| Pocas cosas hay más tristes que morir por cutre. Mi amigo Iñaki |
Hace un par de años, tras leer el magnífico libro Técnicas de Espeleología Alpina, de Georges Marbach y Bernard Tourte, me decidí a realizar la prueba que describen los autores para determinar en qué estado se encontraban mis cuerdas de espeleología.
La prueba consiste básicamente en realizar caídas de factor 1 de un metro, utilizando una muestra de cuerda mojada con una masa de 80 kg, hasta la rotura de la misma. Si resiste al menos tres caídas, podemos darla por buena, si no es así, deberemos retirarla.
Por diversas circunstancias, y especialmente debido a que no es sencillo preparar la instalación para poder efectuarla, la había aplazado. No obstante, no tenía duda sobre la seguridad y resistencia del material que estaba empleando para asegurar nuestra progresión vertical en las cavidades, ya que todas nuestras cuerdas, pese a contar con bastantes años de existencia, presentan muy buen aspecto. Además conocía perfectamente su historia y sabía que no habían sufrido caída violenta alguna ni abuso en su utilización, habiendo sido almacenadas correctamente.
Las normativas que homologan nuestras cuerdas (EN 1891 para las cuerdas y EN 564 para cordinos y cuerdas auxiliares), las clasifica en tres tipos según la utilización prevista:
- Tipo A, para uso general,
- Tipo B destinada a equipos técnicos
- Tipo L (Ligero) (sólo admitida en Francia) exclusivamente destinada a una utilización escrupulosa por parte de espeleólogos muy expertos.
La Norma exige, entre otras características, una resistencia mínima de:
- Cinco caídas factor 1 con 100kg en las tipo A,
- Cinco caídas factor 1 con 80 kg en las tipo B,
- Dos caídas con 80kg en el tipo L .
Además obliga a una determinada resistencia estática, fuerza de choque y deslizamiento y alargamiento bajo carga, que quedan fuera de lo que pretendemos en este estudio y de nuestra capacidad de análisis con el material disponible.
Las pruebas realizadas
Las pruebas para la homologación se realizan con las cuerdas secas, a una temperatura de 20ºC +/-2ºC y una humedad del 65%+/-5%, lo cual no deja de ser preocupante como veremos más adelante.
Recientemente, Manuel Jiménez Sánchez, Lolo, compañero espeleobucedor y bombero, se ofreció a realizar los test en la instalación que al efecto tienen preparada en el parque de bomberos de Logroño, de manera que le envié varias muestras de cuerda estando convencido de que los resultados que obtendría no harían sino confirmar mi tranquilidad sobre su estado.
Pues bien, los resultados han sido realmente decepcionantes, hasta el punto de que hemos repetido las pruebas en diversas ocasiones, modificando algunos parámetros para confirmar los datos obtenidos. La consecuencia, por supuesto, ha sido la retirada de servicio de la mayor parte de nuestras existencias de cuerda.
Las pruebas realizadas, básicamente simulan la peor caída que teóricamente puede sufrir una cuerda en el desarrollo de la actividad espeleológica, es decir, un impacto factor 1 en el cual, la longitud de la caída es igual a la longitud de cuerda en juego para amortiguar la misma.
La muestra de cuerda empleada mide 215 centímetros, de manera que una vez realizados los nudos en sus extremos, la longitud total es de aproximadamente un metro. Este tipo de caída es evitable equipando las verticales de forma correcta, pero no se puede descartar al 100% que pueda suceder en algún caso allí donde la morfología de la cavidad, la calidad de la roca u otras circunstancias no nos permitan instalar como quisiéramos. En consecuencia, será el mínimo exigible a una cuerda.
La masa utilizada en los ensayos es de 80 kg de acero, en muchos casos inferior al peso de un espeleólogo equipado, pero hemos de considerar que la capacidad de absorción de la energía del impacto de este lastre es casi nula, lo cual no sucede con un espeleólogo.
Las cuerdas sometidas al ensayo están húmedas, habiendo sido sumergidas durante al menos dos horas en agua. La diferencia de resistencia entre una cuerda seca y una húmeda es sorprendentemente alta como veremos más adelante.
El nudo empleado para amarrar la muestra de cuerda al anclaje y al peso ha sido el “ocho” perfectamente azocado. No obstante, también hemos realizado pruebas con nudos de gaza simples y las diferencias en los resultados han sido mínimas.
