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Montañismo y Exploración
Cordadas de alerta


Hasta el momento, cuando surgían accidentes, eran sólo los guías los encargados de resolver la situación. Pero los guías tienen sus obligaciones profesionales —de las cuales viven y alimentan a sus familias— y tienen un equipo y material propio que en cualquier operación sufre desgaste. Y, lo que es más, exponían su vida en las operaciones de salvamento a veces precisamente para ir a rescatar a quienes habían despreciado sus servicios. Por ello fueron creados los Pelotons de Gendarmerie de Haute Montagne…"







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J.-J. Mollaret. Cordadas de alerta. Editorial Juventud, Barcelona, 1976. 175 páginas ISBN: 84-261-0279-4

La montaña no es precisamente un espejo complaciente de las actividades febriles del hombre, ni siquiera de sus hazañas.


Además de la belleza de la montaña y de todo lo que puede traer consigo en cuanto a ética y modos de vida, también existen los accidentes, algunos de ellos fatales: porque están "convencidos de que los accidentes sólo los sufren los demás." (p. 48) "Es el buen tiempo, que lanza turistas y alpinistas —o los que creen serlo— al asalto de senderos, de neveros o de paredes severas. Consecuencias: accidentes numerosos por imprudencia, por mal equipo, por demasiada despreocupación, sobre todo en montaña media." (p. 56)

Pero, ¿cómo surge el rescate en montaña? "Hasta el momento, cuando surgían accidentes, eran sólo los guías los encargados de resolver la situación. Pero los guías tienen sus obligaciones profesionales —de las cuales viven y alimentan a sus familias— y tienen un equipo y material propio que en cualquier operación sufre desgaste. Y, lo que es más, exponían su vida en las operaciones de salvamento a veces precisamente para ir a rescatar a quienes habían despreciado sus servicios. Por ello fueron creados los Pelotons de Gendarmerie de Haute Montagne..." (p. 8-9)

El libro se centra en dar un panorama de lo que es este grupo, basándose más que nada en las acciones o, como Mollaret mismo las llama, "misiones". En general, el resultado es parcial, puesto que está dentro del grupo y lo que pretende es dar una semblanza sumamente positiva de él. Utiliza muchos adjetivos ("maldita montaña", por ejemplo) que sólo sirven para que el lector se pregunta sobre el sano juicio de quien escribe o quien asciende. Costumbre de la época.

Los capítulos en que está dividido el libro se pueden apreciar diversos aspectos y uno que llama mucho la atención es el dedicado a los curiosos ("La insolencia de los mirones"):

"Cada aurora son muchos los alpinistas que salen hacia las cumbres, pero son muchísimos más los veraneantes tranquilos, víctimas de su instinto gregario, que no tienen otra afición que la agitación y el ruido y que, desprovistos por completo de imaginación y originalidad, no conciben otras vacaciones que el aglutinamiento con otros miles de personas... Estos «amantes de emociones fuertes» que no han visto un drama más allá de la «tele», lo quieren palpar en serio, sin perder por ello una partícula del confort de su razón de vivir." (p. 96)

Sin dar detalles técnicos de los accidentes o de la forma como el grupo de rescate opera (lo que hubiera hecho del libro una auténtica joya), uno puede asomarse a ver la vida de los rescatistas en montaña. Pero sería recomendable no dejar de hacer un análisis de lo que pasa. Por ejemplo, en las páginas 46-48 habla de un rescate en la cara oeste del Petit Dru, donde se conjugaron esfuerzos de varios grupos. Se trata del rescate que hiciera famoso a Gary Hemming y donde el verdadero rescate se realizó a pesar del grupo de rescate.



 



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