Ideario 33
1 marzo 2000
Un buen alpinista debe desarrollar el instinto de supervivencia con la misma atención con que perfecciona su técnica.
|
La energía vital del hombre no depende únicamente de la voluntad consciente de vivir; también se manifiesta por medio de un instinto inconsciente de supervivencia. El instinto de conservación es a veces tan poderoso que en un momento de peligro puede transformar al hombre más pacífico en una fiera salvaje, así como imprimir en nuestra mente determinados presentimientos. En la montaña es una verdadera locura luchar contra este tipo de instinto o intentar aminorar su influjo. Con gran frecuencia, eso que muchos llaman "buena suerte" no es otra cosa que saber esquivar a tiempo una desgracia presentida.
Un buen alpinista debe desarrollar el instinto de supervivencia con la misma atención con que perfecciona su técnica. Es indudable que en la montaña no existe la seguridad absoluta ni existe ningún medio para prevenir los peligros objetivos, ni ninguna "ciencia de la seguridad". La única forma es conducir el cuerpo por la pared, haciendo en todo momento lo posible para garantizar al máximo la seguridad.
Reinhold Messner.
El Séptimo Grado
