Daniel Anker. Eiger, la arena vertical. Ediciones Desnivel, Madrid, 2000. 224 páginas. ISBN: 84-89969-55-8
De entre todas las paredes de los Alpes, las más famosas son las que fueron denominadas "los tres últimos problemas": las caras norte del Cervino, de las Grandes Jorasses y del Eiger. Pero de entre ellas, el Eiger es el más conocido por algunos trozos de su historia: la tragedia de Toni Kurz, el primer ascenso por Anderl Heckmair y sus compañeros, el ascenso en un día por Messner y Habeler y la película "La sanción del Eiger", protagonizada por Clint Eastwood.
Sin embargo, el Eiger es más que trozos de historia. "La verdad es que el Eiger sólo existe gracias a su cara norte" (Sylvain Jouty, p. 5). Pero el Eiger es también una montaña que tiene historia e historias: su conquista en 1858, la construcción del ferrocarril que recorre sus entrañas, la construcción de refugios, la historia y desarrollo de los rescates en el tiempo e incluso las manifestaciones artísticas sobre ella (literatura, pintura y cine).
El trabajo coordinado por Daniel Anker y que reúne a varios colaboradores ofrece un panorama completo de la montaña, prácticamente vista desde todos lados y en todas las épocas. Uno de los capítulos más importantes es el escrito por Sylvain Jouty, donde valora la importancia del Eiger en el desarrollo del alpinismo y donde pone de manifiesto que "La verdad es que el Eiger es un teatro. Tiene un escenario (la cara norte), actores (rescatadores y alpinistas), una sala desde donde el público contempla la función a través de los telescopios (la Kleine Scheidegg) y hasta un decorado con entradas y salidas del escenario (la vía normal, la arista Mittellegi y, sobre todo, las dos aberturas, en el mismo corazón de la pared, del túnel del ferrocarril del Jungfraujoch)." (p. 13)
Montaña llena de historias que la han llenado de un halo de misticismo, no deja de tener su controversia particular, desde el juicio de que "El primero que alcance la cumbre (ascendiendo por la Eigerwand) podrá estar seguro de haber realizado la variante más imbécil desde los comienzos del alpinismo" (coronel Strutt, cit. en p. 12) hasta la prohibición de escalarla (1936) por el Estado de Berna. Sin embargo, hasta la aparición de este libro, había 25 rutas abiertas, de diferente dificultad y que manifiestan las diferentes tendencias ideológicas y técnicas de la época en que fueron abiertas.