Peter Boardman. La montaña resplandeciente. Dos hombres en la pared oeste del Changabang. Editorial Juventud, Barcelona, 1982. 224 páginas. ISBN: 84-261-1892-5
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El primer ascenso de una ruta o una montaña es un acto creativo y, en muchos casos, refleja el estilo particular de un montañista.
Código de montaña, UIAA |
Un año después de participar en la enorme expedición dirigida por Chris Bonington que escalara la pared suroeste del Everest, Peter Boardman se encuentra en el Himalaya del Garwhal, bajo el Changabang. Joe Tasker lo había invitado a ir con él a la pared oeste, sólo ellos dos, una empresa que fue recibida con escepticismo por el medio de los escaladores, incluido el mismo Bonington. La escalada fue hecha, por supuesto, pero ahí no termina la historia narrada por Boardman. La escalada es más bien el pretexto para contar qué representaba una expedición de sólo dos personas en 1976.
1975 fue el año de contrastes, en el que Messner y Habeler escalaran en estilo alpino una montaña de ocho mil metros y en que la enorme expedición de Bonington escalara la suroeste del Everest. Así, lanzarse a un reto como la pared oeste del Changabang representaba reunir los dos estilos: ir a lo más difícil pero sólo dos personas. El contraste entre el Everest y el Changabang es tocado varias veces por el autor, sin quitarle mérito a la primera.
"Mi vida se había visto dominada por un único acontecimiento. El día que conquisté la cumbre del Everest me lo regaló una bien organizada expedición de más de cien personas. Durante el resto del tiempo en la montaña había sido simplemente una pieza de un engranaje humano, estructurado verticalmente a la espera de una señal del líder para encajarme en la nueva posición que se me asignara." (p. 8)
Algo que llama poderosamente la atención es la fuerte personalidad de Joe Tasker y su calidad de montañista. No son descripciones de él, sino comentarios sobre lo que ambos están pasando lo que hace pensar al lector que es precisamente Joe el compañero ideal para emprender una escalada de la magnitud del Changabang, pero al mismo tiempo muestra las debilidades del autor, algo que pocos estarían dispuestos a hacer después de haber realizado un primer ascenso como ése.
No se encuentran rasgos de individualismo en ninguno de los dos pero sí de la fuerza e importancia de la cordada:
"El hecho de que debíamos escalar la pared oeste se había convertido en lo más importante del mundo. Nada nos detendría, la continua presencia del riesgo, que nos había mantenido alerta durante semanas, había generado tal intensidad que, en momentos de reflexión, era aterradora. Aquella empresa había adquirido más importancia que nuestras vidas. Sin embargo, al mismo tiempo, nuestras facultades combinadas parecían haber formado una tercera cualidad indivisible, fuera de nosotros, en la cual teníamos una fe implícita." (p.129)
La experiencia de escalar la pared fue dura:
"Fue una amarga prueba, pies helados, las piernas temblando por el frío, los cuerpos gritando "¡basta!". A pesar de ello, controlábamos plenamente la situación aunque bordeábamos la tenue línea que separa lo difícil de lo peligroso." (p. 192)
Al regreso a su campamento base se enteran que una expedición estadounidense tuvo un accidente en el que murieran cuatro de sus miembros, entre ellos el primer mexicano que fuera al Himalaya: Benjamín Casasola. Joe Tasker y Peter Boardman suben al Dunagiri para sepultar los cuerpos al día siguiente de haber bajado del Changabang.
Al final, Mientras Tasker va a buscar porteadores (su oficial de enlace los había abandonado en el campamento base apenas llegar) Boardman se queda solo a la espera y lleva a fondo el "no dejar huella":
"Las expediciones habían causado estragos en la zona. Por todos lados se esparcía material abandonado y roto, y en la ladera se veían las plataformas allanadas para las diez tiendas y las paredes de piedra construidas a su alrededor. Ahora que estaba solo todo aquello tenía un aspecto de vandalismo." (p. 209)
"En el campamento de altura metí los restos de material dentro de la mochila y recogí toda la basura... Luego hice caer los cairns que señalizaban el campamento y nos habían servido de guía a través del glaciar. Estaba decidido, hasta donde fuera posible, a no dejar ninguna huella de nuestro paso." (p. 212)
Las capacidades físicas, las humanas, la conciencia de la naturaleza como tal, el apoyo a montañistas ya fallecidos y su carencia de presunciones personales, hacen de él un libro alentador. Ahí están los escaladores y montañistas tal como los quisiéramos tener de compañeros. Y frente a esos dos hombres, la pared oeste del Changabang, un reto que había sido calificado como imposible por los mejores de la época.