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Montañismo y Exploración
EXPEDICION AKEMATI 1999

La experiencia del Sótano Akemati dejó una profunda huella en los participantes de la expedición y Norman Magaña, otro de los participantes, escribió sus experiencias tiempo después. Esta otra versión ayuda a comprender que cada persona ve las mismas situaciones de forma diferente.







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¿POR QU� HACER MONTA�ISMO?
Hoy en día parece lejano aquel junio de 1990 cuando me decidí a tomar un curso básico de montañismo en la UNAM. Parecería gracioso y hasta cierto punto increíble, que alguien como yo, miedoso a las alturas, tomara por voluntad propia un curso donde primordialmente hay que enfrentarse a las �alturas�.
Nueve años después creo que he alcanzado una de las metas más anheladas dentro del montañismo universitario, y no sólo eso, sino también en el ámbito nacional e internacional. Nueve años de andar por nuestras montañas, cavernas o bosques y de aquilatar nuestras riquezas naturales se pueden resumir en lo siguiente: Curso Básico 1990; Curso Técnico Espeleología 1993; Curso Técnico Alta Montaña 1994; Curso Científico de Espeleología (Pinar del Río, Cuba) 1994; Curso Superior Espeleología 1994; Instructor Cursos Básicos 1997; Expedición UNAM Sótano de Akemati 1998; Grupo 1 de Armado, Expedición Mexicana de la UNAM al Sótano de �Akemati 1999�: 1,135 metros de profundidad.
¿Cómo ha influido el montañismo en mi vida personal y profesional? La seguridad que te da en tu vida diaria y laboral el saber que si allá abajo o escalando te encuentras en alguna situación extrema, en condiciones normales vas a poder superarla. Baste decir que en este medio fue donde conocí a Adriana, mi más grande amor y la compañera de mi vida; y que a nuestro primer hijo le puse nombre de cueva, esperando que para el segundo(a) se aplique la misma fórmula.
¿Qué es para los espeleólogos de la UNAM formar parte de un proyecto de tal magnitud como lo fue �Akemati 99�? En primer lugar buscábamos ser los primeros mexicanos en descender a una profundidad tal, porque aunque la misma Universidad ostentaba el récord de -1,070 metros. en �Pozo Verde� (1993), nunca antes una expedición netamente mexicana había rebasado los -1,100 metros. Cabe señalar que espeleólogos destacados de la talla de Carlos Lascano o Ramón Espinasa han estado a más de mil metros de profundidad, pero con la característica de participar en expediciones extranjeras.
AKEMATI 1999, PREPARATIVOS
¿Cómo empezaron los preparativos? A mediados de octubre del año pasado (1998) nos reunimos un grupo de montañistas inquietos en el afán de concluir la meta que en ese mismo año no pudimos alcanzar: conseguir el descenso de esta cueva de más de 1,000 metros de profundidad para convertirnos así en la única institución en conseguir dos eventos de tal magnitud (Pozo Verde -1,070 metros de desnivel, que como ya dije fue coronado por nuestro grupo en 1993); y los primeros mexicanos en obtener esta sima ya que únicamente una expedición belga (1988) es quien se había atrevido a descenderla.
A finales del año pasado y principios del actual, tuvieron lugar un par de �Salidas�/ �Excursiones� que tuvieron el fin de integrarnos como grupo, así como de seguir poniendo en práctica los conocimientos de armado y desarmado que algunos integrantes del GEU necesitábamos corroborar y afinar. Dichas excursiones tuvieron carácter obligatorio y por consiguiente esta fue una primera etapa de depuración.
Pero la selección final se dio a raíz de dos hechos significativos:
1) Una prueba física que consistió en aplicar una �Prueba de Cooper Plus�. ¿En que consistió esta prueba? La prueba de Cooper consiste en dar el mayor número de vueltas a una pista en un lapso de 12 minutos. Nuestra prueba �plus� consistió en determinar en un circuito similar, cuánto tiempo haríamos en 10 vueltas. El promedio general fue de 23 ó 25 minutos por persona. A los ocho días de esta prueba física, se nos incrementó el tiempo de carrera a 45 minutos por persona.
2) Una prueba técnica que consistió en descender un sótano en completa soledad. Nos trasladamos a
principios de febrero al Sótano de los Hernández, ubicado en el Estado de Querétaro �en el pueblo de San Joaquín Ranas, adelante de San Juan del Río y Tequisquiapan� para someternos a esta prueba que además sería algo innovador dado que en cualquier descenso a cuevas estamos acostumbrados a ir acompañados.
Esta vez tendríamos que superar obstáculos como frío, agua, lodo, oscuridad y pasos complicados (puestos a propósito) en completa soledad. La prueba se hizo contra reloj y su objetivo fue probar que teníamos la técnica adecuada para descender y ascender sin ninguna dificultad, y sobre todo sin la necesidad de que alguien más nos cuidara, resolviendo completamente solos las dificultades dentro de la cueva. La prueba, en resumen, fue psicológica, de rapidez y astucia técnica. El límite de profundidad fue de 150/180 metros y se hizo un promedio de 2 horas y media por persona.
Independientemente de este tipo de pruebas, hay que especificar que desde que se planteó el proyecto �Akemati 99�, cada sábado e incluso entre semana estábamos llevando un programa de acondicionamiento físico general, aunado a pruebas técnicas que se desarrollaban en nuestras instalaciones de Ciudad Universitaria (circuitos para correr, prácticas de descenso y ascenso en las gradas de la alberca olímpica, trabajo de gimnasio, etc.).
Se organizaron fiestas, eventos y rifas para obtener fondos que nos ayudaran a solventar los gastos de compra de equipo (cuerdas, mosquetones, maillones, anillas, etc.), de transportación, de comida, etc. Y además se creó un fondo común. Con todo esto pudimos comprar cuerda y comida que eran los gastos más fuertes; los gastos de transportación corrieron por cuenta de cada quien. (Un agradecimiento a las marcas �Ricolino�, �Bosch� y �Vertimanía� que donaron a la expedición 250 paquetes de dulces, 2 rotomartillos y descuentos de hasta el 70% en la compra de equipo, respectivamente). Los dulces fueron incluidos en cada una de las raciones a consumir dentro de la caverna debido a las calorías que estos contienen; los rotomartillos nos ahorraron el trabajo para poner spits, que de hacerlo manualmente nos llevaría de 15 a 20 minutos (los rotomartillos perforan la piedra en dos minutos o tal vez menos); finalmente, de no haber contado con ese descuento tan importante por parte de Vertimanía, los costos personales para cada uno de los miembros de la expedición se hubieran disparado considerablemente.
PREÃ?MBULO

