Comenzó por ser una pregunta. Sencilla y casi discreta: “¿Cómo debo escribir un artículo de lo que pasé en la montaña o en un descenso en el río o en una escalada?” Si estás leyendo estas líneas es porque te interesa escribir y porque quieres hablar de algo que has vivido y te parece una aventura. Si es por pura curiosidad, entonces lees muchos relatos de aventura y ya estás comenzando a cansarte de ellos porque parecen decir lo mismo. Bueno, veamos cómo hacer las cosas más divertidas para el lector.
¿Qué se necesita?
Para escribir se necesitan dos cosas fundamentales: tener algo qué decir y conocer la forma de decirlo. De ellas dos, la más importante es la primera. Si no tienes nada qué decir, tu escrito no tendrá eco alguno; incluso a ti te sonará vacío cuando lo leas de nuevo después de unos meses. Esto sucede porque sólo estarías jugando con palabras o ideas pero será sólo eso: un ejercicio de escritura. Lo que a tu lector le interesa son los hechos.
Cómo debes decirlo es algo muy personal pero siempre importante. Por supuesto, debes conocer algunas reglas gramaticales, ortográficas y manejar los tiempos en que hablas (presente, pasado, etc.), pero no es requisito indispensable, como mucha gente piensa. Es mejor centrarse en la estructura de lo que vas a escribir y plasmarlo así porque hay personas que se dedican a “limpiar” tu relato. Se llaman redactores, correctores de estilo o algún amigo que tenga fluidez al escribir. Llamémoslos redactores, para generalizar.
Tener algo qué decir
Lo más importante es el contenido. Como estamos hablando de aventura, lo principal es lo que has vivido. Ten presente que lo que la escalada, el rafting, la caminata o la expedición que quieres narrar ha sido vivida ya por muchos, salvo que seas de los pocos que hacen cosas únicas por primera vez.
Entonces ¿qué es lo que tiene de especial eso que quieres narrar? Esta es la primera pregunta que debes hacerte. Hillary, Herzog, Messner, Terray, Heyerdahl y muchos otros antes y después que ellos, han tenido la increíble oportunidad de escribir sobre algo que nadie había hecho hasta entonces: el primer ascenso a un ochomil, el primer ascenso al Everest, el primer ascenso en solitario de un ochomil, el ascenso al Fitz Roy en la Patagonia, el primer cruce del Pacífico en una balsa de troncos… ¿Qué pueden decir los que vienen detrás de ellos?
Si has leído algunos libros de ellos, te darás cuenta que los relatos van desde lo más descriptivo posible (el relato de las expediciones al Everest de 1921-1924 son un ejemplo) hasta algo que parece no tocar un sitio definido, como las vivencias de Messner en solitario, que se hacen cada vez más interiores, más profundas y que son vividas muchas veces en cada montaña por personas completamente diferentes.
¿Qué hiciste? Una escalada. ¿Qué es lo que quieres decir de lo que hiciste? Para la mayoría, esta segunda pregunta se reduce en contar todo lo que vivieron. Y con todo, me refiero a todo. Hay personas que me han mandado escritos de más de veinte páginas y unos pocos han llegado a la maravillosa cifra de 120 páginas. Hay que centrarse en la realidad: la experiencia puede ser la mejor de nuestras vidas, pero pocas personas están dispuestas a leer toda las situaciones tal como le fue dado vivirla al escritor.
En fotografía, cuando se ve a través de la mirilla y se ve a la persona a la que se quiere fotografiar, comúnmente se le pone en mitad de la foto y se dispara. Cuando se ven los resultados, hay muchos objetos que se ven mucho mejor que la persona a quien queríamos fotografiar. Para ello, el fotógrafo tiene que aprender a quitar la “basura” de la posible foto o a utilizarla en su favor.
Es lo mismo en un escrito: de todo lo que viviste, quita la basura. A nadie le interesará el horario de los autobuses o lo rica que estuvo la comida salvo, claro, aquellos con los que fuiste. Para ellos y para ti esos detalles dicen algo. Pero si lo lees un año después, verás que esos detalles se han perdido y resultan “basura” que no te permite llegar a la esencia de lo que quieres decir.
