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Montañismo y Exploración
Recorrido por la Sierra Tarahumara

…una vez que llegamos al mirador. La vista fue de película, de hecho yo no recordaba una vista así desde mi visita al Gran Cañón del Colorado. Pero lo que más me impresionó fue una montaña que estaba a la mitad de lo que podíamos ver de la barranca de Urique.







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EN LA OTRA BARRANCA

Siguiendo la vereda que se mostraba en el mapa pasamos por algunos puntos claves del camino como la Piedra Redonda y el Cerro del Manzano y comenzamos a observar las paredes que forman el cañón del Río Batopilas y la Barranca de Munérachi. Ya habíamos atravesado prácticamente una de las Barrancas y nos quedaba luego descender nuevamente desde los 2000 msnm hasta el valle del Río Batopilas que debía estar a los 700 msnm, similar en altura al Río Urique. En un camino que parecía interminable, sobre todo para Alfredo, quien en las últimas horas de la tarde perdió nuestras huellas, se desvió de la vereda y fue recibido no muy gratamente por una familia de cactus.



...encontré lo que tanto estaba deseando: la bajada. Era, en palabras textuales de Karel, “una bajada chinga-rodillas”. Karel y Jorge empezaron a bajarla lo más rápido posible. Yo intenté seguir su paso, pero las rodillas me empezaron a temblar. “¡Maldita sea!” No lo podía creer. Todo ese día estuve esperando la bajada y ahora que estaba en ella se me hacia mas pesada que la subida. Cuando vi hacia abajo un caserío, me alegré mucho pues estábamos por fin cerca de terminar esa jornada. Las casitas se veían más grandes pero cada vez había menos luz. Una vez más estábamos presionados por que no se nos fuera a terminar la luz de día. En un descuido, me perdí.



Llegó un momento en que los vi más abajo —y en otro cerro— de lo que yo estaba. Fue en es momento cuando perdí toda la calma y, en lugar de regresarme por donde venia, pensé que tendría que seguir subiendo para encontrar la bajada. Pero de repente me encontré peleando con las espinas de las plantas que obstaculizaban mi camino. Si tener más en la mente les grité desesperado que donde estaba el camino.




CERRO COLORADO

Llegamos a las 6:30 de la tarde a Cerro Colorado, una pequeña población hasta donde llega la carretera proveniente de Batopilas. Su nombre lo debe al color de su cerro tutelar. Lo primero que escuchamos al arribar fue la música norteña del grupo “El Exterminador”, melodía que en ese momento sonaba bien a nuestro oídos luego de muchas horas de caminar con el único ruido de nuestro pasos y las conversaciones que eventualmente manteníamos.



Teníamos a varios niños a un lado de nosotros, siguiéndonos y preguntándonos por las lámparas, mochilas, estufas. Recuerdo un niñito de tres a cuatro años que nos tenia muy fastidiados. Era de esos niños súper despiertos y algo cabrón para la edad. Una vez más, estos niños le dijeron a Karel que no hablaba “como de México” y que debería de ser gringo. Una vez más, Karel se disgustó mucho.




El 31 de diciembre, los amigos que habíamos hecho en Cerro Colorado, luego de relatar nuestra travesía por la Sierra, nos llevaron hasta Batopilas. Nuestro interés de encontrar comunidades tarahumaras ya se desvanecía en este punto donde dejábamos atrás la Sierra y entrábamos en la civilización.



Pero cual sería nuestra sorpresa cuando sin esperarlo, llegaron adonde estábamos una familia de tarahumares, con quienes por fin tuvimos la oportunidad de compartir algunas palabras, observar sus peculiares tradiciones y hacer algunas fotografías.



Llegar a Creel ese mismo año (2003), distante 120 km de Batopilas, era imposible de lograr, pues el único camión que cubre esta ruta salía a diario a las 4 de la mañana. Entonces con la ilusión de vivir la fiesta del año nuevo en medio de la Sierra y descansar de la travesía, nos quedamos todo el día conociendo la tierra donde nació Manuel Gómez Morín, quien fuera rector de la UNAM, presidente del Banco de México y fundador del Partido de Acción Nacional PAN.

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