La diferencia principal entre un aventurero y un suicida reside en que el aventurero se concede un margen de escapatoria (cuanto más estrecho es el margen, mayor la aventura). Un margen cuya anchura y longitud puede estar determinado por factores desconocidos, pero cuya navegación venturosa está decidida por la medida del valor y el ingenio aventurero. Siempre es estimulante vivir de los propios nervios o hacia la culminación del propio ingenio.