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Montañismo y Exploración
Los amantes del Nilo
1 enero 2003


En el siglo XIX, las fuentes del Nilo eran uno de los quebraderos de cabeza de la Inglaterra colonialista. La expedición de Samuel y Florence Baker fue una de las más importantes para dejar zanjada la pregunta del nacimiento del río considerado entonces como el más largo del planeta. Durante meses, los Baker avanzaron o esperaron las condiciones propicias y llegaron a resolver un problema geográfico importante.







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Richard Hall. Los amantes del Nilo. La increíble aventura africana de Sam y Florence Baker. Mondadori (Las mil y una voces: viajes y aventuras). 2002. 334 páginas. ISBN: 84-397-0847-5

Desde que Colón divisó por primera vez las costas de San Salvador, la Tierra aún conserva en su seno una emoción de triunfo, que tiene reservada para aquel que beba por vez primera en las fuentes del Nilo Blanco, bajo las laderas nevadas del Kilimanjaro.

Bayard Taylor


A mediados del siglo XIX, "...la buena fama de la Royal Geographical Society dependía casi exclusivamente de sus descubrimientos en Ã?frica, cuyas repercusiones en la opinión pública sobrepasaban con mucho las que pudiesen tener las exploraciones en Asia o en las regiones polares." (p. 177) y una de sus principales metas era encontrar las fuentes del Nilo. La primera expedición de Burton y Speke había terminado en un fracaso para el primero y un éxito para el segundo pues se habían dividido y Speke había encontrado el Lago Victoria. A su regreso a Inglaterra, Speke promovió un segundo viaje para recorrer el Nilo desde sus fuentes hasta el Mediterráneo.

En ese tiempo, alguien más se estaba moviendo en ese sentido: Samuel Baker, un hombre que tenía su propia fortuna pero que nunca había trabajado, por lo que Livingstone lo había rechazado como integrante de una de sus expediciones. Sin embargo, formó su propia expedición subsidiada básicamente con sus propios recursos, con la que pretendía remontar el Nilo hasta sus fuentes y apoyar a Speke en su regreso.

Pero no se trataba sólo de Samuel Baker, sino de una mujer que posteriormente se haría muy famosa. Comprada en una subasta de esclavos, Florence B. Finan, la futura esposa de Baker, viajó con él hacia el Nilo. Y esto le acarreó algunas controversias a Samuel Baker: "—El Nilo Blanco es el país de los negros, de razas salvajes y feroces... El clima es mortífero, ¿para qué va a internarse en esas regiones en busca de algo que, en el caso de que lo encontrase, no sirve para nada? ¿Y cómo va a lograr que una dama, joven y delicada, pueda soportar lo que mataría al más fuerte de los hombres?" (el bajá de Egipto, cit. en p. 70)

Un hombre de sociedad que viajaba con una mujer hacia regiones remotas en plena época victoriana, era tema suficiente para un escándalo, pero por el momento no les interesaba y siguieron río arriba: "Voy a partir para Jartum, y desde allí tan sólo Dios sabe hacia dónde me encaminaré, en busca de las fuentes del Nilo. Me gustaría encontrarme con Speke, que se está abriendo camino desde Zanzíbar... Ya sabéis que la idea de explorar Ã?frica siempre me ha rondado." (p. 66)

Cientos de kilómetros más al sur, en Gondokoro, tuvieron el placer de encontrar a Speke:

"Sam se levantó de un brinco, saltó al suelo y se alejó a grandes zancadas por la ribera del río. Estaba eufórico, con la cabeza llena de fervor patriótico: «¡Hurra por la vieja Inglaterra!». Por fin se había establecido un pasaje a través del centro de Ã?frica, desde el hemisferio sur hasta el norte y eran británicos quienes lo habían hecho." (p. 126)

Por días, escucharon sus relatos y: "Mientras Baker escuchaba esos relatos, le embargaban sentimientos de admiración, asombro y desilusión. ¿Tendría que regresar ahora tranquilamente a Jartum? Preguntó a Speke: «¿Es que no ha quedado para mí ni una hoja de laurel?» Pero sí que quedaba: podía ir a explorar un lago llamado Luta Näzige («Langosta muerta»). Se sabía que existía, en alguna parte situada al oeste del lago Victoria, y Speke creía que el Nilo desembocaba en ese lago y surgía de nuevo de él. No obstante, se trataba únicamente de conjeturas, ya que él y Grant no habían podido seguir el curso del río tal como hubiesen deseado, debido a los obstáculos que les puso en su camino el rey Kamrasi. De inmediato, la mente de Baker se puso en funcionamiento. Iría a buscar el lago de la Langosta Muerta."... (p. 130)

"Speke suponía que en el lago Victoria (aunque no había seguido su curso), fluía primero en dirección noroeste y luego se apartaba más hacia el este para ir a desembocar en el Luta Näzige, lago que Baker pretendía descubrir. Evidentemente, todo eso tenía más de especulación que de geografía." (p. 130-131)

En Gondokoro, metido de lleno en el inicio de "tierra de nadie", los comerciantes de esclavos la habían hecho suya y traficaban tan abiertamente que les estorbaba un observador inglés. ¿Cómo seguirían? Hicieron un trato para viajar con una caravana de negreros.

