El 10 de marzo, la Asociación Chino-Tibetana de Montañismo (CTMA por sus siglas en inglés: China Tibet Mountaineering Association), envió un comunicado a todo el mundo anunciando que el Everest por el lado del Tíbet estaría cerrado hasta el 10 de mayo, fecha en la que la mayoría de los escaladores intentan ya la cumbre. Aunque las razones esgrimidas fueron muchas, ninguna de ellas convenció al mundo de los escaladores y, sobre todo, de los organizadores de las expediciones, que conocen la montaña bien.
Ese mismo día, 10 de marzo, se cumplía un aniversario más un levantamiento fallido por liberar al Tíbet. Algunos monjes salieron a la calle para gritar “Liberen al Tíbet” y “Viva el Dalai Lama”. A ellos se les unieron varios tibetanos laicos y con eso comenzó todo: no se sabe la cantidad exacta de los muertos y la agencia de noticias chinas minimiza el número a “doce inocentes”.
El palacio de Potala, en la Capital del Tibet, Lhasa
El hecho es uno: China invadió al Tíbet en 1950 con el pretexto de que es un territorio que históricamente le pertenecía. Como cualquier invasión, las justificaciones pueden ser muy elaboradas, pero no deja de ser invasión, es decir: la violación de los derechos humanos. Y aunque algunas discusiones en foros de Internet gira en torno a que los tibetanos no son el mejor gobierno, el hecho principal de la invasión no debe pasar desapercibido: los tibetanos deberían tener la libertad para elegir el gobierno que mejor les parezca, aunque al resto del mundo no.
En 1959, el Dalai Lama tuvo que huir del Tíbet y desde entonces se mantiene en el exilio pidiendo que haya libertad para su gente. Es notorio que el gobierno de China se haya enfurecido cuando le entregaron el Premio Nobel de la Paz en 1989 o el año pasado, cuando se le concedió la Medalla de Oro del Congreso. Para China, el Dalai Lama sigue siendo un incitador a la rebelión y esta vez lo sigue señalando como el causante de los disturbios.
El gobierno chino bloqueó ya Youtube después de que fueran subidos algunos videos de las manifestaciones y la página de The Guardian, uno de los primeros periódicos que publicó fotos de las protestas, tampoco se puede ver desde el interior de China. También están bloqueados CNN y BBC Mundo y ya trasladó a todos los periodistas fuera de Lhasa por “su propia seguridad”.
"Liberen al Tíbet"
El Comité Olímpico Suizo pidió al COI (Comité Olímpico Internacional) que pida una explicación a China por los sucesos porque “no podemos limitarnos a mirar y no decir nada”. Lo cierto es que los Juegos Olímpicos involucran una cantidad exorbitante de dinero y los intereses de muchas cadenas informativas, por lo que difícilmente tendrá efecto el llamado al boicot como manifestación contra la represión sufrida en el Tíbet. De hecho, el COI ya se negó a añadirse al boicot.
En las montañas de la cordillera más alta del planeta, El Everest estará clausurado para cualquier extranjero por el lado de China, lo mismo que el Cho Oyu, aunque China permite acceder al Shisha Pangma.
El Palacio de Potala
Del lado de Nepal, aún no se permite a nadie ir al Everest y el domingo pasado, un grupo de jefes de organizadores de expediciones (líderes, sherpas y staff de cocina) se dirigieron al Ministerio de Turismo de Nepal para pedir respuestas claras. La razón es sencilla: por razones de logística, si no se tiene una respuesta clara antes del 20 de marzo (dentro de tres días) el Everest puede considerar un año de descanso, al menos en primavera.
La exigencias son dos: cuándo se puede comenzar a ascender la montaña y cuántos (y cuáles) permisos se expedirán. Por su lado, la expedición Kazaja que intentaría la travesía del Lhotse y el Everest, ha decidido suspenderla por considerar que necesitaría una calendarización más amplia, incluyendo un inicio de expedición más temprano.
Lhasa, controlado por la policía.
Pero mientras los jefes de expedición piden subir al Everest, y los atletas olímpicos se ven en la encrucijada de renunciar a los Juegos Olímpicos y con ello manifestar su espíritu ético (o no), a la frontera del Tíbet están llegando tropas chinas y no será precisamente para repartir dulces.
Por otro lado, Simone Moro comenta que, independientemente de la forma y las razones para hacerlo, cerrar el Everest quizá sea una buena decisión para que todas las energías se vuelquen en encontrar “nuevos Everest”.
Ruta que debería seguir la expedición kazaja para hacer la travesía Lhotse-Everest