Mi deseo de atravesar a pie grandes regiones era tan elemental que a veces ni siquiera tomaba fotografías ni escribía un diario. Viajar era un fin en sí mismo. Las experiencias que guardaba para mí mismo se mantenían vivas durante más tiempo que las aventuras comercializadas. Una escena muy fotografiada pierde su aura igual que una aventura narrada demasiadas veces. Lo que me enriquecía era la experiencia subjetiva de escalar, viajar y contemplar. Soy un caminante y viviré así una larga vida. Tengo también perfectamente claro que escalaré de vez en cuando una montaña cuando así lo necesite.