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Montañismo y Exploración
Las grandes aventuras contemporáneas 1. Por mar y aire
1 septiembre 2001

Claro que la aventura puede estar en todos lados, pero Chris Bonington quiere resumir las "grandes" aventuras de su tiempo y para ello elige a aquellos que han logrado su meta basándose en una renuncia de lo más elemental: Thor Heyerdahl y su viaje de la Kon-Tiki, remar el Atlántico o el Pacífico, una travesía alrededor del mundo en solitario…







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Chris Bonington. Las Grandes Aventuras contemporáneas. 1: Por mar y aire. Martínez Roca, Barcelona, 1984. 258 páginas. ISBN: 84-270-0903-8

 

Me siento fascinado por lo que a primera vista parece imposible. En mi opinión, lo definitivo en la aventura es convertir ese imposible en algo factible.

Es ahora de uso cotidiano y por ello se torna relativa. Ahora se aplica a algo tan sencillo como sólo hacer un rapel o sólo dar una caminata a la falda de una montaña que desde siglos ha sido visitada en su cumbre. La palabra "aventura", sin embargo, no fue antes tan frecuentada y si se hacía era mencionando grandes logros. Como asomarse a una enciclopedia de la exploración y ver el primer ascenso al Everest, el primer hombre pisando la superficie de la Luna, las carabelas de Magallanes dando la vuelta al mundo... Entre ambos conceptos media una profundidad (o altura, según se prefiera considerarlo) tan enorme que es preciso definir con exactitud lo que se quiere decir.

Chris Bonington se dio a la tarea de compilar las mejores aventuras del mundo contemporáneo, lo que quiere decir: sus contemporáneos, desde 1945. Alpinista consumado, ¿cómo ser parcial para elegir entre tantas expediciones? Primero había que definir lo que él mismo quiere significar con la palabra "aventura":

"Para mí, la aventura representa un viaje, o una tarea continuada, en el que existen los elementos del riesgo y de lo desconocido que han de ser vencidos por las capacidades físicas del individuo. Además, una aventura es algo que la persona decide hacer, y donde el riesgo implícito es impuesto por esta misma persona, sin que amenace a nadie más que a ella misma." (p. 14)

Esta definición nos dejaría, sin embargo, en el mismo sitio en el que estamos ahora: la relatividad de la palabra se amplía al grado de no reconocerse lo que es y lo que no es lo que pretendemos estar haciendo como "aventura". Pero Bonington es claro:

"Existen diferentes niveles de aventura que cabe separar, tal como el atleta distingue entre una carrera de cien metros o un maratón. Las pruebas de cien metros en la aventura son actividades muy intensas pero de corta duración. Ahora bien, pensemos en el escalador solitario que traza una nueva ruta... Sin duda vive una gran aventura, ya que su vida se encuentra literalmente en sus manos y si comete un error, y se encuentra a doscientos metros sobre el suelo, perecerá casi con toda seguridad. Se enfrenta con el reto de lo desconocido y con los límites extremos del control muscular. Se necesita un nivel intenso de compromiso, pero el periodo en sí es relativamente corto. En la cima de la escalada la tensión desaparece, y el alpinista puede entonces regresar en busca de una cerveza en la taberna del pueblo, hacia su casa, su familia y sus amigos. Lo mismo puede decirse de otros deportes de riesgo extremo..., ya que en todos ellos existe un compromiso intensamente concentrado.

"Los maratones de la aventura se dan en los picos del Himalaya, en los polos y a través de los océanos. La mayor diferencia radica, obviamente, en la proporción, donde el elemento tiempo es tal vez tan importante como el tamaño. El riesgo inmediato y el nivel de capacidad pueden no ser tan concentrados, pero la expedición requiere un dinamismo a la vez físico y meditado, la capacidad para vivir con otros durante un largo periodo de tiempo o, lo que tal vez resulte más difícil, la de estar solo y depender únicamente de los propios medios." (p. 14-15)

Claro que la aventura puede estar en todos lados, pero Bonington quiere resumir las "grandes" aventuras de su tiempo y para ello elige a aquellos que han logrado su meta basándose en una renuncia de lo más elemental: Thor Heyerdahl y su viaje de la Kon-Tiki, remar el Atlántico o el Pacífico, una travesía alrededor del mundo en solitario... Los resultados, mirados desde este punto de vista, coinciden: hacen emerger a un hombre que se desconoce a sí mismo y de lo que es capaz. Hombres que se adentraron a determinado lugar y salieron de él con un cúmulo de experiencias sobre sí mismos, más filosóficos, más analíticos. A Robin Knox-Johnston, quien participara en la primera competencia de la navegación alrededor del mundo en solitario y sin escalas, un reportero le preguntó el por qué hacía ese viaje:

"Allí [en el mar] todo es blanco y negro. No me gusta mucho el mar, se trata tan sólo de una cuestión de supervivencia. Es posible que regrese completamente chalado. Pero un día san Pedro me preguntará: «¿Qué hiciste», y yo se lo explicaré. Dirá también: «¿Qué hiciste tú?», y usted contestará: «Yo era reportero»". (p. 97)

Lo mismo en el mar y en el aire que en la montaña, hay una satisfacción elemental:

"La satisfacción básica del alpinismo es a la vez física y mental, una cuestión de coordinación similar a cualquier otra actividad atlética, con la diferencia de que en el montañismo existe el ingrediente adicional del riesgo. Es una especia picante y estimulante, un condimento que se agrega al sabor ya de por sí tan peculiar de esta actividad. Se ve acentuada por la fascinación de contrastar la propia capacidad con un factor personal desconocido, y salir ganando con ello. Ser el dueño del propio destino, con la propia vida literalmente en las manos, es lo que otorga a la escalada toda su fascinación. Al mismo tiempo, proporciona un conocimiento mucho más amplio de todo lo que existe alrededor." (p. 12)

El contenido del libro es:

Océanos

  • La Kon-Tiki. El viaje en balsa de Thor Heyerdahl a través del Pacífico, 1947.
  • Remando a través del Atlántico. John Ridgway y Chay Blyth, 1966.
  • A través de dos océanos. John Fairfax cruza el Atlántico a remo en solitario, 1969, y el Pacífico con Sylvia Cook, 1971.
  • El hombre que compitió consigo mismo. La circunnavegación solitaria de Francis Chichester, 1966-1967.
  • El Golden Globe. La competición para la primera vuelta al mundo en solitario y sin escalas.
  • El Ice Bird. David Lewis navega hacia la Antártida, 1972-1974

Ríos

  • El Nilo Azul. Dos expediciones muy diferentes, 1868 y 1972

Aerostática

  • El Double Tagle. La travesía norteamericana del Atlántico en globo, 1976.

Espeleología subacuática

  • El Apretón del Muerto. El enlace de la cueva Kingsdale y Keld Head, 1975-1979.

Espacio

  • Primer hombre en la Luna. El éxito del programa espacial norteamericano, 1969.

Además tiene una cronología general de la aventura desde 1945 hasta 1982 y una interesante bibliografía.



 



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