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Montañismo y Exploración
Entrevista a Carlos Carsolio
12 junio 1996

Por Magali Arnold La hazaña de haber conquistador y alas 14 cumbres más elevadas del mundo no limita en modo alguno el horizonte del montañista mexicano Carlos Carsolio para seguir buscando nuevos retos en esta actividad. “Tengo varias opciones, todavía …







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Por Magali Arnold

La hazaña de haber conquistador y alas 14 cumbres más elevadas del mundo no limita en modo alguno el horizonte del montañista mexicano Carlos Carsolio para seguir buscando nuevos retos en esta actividad.

“Tengo varias opciones, todavía no lo decido y aún no lo doy a conocer, pero de que hay proyectos, sí hay. Hay proyectos interesantes que van un paso más allá de lo que he hecho en el pasado y, bueno, son proyectos apasionantes; yo he abierto nuevas rutas, he realizado escaladas extremas y quiero seguir en esa misma línea”, dice el deportista de 33 años quien junto con su esposa Elsa Ávila de Carsolio forman una de las parejas de montañistas más famosas del mundo.

Carsolio, quien recibió el Galardón Nacional Ocho columnas de Oro el sábado pasado de manos del Ing. Juan José Leaño Álvarez del Castillo, director general de la Universidad Autónoma de Guadalajara, comenta de dónde viene su afición al alpinismo:

“Mis padres son montañistas, entonces desde muy pequeño escalo. Mi primera escalada creo que fue a los 8 años. Antes hacía montaña y caminatas y me dediqué muchos años a escalar roca, y después de los 20 a la montaña de gran altitud”.

—¿Fuiste boy scout?

“No, nunca”

—Parece como si hubiera un techo invisible para las montañas del mundo. Ninguna llega a los diez mil metros. ¿Te has preguntado por qué?

“Se supone geológicamente que en el pasado sí ha habido montañas más altas que el Everest mismo. Por ejemplo, se cree que el Iztaccíhuatl cuando era un volcán muy alto que sobrepasaba los nueve mil metros, pero se fue reduciendo por el efecto de la erosión y todos los cambios que ha habido en el planeta. De hecho las montañas más altas del mundo son precisamente las más jóvenes, como el Himalaya es una cordillera muy joven geológicamente hablando y se sigue elevando. Pese a la erosión y dependiendo de la zona de que se trate, crece alrededor de unos tres centímetros por año”.

—¿Qué es la soledad en la montaña?

“Es muy diferente a la soledad en la ciudad, yo me he dado cuenta que vas en el Metro rodeado de una gran cantidad de gente y nadie le hace caso a nadie, esa es una soledad muy triste. En cambio, la soledad de la montaña es apasionante, es una soledad muy llenadora, pero también es una soledad difícil si no estás acostumbrado, si no estás mentalmente preparado. Es como la soledad del desierto o del océano, te puede destruir mentalmente si no estás preparado para afrontarla, necesitas una preparación de años para poder asimilarla”.

—¿Cómo trazas tus rutas de ascenso de lugares donde nunca antes has estado?

“Depende, si es de una ruta que ya fue escalada en el pasado te informas en base a fotografías, en base a información anterior, con eso tú trazas tu ruta, pero siempre hay variantes dependiendo de los riesgos y uno trata de correr los menos riesgos posibles. Pero la montaña está viva, la montaña cambia todo el tiempo según cuánto haya nevado, según los movimientos glaciales de los bloques de hielo y otros factores”.

Carsolio explica que en caso de una nueva ruta “que he abierto varias”, se toman en cuenta todos los elementos posibles, tanto las experiencias recabadas por otros montañistas como la propia percepción a medida que se va avanzando.

—¿Cómo aprovechas tu experiencia?

“Bueno, llevo diez años dando conferencias motivacionales a empresas, de hecho de eso vivo. Relaciono mucho lo que es la montaña con las metas particulares de cada individuo o empresa y desde octubre del ’92 inauguramos nuestro centro que está en el bosque. Se trata de un centro de desarrollo para ejecutivos, con retos a afrontar al aire libre, donde los ejecutivos fortalecen su actitud y conceptos como liderazgo y trabajo en equipo, comunicación, etcétera. Esa ha sido mi mejor manera de comunicar mis experiencias. La otra ha sido la difusión que cada vez más le han dado los medios de mi actividad y particularmente en la reciente expedición con la transmisión en vivo que hicimos. Ese fue un gran paso para difundir esta actividad y siento que ha sido un buen aliciente para la juventud el compartir estos retos”.

—¿Consideras que a raíz de tus logros, habrá un interés creciente por el montañismo entre los jóvenes mexicanos?

“Probablemente así ocurra. Para mí es un placer compartir mi experiencia porque México me ha dado mucho y es una forma de corresponder. Creo que los jóvenes de este país necesitan más motivación, más entusiasmo, que los zarandees y que les digas que pueden lograr las cosas, porque están muy apachurrados. Tenemos que levantarlos y una forma es compartiendo los éxitos que diferentes mexicanos hemos logrado para que los jóvenes se convenzan de que pueden lograr metas importantes. Y particularmente del mundo de la montaña creo que hay muchachos interesados, aunque es preciso que sepan que se trata de un deporte peligroso y por lo tanto deben hacerlo por los canales adecuados para que reciban la instrucción suficiente porque si no podría haber muchos accidentes”.

