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Montañismo y Exploración
Final de novela en Patagonia


La gran extensión denominada Patagonia es el objetivo de un escritor y su compañero de viaje que a bordo de un automóvil quieren recorrerla con distintos objetivos. El autor, obsesionado por una novela que no ha podido terminar, se lleva consigo a los personajes y las tramas ya trazadas para irlos recreando con los paisajes que vaya viendo. Así, Patagonia se convierte no en un paisaje que se aprende, sino en un escenario que no parece real.







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Mempo Giardinelli. Final de Novela en Patagonia. Ediciones B (Colección Grandes Viajeros), Barcelona, 2000. 240 páginas. ISBN: 84-666-1776-7

Cuando usted viaje, deje su vida en su casa, en su pueblo, en su ciudad. Es un artefacto inútil.

Juan Filloy


Un par de amigos deciden hacer un viaje hacia Patagonia. "...hicimos un fondo común de 2,000 pesos, o dólares, cada uno, y establecimos que si ese dinero no nos alcanzaba nuestro viaje no tenía sentido. Con una camioneta 4 X 4, mucho dinero y tiempo de sobra, cualquiera puede recorrer la Patagonia." (p. 16) "...no queríamos que nuestro viaje fuera un típico y previsible recorrido turístico. La Patagonia nos parecía tan fascinante y misteriosa que preferíamos no estar preparados para lo que nos ofreciera. Lo excitante era precisamente no saberlo todo." (p. 16-17) "Creo que los preparativos terminaron cuando nos dimos cuenta que tantas referencias literarias y cinematográficas no nos hacían bien. Podían incluso ser contraproducentes. Nuestro viaje debía ser el que nos saliera a nosotros, y punto." (p. 23)

Patagonia, ese amplio territorio que llama por sí mismo. Sin embargo, Final de novela en Patagonia no es precisamente un libro de viaje pese a pertenecer a una colección con este nombre. El autor se encarga de contradecir la propia cita que encabeza su libro y si bien no habla de su vida, piensa en cambio en una novela que ha tratado de escribir y a la cual no le encuentra final ni desarrollo. Para él, el viaje representa un trabajo literario y, por desgracia, el lector no puede aprender nada sobre Patagonia de este libro, como no sean dos pasajes donde se nota que el autor realmente quedó impresionado. La una es en el hielo continental y la otra en mitad de territorio patagónico:

"Sucede de pronto: al dar una de las tantas curvas del camino, se topa uno con todo el esplendor de esa pared de hielo que sólo pudieron construir los siglos y el silencio. Al ver esa mole, uno empieza a sentir que en efecto se puede ser testigo de la maravilla. Casi al instante, suena como un cañonazo en algún lado que se repite, en eco perfecto, por montañas y serranías a la vez que las aguas se agitan y ondulan como si una mano mágica las removiera por debajo: se ha quebrado un pedazo de glaciar; esto es, ha caído un bloque de hielo de varias toneladas de peso de 70, 80 metros de largo, que se ha hundido en las aguas cumpliendo así uno de los innumerables, fantásticos eructos de la Naturaleza." (p. 150)

"Un cartel nos indica que estamos cerca del paraje llamado "Cueva de las manos"... Se trata de un impresionante cañón de unos 300 a 400 meros de profundidad. Una quebradura que habrá hecho Dios un día que estaba completamente distraído, una falla en el terreno que no se ve desde ningún lado hasta que uno llega al borde mismo del cañón..."(p. 198) "He caminado tenazmente por montañas de regulares tamaños, andado algunos kilómetros sobre el lomo del glaciar Perito Moreno, recorrido varios bosques de lengas y ahora estoy aquí, en este lugar del mundo lejos de todo, donde no hay ni tele ni radio y el silencio resulta una bendición. Esto es apenas una arruga gigantesca sobre la piel del mundo. Nadie la puede ver. Hay que ser microbio y meterse en ella para descubrirla." (p. 199)

Fuera de esto, uno podría quitar todas las reflexionas literarias, los innumerables bocetos de una novela que al final declara que no sabe si publicará algún día, las citas de diferentes autores, una pequeña disertación sobre Juan Rulfo y no quedaría prácticamente nada que se llamara un libro de viaje. La razón es clara: pese a viajar en automóvil, el autor no parece haberse bajado nunca de él. Está sentado en el auto, conduciendo o escribiendo, y de repente ya habla con alguien y forma algunos cuadros hablados que pretenden ser lo que él vio.

El desarrollo de la novela y sus finales (que no es uno solo) ocupan al viajero de tal manera que uno se percata que pareciera que jamás salió de Buenos Aires y que sólo coleccionó datos de las diferentes regiones de Patagonia con una manía exacerbada en las estadísticas comparativas en cuanto a extensión de superficie.

Pese a haber sido la ganadora del Premio Grandes Viajeros 2000, biblioteca donde están títulos tan excepcionales como Mal de Altura y El peor viaje del mundo o Los Siete Pilares de la Sabiduría, Final de novela en Patagonia no es un libro recomendable para alguien que busca un libro de viajes:

"No quiero que nadie me diga cómo es la Patagonia, ni que me sugieran que vea tal cosa o que deje de ver aquella otra. Yo quiero apreciar todo lo que se presente ante mis ojos, y quiero mirarlo todo virginalmente. Quiero sentir, quiero que lo que aparezca o me suceda no esté previsto... los viajes de otros fueron eso: viajes de otros. Y yo quiero hacer un viaje, mi viaje, quiero construirlo paso a paso y para ello es preciso no leer otros viajes." (p. 41)

Si en cambio busca un libro sobre la experiencia de escribir una novela, esta será una buena guía.

Erratas

En la página 60, dice: "Pero enseguida me corrijo: no, esto es El llano en llamas. No puede ser sino rulfiana, la evocación. Y por la noche, cuando el viento arrecia, lo confirmo: Sierra Grande es Comala. Nuestra Comala patagónica". Comala es el escenario de Pedro Páramo, no El llano en llamas, ambos de Juan Rulfo.




 



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