Libéranos, montaña, de tu esclavitud de la cumbre
Libéranos, cumbre, de creer que llegué a lo más alto
Alberto Iñurrategui
El primer dÃa del Festival Banff de Cine de Montaña correspondió a una serie de pelÃculas producidas por mexicanos. El primer filme fue IztaccÃhuatl, mujer blanca, una producción de Roberto Sánchez, quien narra el ascenso de dos montañistas a la cumbre de esta montaña. La introducción de la pelÃcula fue impresionante, con la leyenda de los volcanes tal como fue concebida por José Santos Chocano y después divulgada por muchos más. Aunque no tiene una calidad técnica en montaña sà presenta muchos aspectos que se producen inevitablemente cuando dos personas conviven por varios dÃas lejos de sus hogares: discusiones, pequeños roces.
Â?Asà fue como la quise hacerÂ?, comentó Roberto, Â?porque no hubo gente dispuesta a ser modelo para el documental a pesar de que estuve buscando. Les parecÃa que eran muchos dÃas.Â? Y es que lo que se ve en la pelÃcula no fueron tres dÃas (y dos pernoctas) sino ocho dÃas de labor. De ahà sus comentarios de mochilas de 35 kilos a la espalda.
La segunda pelÃcula fue Gripe peruana, que narra el intento de ascensión a la Pared Parón, en la Cordillera Blanca de Perú. Una tos continua a lo largo de la pelÃcula indica que un escalador se vio afectado de gripa y aún asà estaba escalando.
El tercero fue un documento sobre reforestación aérea, presentado por Cultura Integral Forestal y que muestra la forma de reforestar grandes áreas por medio de helicóptero y eliminando los onerosos viveros. El proyecto es interesante pues pueden reforestarse áreas muy grandes, de difÃcil acceso y en un tiempo mÃnimo. Un peso siembra dos árboles con un 90% de efectividad.
Pero el verdadero descubrimiento de la montaña comenzó con el filme rescatado por la Filmoteca de la UNAM de los archivos de los Ferrocarriles Nacionales de México, cuando éstos se hallaban en pleno apogeo como el medio de transporte más importante: 1925. El público pudo contemplar un México de hace 80 años, cuando B. Traven apenas llegaba a nuestro paÃs. El despachador, el telegrafista, El Ajusco y su acercamiento, una visión del Nevado de Toluca y, finalmente, un ascenso al Popocatépetl.
Ciertamente, fue esta última parte la que más gustó, desde subirse al ferrocarril y llegar a Amecameca, treparse a lomos de burros o caminar a un lado de ellos. El campamento de Tlamacas, donde el Doctor Atl (Gerardo Murillo) vivió varios años. El Popocatépetl, ciertamente, no ha cambiado mucho. En ese tiempo también se veÃan sus gruesas volutas de humo de fumarolas aunque los caminos hacia la cumbre no estuvieran tan marcados.
Sorprendente que algunos tubos estuvieran ya ahà en ese tiempo, lo que quizá indica que fue usado por los trabajadores del azufre que laboraron ahà hasta 1929, fecha en que la ambición de uno de los dueños de la compañÃa hiciera colocar dinamita en el cráter para extraer más rápidamente el elemento. La explosión terminó con una erupción que dejara atrapados a varios trabajadores por muchos dÃas. Todos murieron excepto uno, que fue quien narró que dos de ellos habÃan escalado la pared para salvarse de estar atrapados. Pero fueron llevados por el viento y también murieron.
Jimena Perujo, de la Filmoteca UNAM, hizo la presentación de esta pelÃcula muda de 35 mm y que fuera acompañada con una excelente interpretación al piano del maestro José MarÃa Seralde. De este filme falta una de cuatro partes.