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Montañismo y Exploración
Alpinismo y desafío


Escrito como un "manual para principiantes", este título es desconcertante por la cantidad de información presentada y sobre todo por la cantidad de errores técnicos que contiene, lo que le hace no recomendable.







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Javier Sintes Pelaz. Alpinismo y desafío de la alta montaña. Ediciones Desnivel, Madrid, 2003. 602 páginas. ISBN: 84-96192-20-2


“Los más famosos los son porque han podido escribir y fotografiar  o filmar sus más arriesgadas  aventuras  y por eso hemos creado este libro que no va dirigido especialmente a quienes ya se puedan considerar como expertos que, dicho sea de paso, usarían manuales y guías mucho más técnicos y especializados.” (p. 22)

Con estas palabras inicia el autor del libro lo que él denomina “un recorrido” por la montaña y que pretende ser un manual para principiantes.

El resultado es abrumador. La enorme cantidad de técnicas tratan de platicarse, en vez de explicarse, lo que da la sensación de un diálogo del autor hacia el lector. El estilo, sin embargo termina siendo confuso pues se habla de un tema en diferentes ocasiones y para buscarlo habrá que recorrer diversas páginas sin encontrarlo todo.

Independientemente del estilo, que a muchos podría gustar, el contenido tiene muchos errores que desde el primer capítulo hacen pensar que si el resto del libro es así, habrá que tener cuidado con lo que se diga prácticamente en todo momento. Un ejemplo es la mención el nudo bulín:

“Este nudo, que ha sido la estrella de los nudos para encordarse hasta que se estudió científicamente, fue el que se ha usado en todo el mundo hasta que se informó de que cuando se traccionaba o cargaba del anillo formado por él se podía deshacer... Aún así, dominar el nudo bulin es muy aconsejado pues sirve para mil y una maniobras.” (p. 257)

Habría que imaginar la cara de Pit Schubert, con sus tres décadas de estudio sobre accidentes, al leer esto en un manual para principiantes.

Errores de este tipo son abundantes: “Si la camisa está un poco despeluchada, sin afectar su función, pasar rápidamente la llama de un mechero para que desaparezcan los pelillos.” (p. 242) Pensar en la estética de la cuerda antes que en la seguridad del escalador, no tiene sentido.

Además, se recomienda golpear el piolet con un martillo (p. 421), hacer el muy antiguo y olvidado “paso de hombros” para resolver un problema en la escalada (p. 236), hacer una travesía con la cara al vacío (p. 239), no tomar hielo ni nieve para quitarse la sed porque provoca diarrea (p. 133), hacer una cadena de mosquetones para sacar un clavo con el martillo (como si los mosquetones no se dañaran, p. 287), ir dejando “depósitos de basura, debidamente recubiertos por pesados pedruscos para que los animales no tengan acceso a ella, y al regresar la iremos recogiendo para dejarla a buen recaudo.” (p. 351), entre otras cosas.

Pensando en que se trata de un libro dirigido a principiantes, el resultado es un libro que no es recomendable en absoluto. Los únicos fragmentos que son rescatables son los escritos por otros montañistas, aunque algunos son muy generales.

A modo de ejemplo de las errores que contiene, sólo daré las encontradas en el primer capítulo:


Erratas

Página 52, líneas 5 y siguientes, dice: “Con respecto a Centroamérica, el Popocatépetl, la Mujer Muerta o Iztapatlán en la lengua de los Méxicas [sic] y el más alto, el Pico de Orizaba, son los más visitados.” Los tres volcanes están en México, que no es parte de Centroamérica como “país grande” o como entidad continental, sino de Norteamérica. El nombre del segundo volcán es Iztaccíhuatl (que en lengua náhuatl quiere decir “mujer blanca”), no como está escrito. El nombre correctamente escrito es “mexicas” (pronunciado en náhuatl como “meshicas”).

Página 53, línea 17, dice: “Huanduy” El nombre es Huandoy.

Página 55, líneas 12 y siguientes, dice: “Cuando todo indicaba que los Alpes iban a servir de tótem común a quienes amaban las montañas de Europa, la Primera Guerra Mundial...” Se trata de la Segunda Guerra Mundial, pues líneas atrás, se describió el ascenso al Eiger, de 1938.

Página 56, líneas 15 y siguientes, dice: “Cuando fue «descubierta» por los exploradores ingleses, vislumbrándose muy a lo lejos por encima de la arista que une al Nuptse con el Lhotse, el cartógrafo de turno, fino adulador, la bautizó con el nombre de su jefe, Sir Everest, y así la conocemos actualmente. Después, cuando se dedujo que era la más alta de la Tierra...” La historia común es que un cartógrafo llegó a la oficina de la India diciendo que había encontrado la montaña más alta del mundo. Después se le puso el nombre de Everest, quien no era el jefe del “cartógrafo en turno” pues ya no laboraba ahí.

Página 57, segundo párrafo, dice: “George Leigh Mallory dirigió la macroexpedición...” Por los datos que proporciona el autor, se trata de la expedición de 1921, pero Mallory no dirigió ni esta ni las posteriores expediciones.

Página 57, cuarto párrafo, dice: “...en la década de los 80, se encontró la cámara fotográfica de Irvine y el piolet de Mallory...” La cámara fotográfica no se ha encontrado aún y el piolet que se halló perteneció a Irvine, por las tres muescas que presenta. El año del descubrimiento del piolet fue en 1933.

Página 59, tercer párrafo, dice: “Lachenal y Rébuffat continuaron su afamada carrera alpinística...” Lachenal nunca volvió a escalar sino en un grado mínimo, debido a las amputaciones que sufrió.

Página 65, cuarto párrafo, dice: “...el Lhotse se convirtió en el tercer ochomil que fue ascendido durante la también victoriosa expedición suiza al Everest de 1955...” El Lhotse fue ascendido en 1956 y fue la novena cima de ocho mil metros alcanzada.

Página 68, párrafo 5, dice: “...pared sur del Aconcagua que tiene dos terribles kilómetros de abismal y caótico desnivel.” La pared sur del Aconcagua tiene tres mil metros de altura.

Página 71, primer párrafo, dice, hablando de “...la posibilidad de comunicación entre el campamento base y los de altura”: “...los teléfonos móviles y los GPS individuales han paliado mucho tales angustias. En las montañas del Himalaya no se usan teléfonos móviles, sino satelitales y el GPS no sirve para establecer contacto con otras personas.



 



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