—Sabemos que desarrollas una interesante actividad editorial.

“Sí, tengo un libro de muchos artículos y entrevistas: artículos en revistas especializadas de montaña y tengo un libro que fue premiado Al Mérito Editorial en 1991. Es un libro con muchas fotografías y un texto motivacional, narrando algunas de las aventuras que he vivido. También hay muchos documentales, todos los que producimos para nuestros programas motivacionales de televisión”.

—Platícanos de tu esposa que también es montañista.

“Tenemos muchos años escalando juntos, unos quince años. Elsa ha sido la mejor montañista mexicana y escaló muchas cumbres importantes; tenía sólo 23 años cuando subió una montaña de más de ocho mil metros. Era la mujer más joven en el mundo en haberlo logrado, y ha hecho muchas escaladas y primeros ascensos femeninos mundiales, pero ahora está semirretirada porque en el ’92 sufrió congelaciones muy graves en una expedición al Kangchenjunga, la tercera montaña más alta del mundo y que ninguna mujer ha podido subir. Tuvimos una tormenta muy seria y desde entonces no ha podido escalar al mismo nivel de antes. Hace ocho años nos casamos y tenemos una niña, Karina, de dos años y medio y Santiago, de diez meses”.

—¿Inculcarán a sus hijos el gusto por el montañismo?

“La actividad de la montaña es muy formativa de carácter, puedes liberar muchas tensiones, pero es muy peligrosa. Me apasionaría que mis hijos realizaran esta actividad, pero al mismo tiempo veo en mis papás cómo se preocupan por mí y pienso que nos preocuparía mucho que nuestros hijos corrieran esos riesgos”.

—¿Cuál fue tu primer éxito de resonancia?

Fue en 1985, tenía 22 años. Abrimos una nueva ruta en la pared más grande del mundo, que es una montaña de más de ocho mil metros, iba con un grupo internacional y a partir de entonces he estado en ese nivel”.

—¿Y tu experiencia más desagradable?

“Es difícil decirlo. Ha habido muchas. A lo largo de los 14 ochomiles perdí nueve compañeros directos en las expediciones, la estadística de percances es muy alta. Se debe más que nada a que siempre he estado en la búsqueda de ir más allá, abriendo rutas, ir en ascensos contrarreloj y definitivamente el riesgo es más alto. He tenido experiencias muy duras, cuando estábamos intentando el ascenso sin tanques de oxígeno por la ruta Yugoslava del Everest, que es la más difícil y nadie lo ha hecho, ahí murieron cinco de mis compañeros en una avalancha. Ese fue un golpe terrible, de los más duros que he tenido. He estado compartiendo momentos muy trágicos, los he visto morir o sobrevivir, han sido experiencias de todo tipo, pero no todo es desagradable porque ha habido cosas muy agradables también. Cada cumbre es un mundo”.

—¿Anécdotas?

“Anécdotas hay muchas, toda una vida dedicada a la montaña, entonces hay muchas aventuras, he escrito algo de eso en mi libro que está actualizado hasta el ’90 o sea que me faltan seis años y espero darme tiempo para escribir más”.

—¿Has visto huellas de seres vivos en las altas cumbres?

“En una ocasión un amigo narró una historia muy interesante de las huellas que vio, era la madrugada y según dijo se trataba de huellas homínidas, pero a mí no me ha tocado ver nada de eso. Lo que sí he visto son huellas de especies a punto de extinguirse como el tigra de las nieves y otros animales”.

—¿Cómo es el trato con los sherpas?

“Los sherpas son personas de una sola área, pero por ejemplo Nepal es un mosaico de etnias y de muchas culturas, hay una gran diversidad de lenguaje. He tenido oportunidad de conocer a los sherpas, a los tamas; son gente de montaña, gente que vive en esa serranía, gente muy sencilla, gente con la que comparto mucho. Un amigo me decía que mi corazón está en Nepal, pero bueno, la mitad está en México y la otra en Nepal”.

—¿Hay tiempo para meditar cuando se está en la cumbre; para pensar en Dios?

“Sí, por supuesto, en la montaña tienes mucho tiempo de meditar, no en la cumbre misma porque todo es actividad, no tienes tiempo de asimilarla a fondo porque hay que tomar fotografías, admirar los alrededores, compartir con el compañero, son muchas cosas. Estás muy preocupado por bajar, pero hay otros momentos a lo largo de la escalada o también en el descenso en que tienes una gran oportunidad para meditar. Mientras más alto, más se siente la presencia de Dios”.

—¿Hay algo que hagas siempre antes de empezar un ascenso?

“Sí, soy muy metódico, hay gente que me critica porque me gusta que todo sea perfecto en la montaña antes y durante la escalada. He perdido tantos amigos, gentes que mueren en el alpinismo, porque un error te cuesta la vida. No te cuesta el partido, no te cuesta la carrera; te cuesta la vida. Antes de subir una montaña reviso minuciosamente todo mi equipo, me amarro de cierta forma las botas. Es como un mecanismo de concentración”.

Ocho ColumnasJunio 12 de 1996



 



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