Estar preparado para el dolor
Edmark fue anteriormente corredor y conoce bien las sensaciones y emociones propias de los momentos duros. Corría diez kilómetros en 31 minutos y 20 segundos, y por tanto sabe mucho acerca del ahorro de energía, posicionamiento y sobre el siempre fundamental tirón final. Ha aprendido mucho de sus días en el atletismo, y así sabe, por ejemplo, cuándo tomar una decisión basándose en las emociones de sus rivales. “Cuando compito, no sólo tengo que escuchar mi ritmo y mi nivel de fatiga, también tengo que pensar en los otros rivales”, explica. “Además, es preciso anticipar el dolor. El truco consiste en saber cómo manejarlo de manera eficiente. Cuando alcanzas el umbral de la incomodidad, tienes que convertirla en energía positiva, pensamientos positivos e impulso positivo”.
Edmark practica las estrategias de visualización, pero también trabaja en gran medida con imágenes kinestésicas, concentrándose más en lo que está sintiendo que en lo que ve, en lo que oye o en su estado de ánimo. Construye imágenes en las que se percibe a s í mismo compitiendo de modo fluido, altamente eficiente y sin esfuerzo. Siente la carrera y tiene todos sus sentidos concentrados en el dolor y le inevitable incomodidad. Durante las sesiones de práctica mental, Edmark crea un marco psicológico tal que le permite activar la energía de una carrera hasta el extremo de hacerle sentir el cansancio y el dolor, mucho dolor. Cuando este dolor llega, él convierte esta sensación en agresividad, diciéndose a sí mismo que debe mantenerse firme, sin ceder al dolor.

“Es curioso, pero en mis mejores carreras no he llegado a sentir dolor alguno. Sé que siempre ha estado ahí, pero creo que he logrado transformarlo de modo muy eficaz, tanto en mi práctica mental como más tarde en la competición.” Este proceso de transformación le permite llegar a ese nivel superior propio de la competición, que emplea una forma de energía y la redefine como agresividad.
“ES una actitud. He visto a muchos ciclistas que se rinden ante el dolor. Sus rostros denotan la fatiga, y entonces tiran la toalla”, dice. “Yo conozco bien esa sensación, la he sentido muchas veces, y sé cuándo va a llegarme ese momento en el transcurso de la carrera; y entonces atrapo el momento, lo transformo y siento una nueva actitud, ahora positiva”.
Gebhard cree firmemente en la necesidad de entrenar con dureza física. Explica que existe una relación directa entre el entrenamiento físico y el emociona. Gebhard ha competido en todo el mundo, incluyendo tres semanas de entrenamiento y competición intensivos en la isla de Guadalupe, en el Caribe. “Allí, las carreteras están llenas de baches y son muy sinuosas”, señala. Acostumbrarse a las condiciones físicamente exigentes durante el entrenamiento nos ayudará a mantenernos firmes durante la próxima competición.