicos que responden a su idea original. Los demás están un poco fuera de la línea declarada y algunos son más una biografía corta que "una muerte acarreada por una pasión".
El libro es, sin embargo, interesante y en particular llama la atención el capítulo 10, "Los prisioneros del Grand Plateau" en donde parece haber una justificación del libro. Es ahí, en la torpeza de las maniobras para rescatar a dos hombres que se habían perdido en el Mont Blanc, que se siente la indefensión del montañismo del año 1956. En ese entonces
"...el comité de dirección de los guías de Chamonix ha rogado "que se dirija una llamada de atención ampliamente difundida a aquellos alpinistas que, por espíritu de competición, ignoran las condiciones de la montaña en sus marchas de ida o vuelta, y para aquellos otros que, por vanidad, emprenden ascensiones por encima de sus posibilidades, pues tanto los unos como los otros incrementan de forma gratuita los riesgos a los que han de exponerse los socorristas, al contar de antemano con su bienintencionada intervención..."" (p. 130-131) "...todo el sistema de rescate, basado en la generosidad, el altruismo, la entrega personal, la solidaridad y el sentimiento, está caduco." (p. 131)
El resultado: los dos alpinistas que esperaban ser rescatados perecen después de ocho días de espera y un sinnúmero de errores humanos.
Y es Lionel Terray quien levanta la voz: "Admito que muchos guías no hayan manifestado entusiasmo por exponer sus vidas lanzándose al rescate de jóvenes tan temerarios, pero lo que no admito, es que se impida actuar a los voluntarios y que, tomada la decisión de realizar operaciones de rescate, se dirijan éstas con incoherencia..." (p. 144)
Quizá el capítulo más importante, pues aunque Bonatti lo narra en Montañas de una vida, este es otro punto de vista, más impersonal y generalizado. "Hoy en día, el socorrismo en la montaña es una organización casi ejemplar, y en parte es a Jean y a François, a la cordada de Brenva, a quien se la debemos." (p. 147)
Las paredes del destino es un libro curioso pues parece recrearse más en la muerte que en una idea fija. La muerte de Tita Piaz, el "Diablo de los Dolomitas", no se produce en montaña; la de Lionel Terray y Louis Lachenal, no tienen similitudes con las otras narradas en el libro.
Sin embargo, hay algo detrás que es importante rescatar: "Existe la muerte en la montaña, pero aún más existe la vida." (p. 109) Después de todo, "Acercarse es familiarizarse. No con la montaña, sino con la propia angustia." (p. 113)
Erratas
Página 63, al final del tercer párrafo, el pie de página 10 está en la página anterior.