"Eso significaba que entre ambas partes surgía una extraña alianza establecida a regañadientes. Por una parte, la gente de Baker gozaría de la protección de los traficantes de esclavos contra la hostilidad de las tribus locales, una hostilidad que estaba alimentada por la brutalidad de los propios traficantes. Finalmente, los traficantes se daban cuenta de que Baker, que estaba dispuesto a regalar a los caciques a su alijo de raras mercancías europeas en vez de utilizarlo para el trueque, les podía marcar un camino que ellos podrían seguir hasta alcanzar regiones de riquezas sin explotar." (p. 147)

Aturdidos por la malaria y agotada la quinina, decidieron continuar pese a que alguno de sus informantes les dijeron que el lago estaba a "seis lunas" de camino, Samuel y Florence llegaron al lago Näzige, al que bautizarían después como Lago Alberto:

"¡De súbito estalló ante mí la gloria del premio a nuestros esfuerzos! Allá abajo, a mis pies, como un mar de mercurio, se encontraba la inmensa extensión de agua..." (p. 175)

"Florence se había preparado a su modo para ese momento: esa mañana se había puesto una cinta en los cabellos con los colores rojo, blanco y verde de la bandera húngara. Se la quitó en aquel lugar y la amarró a la rama de un arbusto cercano a la orilla. El símbolo del país al que jamás volvería ondeaba acariciado por la brisa del lago." (p. 175-176)

"Corrí a meterme en el lago, sediento y fatigado, y ardiendo de calor, pero con el corazón embargado de gratitud, bebí a grandes sorbos de las fuentes del Nilo." (p. 176)

Sin embargo, encontraron un serio problema:

"Según los datos de Speke... el Victoria se encontraba a 1,128 metros sobre en nivel del mar; pero en la orilla del Luta Näzige [había] una altitud de 727 metros. Incluso admitiendo que hubiese un declive gradual desde el lago Victoria hasta el punto en que Baker cruzó el río para internarse en Bunyoro, la diferencia de más de trescientos metros resultaba inexplicable.

"A menos que hubiese una confusión absoluta sobre el río que fluía del lago Victoria —y que no se tratase en modo alguno del Nilo—, tenía que haber una enorme catarata cerca del punto que la expedición acababa de alcanzar." (p. 201)

Es decir: ¿realmente estaban en un lago tributario del Nilo? ¿Habían valido todas las penalidades por las que habían pasado? Sólo lo sabrían navegando:

"Y entonces, tras un recodo del río, Sam y Florence contemplaron su segundo gran descubrimiento: la mayor catarata del Nilo, el río más largo de Ã?frica. El enigma había sido resuelto: aquella era la razón de la mayor altitud del lago Victoria." (p. 202)

Pero entonces comprendieron que "...el desafío auténtico consistía en regresar con vida." (p. 194) pues "Sam observó detenidamente a Florence y al resto de su expedición y llegó a la conclusión de que en aquellas condiciones tan solo parecían espantapájaros." (p. 194)

Pero lograron regresar, sorteando con muchas dificultades y descubriendo que

"...aquella no era una simple guerra tribal. Los traficantes del Nilo se habían dispersado en esa época por Bunyoro y fomentaban el derramamiento de sangre entre los caciques.

"Lo irónico del caso era que los traficantes habían llegado hasta allí porque los hombres blancos les habían señalado el camino: unos bandoleros a las órdenes del traficante maltés De Bono se habían infiltrado allí, tomando como punto de partida el campamento de avanzada que habían utilizado Speke y Grant cuando vinieron de Bunyoro; se estaban aliando con los enemigos de Kamrasi. Por otra parte, los hombres de Jurshid Aga, que habían seguido a Baker, daban su apoyo al rey. Aquella fue la farsa final del llamamiento lanzado por Livingston para que Ã?frica se abriese mediante el «comercio y la cristiandad». No cabía duda de que los ingleses estaban abriendo el camino, pero para los traficantes de esclavos y para el islam." (p. 205)

Una muestra de esto sería la aparición de El Madhi, que tomaría por un espacio de casi quince años toda esa zona de África.

La vida de Florence y Samuel se habría de unir por el matrimonio después de regresar a Inglaterra, pero aún así se enfrentaron a una guerra sorda con la familia y con la sociedad victoriana que criticaba seriamente una relación sin estar casados.

El libro no sólo habla de este viaje al Lago Alberto, que le daría el título de Sir a Samuel y de Lady a Florence (aunque la reina Victoria se negase a recibirla), sino de una biografía de la pareja que está llena de datos de la época que ayudan muy bien a comprender el entorno social e histórico en el que se desenvolvieron.



 



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