El domingo 23 de octubre se realizó la última sesión de proyecciones de películas de montaña en la Cineteca Nacional como parte del X Festival Banff de Cine de Montaña en su gira mundial. Se proyectaron El camino más largo, Tuzzgle, Quimera, La máquina suiza y Milagro en la tormenta, completando las 16 películas que se fueron parte del X Festival. Aunque esta ocasión el público tenía ganas de salir porque debían abandonar la sala para que comenzara la conferencia de Messner, es necesario decir algunas palabras.

Este festival presentó una variación sustancial con los otros: muchas de las películas presentadas se enfocaron a la creación artística más que al relato en sí, lo que es una gran aporte. Desde Still Motion, que casi no gustó pero que es una película hecha a base de fotografías fijas, hasta Quimera, un filme de un ciclista dando volteretas en el aire, lo importante de ellas no era lo que decía, sino cómo se decía.

Por supuesto, debe haber muchos ciclistas que puedan hacer las mismas volteretas y aún mejores. Pero esta película se grabó a lo largo de al menos un año, por lo que los productores pudieron encimar una imagen sobre otra y poder ver el cambio de vegetación e incluso la nieve donde antes todo era verdura. El camino más largo es una versión de un viaje: se trata de una película hecha a base de trozos de video unidos y el resultado es el cambio de apariencia física del protagonista a lo largo del viaje, no el viaje en sí mismo.

Como estas dos, hubo varias películas. El que se esté centrando más la atención en la calidad de la película en lugar de la calidad del viaje (que al final puede ser muy repetitivo), puede ser una consecuencia de que se graben tantas películas al año. Era el paso necesario y seguramente seguiremos viendo películas de buena calidad y esperemos que con una buena historia.

Las dos películas que causaron impacto en el público fueron La máquina suiza, donde Ueli Steck se prepara para escalar la pared norte del Eiger, una visita rápida a Yosemite y finalmente la escalada donde establece el actual récord del mundo para esa pared: 2:47 horas. Impresionante.

La segunda fue Milagro en la tormenta, en la que una mujer se ve atrapada dentro de una nube cumulonimbus mientras vuela en una competencia en parapente… y sobrevive. Sus aparatos registran que fue absorbida por una corriente térmica hasta 10 mil metros de altura, más alto que el Everest, estuvo ahí por 45 minutos y luego su parapente se colapsó, bajó desmayada a poco más de 200 kilómetros por hora y luego se volvió a abrir su parapente. Lo sorprendente es que no sólo no murió, sino que llevaba ropa ligera y carecía de oxígeno.

Además de algo que deben analizar los parapentistas, para el público fue increíble y se hicieron varias conjeturas acerca de la fiabilidad de los instrumentos, la credibilidad de la narración y la representación. Cada una de las películas representaba algo y no hubo una monotonía de tema o de acción e incluso en la parte artística también hubo variaciones.

El Festival Banff cumplió así su décimo aniversario presentándose en México. El esfuerzo es de Armando Dattoli, Alejandro Hinojos y todo el staff, amigos y voluntarios para hacer que fuera realidad. Es algo que se dice muy fácilmente pero cuando se considera que un festival implica meses de trabajo y una logística enorme para echarlo a andar, el esfuerzo se valora más. Sobre todo, la gente de Séptimo Grado no es especialista en cine ni en todos los aparatos que se deben manejar, pero suplen todo eso con una poderosísima buena voluntad.

Además, el Festival Banff se erigió como el primer festival de cine en México y fue desde su inicio el pretexto para reunir a los montañistas. Hoy, como cada año, vemos a muchas caras que no vemos a lo largo del año sólo ahí.