Lawrence E. Armstrong. Rendimiento en ambientes extremos. Ediciones Desnivel. Madrid, 2000. 352 páginas. ISBN: 84-95760-27-4

El entrenamiento físico y los conocimientos de los corredores de competición y aficionados ha mejorado mucho, pero... no todos los participantes están bien preparados o informados respecto a la seguridad. (p. 299-300)

Con la creación de las carreras de competencia que reúnen diversas disciplinas deportivas que se desarrollan en medios no tan "normales" como aquellos a los que uno está acostumbrado, la fisiología del ejercicio se ha desarrollado en diversas vertientes. No es raro encontrar a un triatleta leyendo títulos sobre bicicleta, atletismo y natación, por ejemplo, para no mencionar aquellos que tienen que leer, estudiar, aprender, practicar y dominar deportes como el kayak, la equitación, la caminata, el montañismo, la natación y varias más.

Pero es difícil abrirse paso entre toda esta literatura para hallar las verdaderas joyas que nos hablen directa y minuciosamente de las adaptaciones del cuerpo al medio en que se nos ocurra introducirnos. Rendimiento en ambientes extremos es precisamente eso: un garbanzo de libra donde se habla poco a poco de lo que le sucede al cuerpo que permanece en un ambiente "extremo", sea en reposo o haciendo ejercicio, y esto último es lo más valioso para todos aquellos que nos dirigimos a uno de los medios mencionados. Aunque no define precisamente lo que debe entenderse como "medio extremo", lo deja deducir al lector:

"Aunque todos [los ambientes de la Tierra] presentan peligros para la vida humana, tratamos de explorarlos, trabajar o vivir en algunos lugares que pueden considerarse extremos. El entrenamiento físico y las competiciones deportivas no son una excepción, y algunas personas llevan a cabo su actividad en extremos de temperatura, humedad, radiación solar, velocidad del viento, altitud y presión del agua." (p. 9)

¿Por qué escribir el libro?

"Creemos que es necesario porque mucha gente entiende algo acerca de la fisiología medioambiental, pero pocos saben lo suficiente para tomar las precauciones necesarias." (p. 9)

Es difícil reseñar un libro como éste por la gran cantidad de información pero que, sin embargo, concentra lo esencial a quienes están buscando ayuda sobre cómo entrenar mejor. No se trata de un libro de metodología del entrenamiento, sino de algo anterior a eso: las bases propias del cuerpo.

"Las respuestas adaptativas o adaptaciones (cambios fisiológicos que minimizan el esfuerzo corporal), son los intentos del cuerpo para contrarrestar los agentes estresantes... Las adaptaciones pueden ser bien a corto plazo (acomodación), de duración intermedia (aclimatación) o a largo plazo (adaptación genética)." (p. 13)

Aunque cada capítulo es de vital importancia, quizá el que llama más la atención sea el del calor (pérdida de agua) pues todos estamos expuestos a ella cuando hacemos ejercicio del tipo que sea; es la necesidad de estar bien hidratados y lo que le sucede al cuerpo cuando está no lo está. ¿Se puede uno aclimatar al calor? ¿Se puede sobrevivir con menos agua?

"Aunque el cuerpo se puede aclimatar al calor, si los agentes estresantes provocados por el entorno y el ejercicio superan la capacidad adaptativa del cuerpo, pueden darse enfermedades por calor." (p. 28)

Es decir: el cuerpo puede soportar temperaturas altas siempre y cuando tenga agua suficiente. El cuerpo no puede prescindir de agua porque con ella controla su temperatura en ambientes cálidos. Sin embargo, pueden tomarse medidas preventivas importantes:

"...la medida preventiva más importante incluye exponerse de manera gradual a fatigarse con calor, en días consecutivos. Este proceso, conocido como aclimatación al calor, estimula las respuestas adaptativas que mejoran el rendimiento durante el ejercicio y la tolerancia al calor y reducen la fatiga física y la incidencia de algunas dolencias causadas por el calor. Estas respuestas adaptativas incluyen una menor temperatura rectal, número de pulsaciones y una percepción fisiológica del esfuerzo, además de un mayor grado de ejercicio, tiempo de tolerancia, volumen de plasma y a veces mayor sudación." (p. 40) "...este proceso requiere hasta de 14 días antes de que se logre una aclimatación completa en todos los sistemas y órganos." (p. 41)

En un ambiente caliente la aclimatación puede verse superada muy rápidamente por el mismo entorno y entonces caer en una hipertermia ("temperatura corporal por encima de los 39º C." [p. 324]) que debe combatirse rápidamente. Pero si no se está todavía aclimatado al calor (los 14 días mencionados) hay algunas sencillas medidas que se pueden tomar para evitar caer en la deshidratación.

En la página 43 (figura 2.6) hay un método muy sencillo y eficaz de medir el grado de deshidratación que sería recomendable seguir al pie de la letra, sea que queremos ir a ambientes calientes o que sólo entrenemos. Se trata sencillamente de pesarse antes y después del ejercicio. El peso echado de menos será exclusivamente pérdida de agua (haciendo obviamente algunos ajustes, también sencillos) y, por supuesto, ese mismo peso es el que debemos ingerir de líquidos para regresar a nuestro peso normal.

Esta figura es muy importante porque en la medida en que uno se acostumbre a pesarse antes y después de cada sesión de entrenamiento y se tomen las medidas necesarias para rehidratarse adecuadamente, se estará uno formando una concepción nueva de lo que significa entrenar. "Hidrátate o muere", como dice un eslogan actual.

Lo mismo que con el calor, en el frío se pierde la sensación del límite de nuestro cuerpo porque "...en nuestra era moderna de casas, coches y oficinas con calefacción, una persona corriente no es consciente de que todas las reservas fisiológicas que tiene para combatir el frío pueden venirse abajo en un santiamén." (p. 86)

El cuerpo también tiene respuestas adaptativas que tienen sus propios límites de funcionalidad, como en el calor. La más conocida es el temblor incontrolado. Pero este puede ser perjudicial: "...el ejercicio es menos eficaz cuando se hace temblando." (p. 98)

Igual que en calor y el frío, los capítulos de ambientes de alta presión (inmersos bajo el agua) o de baja presión (las montañas), el entrenamiento en ciudad (aire contaminado) los patrones meteorológicos del aire o las alteraciones en los biorritmos, están tratados con una profundidad impresionante. La lectura del libro puede ser exasperante y a veces de ideas contradictorias (las discusiones en ciencia siempre son así) para el lector sin una preparación básica en fisiología general o, mejor aún, en fisiología del ejercicio. Los médicos, paramédicos, entrenadores y organizadores de competencias pueden encontrar en este libro aspectos muy importantes de organización y de entrenamiento. O bien, de discusión.

Rendimiento en ambientes extremos está completado con un glosario que puede facilitar el uso del libro y de dos apéndices, uno sobre la reposición de líquidos y el otro sobre afecciones al frío y calor dirigidos a los organizadores y médicos de competencias.

Lo cierto es que si el autor pretendía hacer pensar a quienes hacemos ejercicio en ambientes como los señalados, lo logra con mucha fuerza porque habla precisamente de aquello que nos sucede cuando estamos ahí y nos preguntamos "¿Por qué sucede así?"