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Montañismo y Exploración
Viaje a pie


Un viaje a pie por cualquier lugar en el mundo, sólo caminando a través de una tierra lejana de carreteras y de civilización, justo para encontrarse lo más natural del mundo o del hombre. Este es el viaje que Julio Villar presenta como notas de viaje: fotografías que se pueden ver en su viaje o en el de cualquiera otro. La diferencia es la persona que lo vive y la intensidad. La forma tan simple de narrarlo es valiosa: notas que no tienen (o parecen no tener) una continuidad, pero que llevan al lector a descubrir que el mundo es más sencillo de lo que parece.







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Julio Villar. Viaje a pie. Editorial Juventud, Barcelona. 1986. 224 páginas. ISBN: 84-261-2198-5

La vida me hace regalos / cuando los necesito. / Yo nunca quiero abusar, / la vida no se merece eso.

Me gusta la montaña que dice no.


Un vagabundo que es rechazado en algunos pueblos, que es criticado por su cabello largo pero sigue firme en sus convicciones: viajar y conocer. ¿Cuál es el objetivo? No lo explica y no lo necesita porque no tiene que rendir cuentas a nadie más que a sí mismo. "Nací con una estrella / que me obliga a navegar; / ésa es mi maldición." (p. 21)

Viaje a pie es precisamente eso: sólo uno viaje más y el autor no pretende que sea uno extraordinario. Su "relato" no es más que un anecdotario cotidiano que puede suceder en cualquier viaje de cualquier viajero, siempre y cuando éste sea observador y piense, como sucede a cualquier caminante que anda por días y semanas: "A las ideas sólo se llega una vez. / Una sola vez. / Cuando se llega más veces... / ya no es lo mismo." (p. 186)

Como caminante solitario en una tierra (dice en dónde anda pero podría ser cualquier sitio), se da libertades que le permiten captar lo que le rodea, desde el mismo paisaje hasta la gente: "Es bonito andar de noche, cuando tu camino no tiene otro límite que el de tus pasos. / Pienso fugazmente en los que no saben que hoy la luna está llena. Y pienso en los que no saben que se puede andar de noche. Qué triste sería estar ahora encerrado en una casa sin sospechar lo que está pasando fuera..." (p. 14)

Este viaje es más hacia el interior de sí mismo y lo expresa de formas muy convincentes: "Me he ido. / ¿Me he ido? / ¿De dónde? / ¿Estaba en algún sitio... o sólo pasaba?" (p. 27)

Son ideas comunes, destellos que le llegan de repente y que llaman la atención las que apunta en un cuaderno y que presenta como resultado de Viaje a pie. No son éxitos, sino el tipo de lectura que uno esperaría de una novela de Hermann Hesse, aunque de repente sus vivencias sean tan profundas que pareciera ser Juan Rulfo quien escribe: "Primero nos quitaron la escuela. Luego, el cura. No tenemos médico ni practicante. Aquí no queda ni Dios." (p. 125)

Este libro es quizá la continuación de ¡Eh, petrel!, una travesía alrededor del mundo en un pequeño velero. Es la misma forma de presentar las situaciones pero el escenario es ahora distinto, pues no es el mar, sino la tierra la que produce sus reflexiones y notas: "Llevo unos días en lo que todo es lo mejor del mundo. El paisaje más bonito del mundo, la niebla más bonita del mundo, la noche más bonita... del mundo." (p. 55)



 



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