¿Qué debo decir?
Nadie te puede decir qué debes escribir. Eso lo decides tú. Después de todo, es tu vivencia y lo que tú experimentaste. Eso es irrepetible. Sin embargo, esa experiencia que ha sido única para ti no debería perderse en un texto que nadie lea o que sea uno como muchos otros. Un ejemplo de texto común que algunos han dado en llamar “crónica”::
“Nos reunimos el viernes y decidimos que la próxima salida sería a la montaña para el fin de semana completo. El sábado me levanté temprano, arreglé mi mochila y salí a tomar el transporte para llegar al lugar de la cita. Ahí estaban ya algunos pero no fui el último. De todas maneras, tuvimos que esperar a los demás. Tomamos el transporte y al llegar al pueblito desayunamos y tomamos un refresco…”
¿Te atrapó este escrito? Si continúas así durante una sola página, el lector se habrá aburrido antes de que empieces realmente a subir la montaña. Pese a ello, proliferan este tipo de relatos. Las lee quien las escribe y unas cuantas personas más. Pero, ¿quién más?
Si tu objetivo al escribir es hacer una bitácora de ese viaje específico, poco a poco te llenarás de muchos elementos que no son indispensables para la mayoría de la gente. Pero si tu objetivo es decirle a los demás lo impresionante que estuvo tu viaje, entonces habla de ello y no te detengas en describir el desayuno o los problemas de transporte. Los detalles irán apareciendo poco a poco, con imágenes, con narraciones de algunos sitios.
¿Por qué no hablar del miedo que sentiste y que te estaba motivado a seguir? ¿Por qué dejar de lado el sueño que sentías o la pereza que te deba levantarte? Recuerda que es lo que viviste y tú no eres un personaje de novela ni un héroe. Mientras más humano y falible parezcas, más creíble será tu relato.
Si abundan las descripciones de desayunos, las representaciones de héroes que en un “último esfuerzo” evitan morir y salvan la situación, también son numerosas. Recuerda: eres tan mortal y falible como tus lectores y ellos han llegado a tu artículo esperando encontrar la forma de saber cómo alguien supera lo que ellos aún no han vivido o no se han atrevido a hacer.
No basta decir que un paisaje es bonito pues eso lo hace cualquier persona. Recuerda que todo lo que veas puede ser visto por alguien más. Entonces da tu propia visión, tu punto de vista. El Himalaya es grandioso, sí, pero quienes no han ido ni irán, no sabrán por qué si no les hablas de las nieves, de la gente, de los ríos enormes que se originan en la montaña, de los cientos y miles de metros que hay que subir hasta una cumbre, del esfuerzo que se necesita sólo para estar ahí.
Trabajar con los redactores
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En todas las cosas, la perfección finalmente se alcanza no cuando ya no queda nada por añadir, sino cuando no queda nada por retirar, cuando el cuerpo ha quedado despojado hasta la desnudez. Antoine de Saint Exupéry
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Los redactores son los encargados de dejar tu escrito “limpio” y legible para los demás. Con “limpio” me refiero a quitarle todas las palabras que están de más y que usamos comúnmente para hablar o que escribimos continuamente esperando que de esa manera sea más fácil de entender para los demás. Su función es que un lector lea mejor lo que tú has hecho, no que lo interprete y lo escriba él. Ante todo, tiene que respetar tu trabajo pues es tu aventura y además tu forma de expresarlo.
Como autor, debes dejar que él haga libremente su trabajo, pero debes revisar el resultado o te puedes llevar sorpresas inesperadas. Por ejemplo: un artículo mío se publicó en México Desconocido como “Peligrosa travesía por el Mar de Cortés” cuando lo que yo había querido subrayar era lo emocionante que es estar en mar abierto, pero nunca hablar del peligro como el objetivo del viaje.
