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Montañismo y Exploración
Problemas en el Annapurna

Intentando alcanzar la cumbre de su decimo tercer ochomil, Iñaki Ochoa quedó atrapado en la cara sur del Annapurna, con lo que parece ser un edema cerebral. Su compañero Horia lo cuida mientras un grupo de alpinistas de élite organizan el rescate en una de las paredes más difíciles del Himalaya.







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Alguien definió con acierto al Annapurna como la personificación geológica de la angustia. Yo añadiría sin dudarlo el desamparo y la amarga sensación de ser el último habitante de este planeta.

Iñaki Ochoa

El Annapurna es la décima montaña más alta del mundo, la primera en haber sido subida (10 de junio de 1953 por Maurice Herzog y Louis Lachenal) y la más peligrosa de las que superan los ocho mil metros, además de que su pared sur fue el primer problema resuelto de gran dificultad en el Himalaya.

Ese era el objetivo de Iñaki Ochoa, montañista español que tiene en su haber doce de los catorce ochomiles. El año pasado, Iñaki decidió no subir al Annapurna debido a las condiciones que hacían peligroso el ascenso, pues estarían debajo de un serac durante un tiempo considerable. Finalmente, el grupo que lo intentó sí llegó a la cima y regresó con bien. Fue un juego que Iñaki no quiso jugar por considerar que el montañismo en sí representa suficiente peligro como para arriesgarse a jugar en esa ruleta.

La ruta de Iñaki, Horia y Alexei en la cara sur del Annapurna, vista desde el lado norte.

Este año, Iñaki hizo equipo con el rumano Horia Colibasanu y el canadiense Don Bowie para subir por la cara sur del Annapurna a la cima este, desde donde alcanzarían la principal. Sin embargo, el 9 de mayo Iñaki escribía que él y Horia habían decidido “no continuar escalando” con el canadiense Don Bowie debido “a diferencias irreconciliables”. El comunicado de Iñaki no tenía nada de suave y dejaba ver un conflicto que surge más a menudo de lo que parece entre montañistas:

“A partir de ahora, cada cual asumirá su propia responsabilidad. Horia y yo escalremos, bien a nuestro pesar, como cordada de dos hasta el final de la temporada, y lo que haga Don Bowie ya no será de nuestra incumbencia. Y, por cierto, nuestras diferencias con Don NO tienen nada que ver con la interpretación del pronóstico del tiempo, como se puede leer en alguna página sino, en mi opinión personal, con una actitud general de falta de compromiso, enfoque y trabajo, además de una buena dosis de miedo incontrolado.”

La ruta de Iñaki, Horia y Alexei en la cara sur del Annapurna vista desde el sur

El 15 de mayo escribía que estaba “impaciente” por salir a la cima. “Hemos gastado los últimos 53 días en el campamento base trabajando realmente duro y concentrándonos como gurús, identificándonos a nosotros mismos tanto a nuestro objetivo que el Annapurna y nosotros signifiquemos la misma cosa”.

“Desde el punto de vista meteorológico, esta es una de las mejores estaciones que puedo recordar. Sin embargo, lo que es bueno en otras montañas no lo es necesariamente en la cara sur del Annapurna. El nivel de compromiso requerido cuando alcancemos la arista hace imposible lanzar el intento a la cima en las condiciones que otros colegas usarían felizmente en otras montañas.”

Horia llegando al campamento 1, en la cara sur del Annapurna

Habían estado ya varias veces en el campo 2 “intentando, reconociendo, avanzando y retrocediendo, oliendo a la montaña hasta que supimos cómo leerla, cómo entenderla profundamente. Ahora, las condiciones parecen lo suficientemente buenas. La montaña está casi vacía…” Entonces añadía que a la cordada de Iñaki y Horia se había añadido el ruso Alexei Bolotov, “indiscutiblemente uno de los mejores en la historia del himalayismo”.

Alexei ya había subido a la sima Este del Annapurna pero quería la principal, “justo como nosotros. Mañana comenzará una danza salvaje y hemos comprado boletos para la fila de enfrente. Que comience el show y, si quieren, mándenos plegarias y energía positiva”.

Iñaki Ochoa cruzando una zona de grietas

El asalto a la cumbre lo comenzaron el día 16 de mayo y tres días después había confusión en los comunicados, que en esencia se resumen a lo siguiente: Iñaki, y presumiblemente Horia, se había quedado a cien metros de la cima y había retrocedido al campo 4, situado a 7,400 metros de altitud. El 20 de mayo se sabía que al llegar al campo 4 Iñaki había tenido “un ataque que le provocó vómitos, tos e inconsciencia. Horia contactó con la familia y pudo hablar con varios médicos que le dieron las indicaciones sobre qué podía hacer.” A lo largo del día no se pudo saber nada más de ellos porque las baterías de sus teléfonos estaba agotada.

El mismo día 20, una cordada estaba en movimiento hacia ellos, tratando de alcanzarlos para prestarles ayuda, ya que Iñaki, quien al parecer tenía un edema cerebral, no se podía mover por sí mismo. La cordada estaba compuesta por Ueli Steck y Simon Antamathen, los dos suizos que hace poco abrían una nueva ruta en el Teng Kang Poche como preparativo para escalar la cara sur del Annapurna y que habían arribado al campamento base precisamente poco antes de que iniciaran el asalto a la cima.

Iñaki Ochoa guiando en la pared sur del Annapurna

Por su parte, Serguey Bogomolov buscaba escaladores experimentados y bien aclimatados para organizar una partida de rescate que saldría en helicóptero lo más pronto posible. Él y dos montañistas más, uno de los cuales es Denis Urubko, partieron de Katmandú pero su vuelo se detuvo en la localidad de Chomrong, a un día de distancia del campamento base.

El día 21, Iñaki seguía vivo en el campo 4, con Horia cuidando de él, pues está semiinconsciente. Steck y Antamathen tuvieron que detenerse en el campamento 3, a 6,900 metros de altitud (la altura de la cumbre del Aconcagua), debido al mal tiempo y se habían comunicado con Horia a corta distancia. Mientras tanto, Alexei había vuelto a aparecer, pues si bien Iñaki y Horia habían dado la vuelta, Alexei persistió y no se sabía de él hasta hoy. Pero al parece baja con un edema pulmonar, pero por su propio pie.

Iñaki y Horia

Hasta el momento no hay más noticias de los alpinistas en la pared sur del Annapurna y aunque la calidad de quienes están en camino para el rescate es muy alta, la pared también es de gran dificultad. El año pasado Tomaz Humar ascendía por esa pared, muy cerca de donde Iñaki y Horia se encuentran ahora.

En palabras de Iñaki:

“Alguien definió con acierto al Annapurna como la personificación geológica de la angustia. Yo añadiría sin dudarlo el desamparo y la amarga sensación de ser el último habitante de este planeta. Cuando te plantas debajo, descubres que da igual que pises la cima o que no lo hagas, nada va a cambiar en ambos casos. Esa cima que centellea con rabia sólo mide con exactitud nuestra propia vanidad, nuestra impermanencia irremediable. A veces me gustaría ser libre de mis propios deseos, como un budista cualquiera, y ser feliz sólo contemplando la belleza de lo que me rodea, sin necesidad de escalarla. Pero esta una montaña fantástica, y yo un hambre débil, y el deseo ha crecido tanto que ya es difícilmente controlable sin amenazas”.

Alexei, el tercer miembro del grupo



 



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