Los resultados
Los resultados de las pruebas se han desarrollado como sigue:
Cuerda | Tipo | Diámetro (mm) | Edad (años) | Aspecto exterior | Resistencia mojada | Resistencia seca |
1 | A | 11 | 10 | Muy bueno | 1-2 caídas | 2 |
2 | A | 10 | 10 | Bueno | 1-2 caídas | 3 |
3 | A | 11 | <10 | Bueno, rígida | 1 | ---- |
4 | A | 10 | 20 | Muy bueno flexible. Poco usada | 0-1 | ---- |
5 | A | 11 | >12 | Bueno, flexible | 0 | ---- |
6 | B | 10 | 20 | Bueno, flexible | 1 | ---- |
7 | A | 10.5 | 1 | Nueva | 15 | ----- |
8 | B | 9 | 15 | Nueva, sin usar | 3 (según el fabricante, la R original es de 8) | ----- |
9 | Náutica | 10, poliéster | Nueva, sólo dos usos en rapel | | 2 | ----- |
10 | Dinámica | 9 | 18 | Usada, no ha soportado vuelos | 0 | ---- |
11 | Náutica | 9 | Nueva | A estrenar | 0 | ---- |
Las conclusiones
Hubiera sido deseable realizar muchas más pruebas con cuerdas de distinto tipo y antigüedad, pero estimo que de los resultados obtenidos se pueden sacar varias conclusiones interesantes. Quiero resaltar antes que no mantenemos relación comercial alguna ni somos patrocinados por ningún fabricante de cuerdas.
Aclarado este punto y a la vista de los resultados, parece razonable pensar que la vida útil indicada por los fabricantes de cuerdas, si bien puede estar influenciada por su interés en que cuanto antes retiremos una cuerda, más cuerdas se venderán, es una buena referencia a la hora de decidir si jubilamos o no una de ellas.
En primer lugar, y a la vista del pésimo comportamiento de la cuerda 10 (dinámica), de la cual esperábamos muchísimo más, no parece muy buena idea utilizar las cuerdas de escalada cuando empiezan a parecernos inseguras para escalar, en otros usos aparentemente menos exigentes como barranquismo o rapel. Una cuerda insegura para escalar, es insegura para cualquier uso.
Hay que prestar especial atención a nuestro cabo de amarre, que suele estar fabricado con este tipo de cuerda dinámica, y cambiarlo con frecuencia. Considerando que este elemento puede verse fácilmente sometido a una caída factor 1, o incluso factor 2, deberá ser confeccionado exclusivamente con materiales que por su composición sean capaces de absorber la energía resultante de una caída.
Un cabo confeccionado con cuerda dinámica de 9 o 10 mm con nudo de gaza simple central y medio doble o triple pescador en los mosquetones parece ser lo que mejores resultados proporciona. Recientemente, y de forma totalmente contradictoria a lo que yo pensaba, he leído que pruebas realizadas por la Escuela Francesa de Espeleología demuestran que los cabos de anclaje de cinta cosida como el Spelegyca de Petzl, son absolutamente inadecuados para este fin, pudiendo transmitir a nuestra columna vertebral fuerzas de choque superiores a 1500 daN en caídas factor 1. (La norma para homologar cuerdas dinámicas de escalada establece un máximo de 1200 daN, que ya es un valor muy alto, para una caída factor 2).
Se recomienda jubilar el cabo de anclaje transcurrido un año de uso, lo cual, teniendo en cuenta que puede ser sometido a factores de caída elevados, y que el coste del mismo es inferior a tres euros, parece una medida bastante razonable. Si bien son muchas las ventajas de los cabos de anclaje fabricados con cuerda dinámica por uno mismo, habrá que tener presente que su punto débil son los nudos, y en consecuencia, estos deberán ser convenientemente revisados y apretados, dejando un sobrante de al menos 9 cm una vez prietos.
Las cuerdas 9 y 11, que no están homologadas como cuerdas semiestáticas ni como dinámicas, es decir las cuerdas industriales o de uso náutico, a igualdad de diámetro, están muy lejos de las características técnicas y resistencia de una cuerda destinada específicamente para su uso en espeleología o en alpinismo. No tiene ningún sentido utilizarlas para este fin. Es evidente que un almacenamiento prolongado, como el de la cuerda 8, incluso en las mejores condiciones, degrada de forma importante la cuerda. Igualmente en este caso, parece sensato seguir las indicaciones del fabricante.
