La montaña ha marcado mi formación desde el principio. Me ha permitido satisfacer la necesidad innata de medirse y probarse, de conocer y saber que cada hombre experimenta. Así, empresa tras empresa, allá en lo alto, me he sentido cada vez más vivo, libre y auténtico, en suma, realizado.
Walter Bonatti
Siempre he obedecido en mi vida de escalador a las emociones, al impulso creativo y contemplativo. Pero ha sido especialmente durante la práctica del alpinismo solitario, cuando he podido entrar en sintonía con la Gran Naturaleza y cuando he podido intuir con mayor profundidad aún mis porqués y mis límites.
Walter Bonatti
Walter Bonatti a los 24 años en Askole, rumbo al K2
La acción me ha llevado a soñar, temer, a exaltarme y, la mayoría de las veces, del sueño y de mi sensibilidad surgía la acción. Está, pues, fuera de toda duda que yo soy un soñador, mis aventuras comenzaron a existir en el mismo momento en que tomaron forma en mi mente. Trasladarlas a la realidad no ha sido más que la consecuencia lógica de aquel primer destello, de aquella invención primera.
Walter Bonatti
Siempre he considerado al compañero de cordada, ante todo, un amigo sincero y seguro, capaz de arriesgarse, de tomar decisiones y en posesión de una cierta cautela natural. No me ha importado gran cosa si no se ha revelado como el perfecto plusmarquista en la acción. Desgraciadamente, no me he encontrado a menudo compañeros de tal clase y, al contrario, cuando creía encontrarme en perfecta sintonía con alguien, por sorpresa, la decepción.
Walter Bonatti
Considero que un cierto tipo de riesgo da sabor a las cosas y es, sin duda, uno de los componentes de la aventura.
Walter Bonatti
Bonatti en la cumbre del Gasherbrum IV: 1958.
En mi opinión, el valor de una montaña, es decir, el de su escalada, está constituido por la suma de elementos diversos y todos importantes: el estético, el histórico y el ético. Nunca podría separar estos tres factores ni prescindir de ellos, ya que fundamentan mi concepción de la montaña.
Walter Bonatti
La montaña me ha enseñado a no hacer trampas, a ser honesto conmigo mismo y con lo que hago. Afrontada de cierta manera, la montaña es una escuela indudablemente dura, a veces incluso cruel, pero sincera lo que no siempre sucede en la vida diaria.
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El espit, un tipo de sujeción que para ser aplicado requiere la perforación de la roca, está, a mi juicio, totalmente desacreditado. De todas formas, hay quienes apoyan tales medios. “Sin estos elementos”, sentencian éstos, “no se podría pasar”. Pero el Grand Capucin ya se había coronado en 1951 y únicamente con los medios tradicionales, aún más, en mi caso, con medios rudimentarios. Sólo queda entonces comprender el porqué de tanta profanación, despreocupación y mal gusto en una vía tan tradicional.
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Walter Bonatti al recibir el Piolet de Oro por su trayectoria en el alpinismo.
En mi opinion, no existía experiencia major que la de medirse con el frío intenso y las dificultades reales de la montaña para comprobar las limitaciones propias, manteniéndose en los márgenes de la seguridad. Para alcanzar nuestro fin, nos imponíamos, noche a noche, una reducción gradual del equipo, eligiendo lugares cada vez más inhóspitos y expuestos a la intemperie. Por supuesto, termómetro en mano, controlábamos las variaciones de la temperatura y teníamos en cuenta nuestras reacciones al frío.
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Amaba la montaña por sus paisajes solemnes, por las luchas entabladas con sus picos, por las emociones y recuerdos derivados de estas luchas, pero, tal vez, la amaba aún más por aquel sentido de libertad y de alegría de vivir que sólo allí arriba, en los montes, conseguía experimentar.
Walter Bonatti
Mi inspiración ha surgido siempre del alma, no alterada por el tiempo, del alpinismo clásico de los años treinta. Esta elección siempre se ha adaptado perfectamente a mi temperamento y siempre ha respondido del todo a mis necesidades.
Walter Bonatti
Creo que cada uno debe afrontar la montaña, sobre todo la extrema, obedeciendo a un impulse natural, animado por motivaciones precisas y personales.
Walter Bonatti
De pronto me siento volver a la vida, después de haber estado tan lejos. Nada material ha cambiado: ni el dolor de las manos, ni la sed abrasadora, ni la sombra negra de los severos perfiles. Y, sin embargo, siento que renace en mí el hombre con el que estos días no he mantenido relación alguna. Estoy encontrándolo otra vez, esto basta para hacerme comprender la intensidad de lo que acabo de vivir. Hasta hace pocas horas, mi medida era la de la montaña, cuyos elementos, roca, hielo vacío, estatismo, duración, he absorbido hasta formar parte de ella. La montaña y yo, una cosa única e inseparable.
Walter Bonatti