La regla entonces es trabajar con los redactores que estén revisando tu texto. Dales espacio y que hagan libremente su trabajo (que también es creativo), pero dirígelos hacia lo que quieres decir realmente. Ellos pueden sugerir y si son buenos en lo que hacen el relato terminará como a ti te hubiera gustado escribirlo y como a otros les hubiera gustado leerlo.
Si nunca has escrito algo como lo que quieres hacer ahora, si tienes faltas de ortografía y gramática o tienes dislexia, olvídate de corregir todo eso. Los redactores (sean profesionales, familiares o amigos) te ayudarán a corregir eso. Es más importante el contenido. Pero puedes hacerles su trabajo más fácil dejando en claro lo que pretendes comunicar.
Algunas pautas generales
Si viviste un viaje interesante que te motivó mucho, entonces tendrás algo que decir. Quizá debas comenzar por fijarte límites para que seas objetivo y cumplas con ellos. Hay muchas maneras de escribir o de guiarse. Una es hacer un listado de temas por tocas e irlos cubriendo poco a poco. Para otros la narración les sale tal cual la vivió.
Muy pocos hacen un panorama o un trasfondo. La mayoría hace una narración lineal y se olvidan de ubicar al lector de qué trata todo esto. Una escalada, es cierto, pero ¿en dónde, por qué, quiénes, cuándo, cómo? Y además, qué significa todo eso: un recorrido en el Sahara puede ser quizá más árido que el mismo desierto pero Los Siete Pilares de la Sabiduría, de T. E. Lawrence, está muy lejos de serlo, precisamente porque proporciona el por qué de todo lo que pasa.
La escalada puede ser tan abstracta como poner en una diminuta fisura un stopper del número 2 bajo un techo podrido, lo que le dará información técnica y útil a un escalador. Pero entonces estamos hablando de un informe o ficha técnicos, no de un relato de lo que viviste. Los detalles técnicos también pueden estar en tu narración, pero no a todo lo largo del texto.
Las siguientes son unas pautas generales para que puedas publicar un artículo de aventura, sea en montanismo.org o en cualquier otro sitio o publicación.
1. El título del artículo debe ser claro y representar lo que dices. La mayoría de la gente se detiene a ver cientos de veces los títulos pero si no les llaman la atención, simplemente no lo leerán.
2. Haz un resumen claro de 50 palabras como máximo. Este resumen es clave pues es lo que la mayoría de la gente lee para saber si le interesa o terminará por escabullirse.
3. Pon la información del autor: su nombre, correo electrónico y un breve currículum para que sepan quién escribe.
4. Si es que has obtenido información de algún otro lugar, menciona tus fuentes, tanto en libros como en Internet. Hay quienes creen que eso les quitará credibilidad, pero nada más sensato (y justo) que dar reconocimiento a quien se le debe.
Si llegaste hasta aquí, entonces de verdad tienes ganas de publicar. Recuerda que son sólo sugerencias y no reglas a seguir. Tú puedes crear las tuyas propias. Pero lo más importante es que escribir debe ser un acto divertido: debes comunicar a los demás lo que hiciste y hacerlo con gusto para que vuelvas a vivir la aventura una vez más y cada vez que escribas.
Decir la verdad… o no
En la década de 1980, durante un coloquio sobre montañismo, alguien del público hizo una pregunta al panel de conferencistas: “Qué tanto se debe decir la verdad? ¿No debe aumentarse en el relato el peligro para no invitar a los lectores a cometer errores?”
Para mi sorpresa hubo quien respondió que era “recomendable” agrandar las situaciones de peligro porque nadie sabía a manos de quién iría la información escrita. Esta postura es, desde luego, un error: en el montañismo y más en la exploración, es muy fácil inventar situaciones y logros. Como no hay público, uno se siente tentado a saltar de la realidad a la fantasía. Después de todo es tan fácil…
Así han surgido grandes mentiras que han hecho surgir códigos de conducta porque más que nada, hay que permanecer en el lugar que cada quien se gana y no mentir para querer ser como otros. Si no es verdad lo que se escribe, tarde o temprano se sabrá. es muy recomendable leer Las reglas de la aventura, que escribiera ExplorersWeb.