Estaba nevando y la temperatura estaba por debajo de cero grados cuando seis estudiantes universitarios arribaron a Inuivik, una población en los Territorios del Noroeste de Canadá. Karine Houde, Katya Saulnier-Jutras, Xavier Giroux-Bougard, Ellorie McKnight, Dalal Hanna y Nicolas Desrochers habían navegado por innumerables ríos, lagos y bahías de todo Canadá para terminar un recorrido de siete mil kilómetros en canoa.
Habían partido casi seis meses antes de Ottawa y remaron por todo el río Ottawa para pasar al Río Francés, Georgian Bay, los Lagos Hurón y Superior, el Lago Winnipeg, el río Athabasca, el Lago Gran Esclavo y finalmente el río Mackenzie, hasta llegar a Inuvik. Los participantes contaban en el momento de su partida con una edad que variaba entre los 22 y los 24 años.
“La tripulación está compuesta de ocho individuos jóvenes con edades de 22 a 24 años. Algunos se conocen desde la infancia, otros sólo desde hace poco tiempo. Para varios de ellos, la canoa es un arte que dominan a la perfección pero para otros andar en canoa o acampar es un pasatiempo reciente. Nuestros hogares están en todo el país desde Alberta hasta Quebec y nuestras conversaciones se dan en francés, inglés o una mezcla de ambas. La mayoría estamos en la universidad estudiando algo relacionado con el medio ambiente. Algunos son músicos convencidos de que un violín, una guitarra y una trompeta son elementos necesarios para el viaje. Nuestras historias personales, intereses y nivel de experiencia en la canoa pueden diferir, pero hay una característica que es medible de la misma manera en todos nosotros: nuestro amor a la naturaleza.”
Amantes también de la canoa decidieron elegir a las cuencas fluviales y la conservación ambiental para tomarlas como bandera:
“No importa dónde vivas, trabajes o juegues, ¡estás en una cuenca fluvial! Tal vez te sorprenda saber que las cuencas hidrográficas son algo más que agua. Una cuenca hidrográfica es un área de tierra a través de la que fluye el agua hacia un cuerpo de agua en particular, como un arroyo, río, pantano o la costa. Piensa en ellas como la tierra sobre la cual la precipitación (la lluvia) cae y fluye hacia un lugar común y acuático.”
El nombre de la expedición (Trans CanEAUda) es un juego de palabras en inglés y francés que dignifican “A través de Canadá pro agua” pero pese a lo ambicioso del proyecto, al principio ninguno pensaba seriamente en llegar a la lejanísima Inuvak, que se había convertido una posibilidad incierta. Aún faltaban meses para pensar seriamente en ello. Pero seis semanas antes de terminar, el equipo analizó los mapas y se dieron cuenta de que tenían una posibilidad de lograrlo.
Para llegar a la meta cambiaron su estrategia usada hasta entonces: a sus jornadas de seis a nueve horas, aumentaron algunas más y no hicieron caso a las dificultades que les provocaba las temperaturas bajas de un invierno acercándose antes de lo previsto, además que cada vez las horas de luz disminuían y los cuatro meses de cansancio acumulado. Se levantaban a las cinco por la mañana y terminaban a las siete, después de que oscureciera.
En ese tramo estaban en el río Mackenzie que fluye hacia el océano ártico y podían recorrer distancias de 88 a 110 kilómetros. “Estábamos felices. La novedad de remar en la nieve era fascinante después de cinco meses de abetos aunque todos anhelábamos una cálida chimenea.”
El viaje no fue enteramente por agua, pues no todos los cursos están conectados. Hubo porteos por tierra y en una ocasión decidieron utilizar un tren en lugar de arriesgarse al tiempo impredecible del Lago Winnipeg. El más largo porteo por tierra fue de 23 kilómetros.
Pero no todo fue belleza. El grupo navegó por “una de las reservas en petróleo más ricas del mundo” y fue testigo de la degradación ambiental que puede sufrir una zona que hace unas décadas estaba olvidada por el hombre.
“El norte es una enorme frontera para el desarrollo de recursos y un montón de ambientes prístinos están sufriendo por ello. Nuestro mensaje no es detener todo, pero queremos recordarles a todos que estas son zonas de belleza e importancia ecológica y que nuestras decisiones como ciudadanos las afectan a largo plazo.”
Para Karine Houde, la ruta seguida por Trans CanEAUda debe ser reconocida por su significado histórico. “Es importante que la gente se dé cuenta de lo afortunados que somos los canadienses de tener estos paisajes y que podamos disfrutar de la belleza de nuestro país por agua. Esta es la ruta de los viajeros, de la manera como los exploradores viajaron hace 300 años. Definitivamente no somos pioneros pero queremos que reconozcan esta larga historia.”
Después de siete mil kilómetros navegados y con condiciones invernales, los seis expedicionarios llegaron a una meta pero están seguros de que es apenas el principio.
Alexandre Bevington y Louis-Philippe Robillard comenzaron también el viaje pero lo tuvieron que abandonar para regresar al trabajo o la escuela.
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