Tranquiliza comprobar que una cuerda nueva tipo A, resulta casi indestructible en este ensayo incluso estando mojada. Esta cuerda soporta según el fabricante 14 caídas estando seca con 100kg. Nos ha extrañado comprobar que prácticamente no hay disminución en cuanto a resistencia a las caídas empleando un nudo de gaza simple en vez de un nudo en 8.
Resulta sorprende enterarse de que la norma EN1891 establece que las pruebas se realicen sobre muestras de cuerda seca, cuando en espeleología, lo más normal es que las cuerdas tengan que trabajar completamente empapadas. Hemos podido constatar empíricamente que los choques que soporta una cuerda seca pueden llegar a ser el doble de los que aguanta una mojada.
Un estudio realizado por el prestigioso Club Alpino Italiano (C.A.I.) en colaboración con la Universidad de Padua, que demuestra que la variación en el número de caídas soportadas por una cuerda, incluso nueva y con tratamiento hidrófugo, llega a un alarmante -73% cuando está mojada en relación a sus prestaciones cuando está seca. La fuerza de choque se incrementa en un 8% cuando está húmeda. Aunque este estudio se ha realizado sobre cuerdas dinámicas de alpinismo, considerando que están realizadas con el mismo material que las cuerdas semiestáticas de espeleología, creo que podemos aplicar sin temor a equivocarnos muchas de sus conclusiones al tema que nos atañe.
Las prestaciones exigidas para su homologación a las cuerdas tipo L, tan sólo dos caídas factor 1 con 80kg, me parece muy justa. No hemos dispuesto de una muestra de este tipo de cuerda para hacer las pruebas, pero sospecho que estando húmeda, quizás ni siquiera hubiese aguantado una caída. Lógicamente, no habrá que dudar ni un segundo a la hora de jubilar estas cuerdas, e incluso estando nuevas, su utilización quedará reservada a espeleólogos verdaderamente expertos y ligeros.
Visto lo anterior, se hace extraño que no haya más accidentes por rotura de cuerda. Supongo que en ello, además de la intervención de la Providencia Divina, tiene mucho que ver el hecho de que las caídas de factor 1 en espeleología son muy poco frecuentes, y que el cuerpo, arnés, cabo de amarre y demás elementos de seguridad del espeleólogo, actúan como eficaces absorbedores de energía que disminuyen considerablemente la fuerza de choque.
De cualquier modo, hemos de considerar que el test se realiza con sólo 80kg, y que la cuerda trabaja en condiciones óptimas, sin roces o contacto con la roca. En una cavidad, el peso soportado posiblemente será mayor, y no podemos descartar al 100% que la cuerda no contacte con la roca en el transcurso de una caída, por lo que habrá que contar con un margen de seguridad razonable.
Las cuerdas semiestáticas empleadas en montaña, en especial si han sido instaladas de forma permanente o semipermanente, están sometidas además a la acción destructora de los rayos ultravioleta. Personalmente he sido capaz de partir con mis manos y sin hacer mucho esfuerzo, una cuerda torcida de nylon de 11 mm que llevaba unos 10 años expuesta a la intemperie. La cuerda era blanca, y curiosamente, presentaba un excelente aspecto a la vista. A la hora de evitar los roces o el contacto con la roca, se suele ser menos escrupuloso que en espeleología, por lo que habrá que ser especialmente prudente durante su utilización.
Cuanta más alta sea la resistencia original de una cuerda, mayor margen de seguridad mantendrá con el transcurso del tiempo. En consecuencia, habrá que retirar antes una cuerda tipo L que una B o una A, y parece razonable pensar que a su vez, cuanto mejor sea una cuerda dentro de su tipo de homologación, durante más tiempo podremos usarla con seguridad.
Lógicamente, lo aquí expuesto sobre las cuerdas es aplicable a los demás elementos textiles de nuestra cadena de seguridad, y será prudente actuar sobre los mismos de igual forma.
Es buena idea decidir juiciosamente qué tipo de cuerda precisamos, siendo realistas con el uso que pretendemos darle, nuestro peso y nuestra experiencia equipando, y, después gastar nuestro dinero en la mejor cuerda que podamos pagar, que no tiene por qué ser la más cara.
Es mejor ir comprando cuerda conforme nos vaya haciendo falta, evitando almacenarla de forma que envejezca. Y posiblemente será a la larga más económico utilizar intensivamente las cuerdas descartándolas en cuanto nos parezcan inseguras, en vez de usar de forma esporádica una mayor cantidad de cuerdas que habrá que descartar no por uso, sino por degradación del material dentro del armario o en la bobina.