JUEVES 25 MARZO 1999
Por fin llegó la fecha tan esperada, a diferencia del año pasado en que se trabajó como un solo grupo, en esta ocasión trabajaríamos en cinco grupos �independientes� sin olvidar el objetivo final: el bien del grupo en general. Mi cordada (la número 1, seleccionada mediante sorteo), saldría a las 11:45 p.m. de la terminal Tapo hacia la ciudad de Córdoba, Veracruz. Por la excesiva carga de trabajo (tratando de no dejar muchos pendientes antes de irme de vacaciones en mi trabajo) y el nerviosismo de la expedición, llegué un poco tarde a la cita. Habíamos quedado de vernos a las 11:00 p.m. para documentar maletas y yo llegué a las 11:20 p.m.; cuando por fin estuvimos listos el camión por poco se va sin nosotros: !éramos los cuatro pasajeros que estaban voceando para salir de inmediato hacia Córdoba!
Viajábamos hacia la ciudad veracruzana, Angélica, Edgar, Dany Sánchez (mejor conocido como �Dany Boy�) y yo. Allá nos encontraríamos con Soriano, Lorenzo y Joel. Soriano acababa de participar recientemente en una expedición internacional y se conectaría con nosotros desde Tehuacán Puebla; mientras que Joel y Lorenzo habían tenido que viajar al sótano de Popoca a rescatar equipo que semanas antes había olvidado Rodrigo al momento de desarmar.
VIERNES 26 MARZO 1999
Llegamos a Córdoba como a las 4:00 a.m. y ahí vimos a Manuel y a Juan que ya llevaban una carga considerable de equipo y personas en sus camionetas. Tuvimos que esperar a dieran las 6:00 a.m. para hacer el transbordo al poblado de Tezonapa (a una hora de camino de Córdoba).
En Tezonapa estábamos como a las 7:30 a.m. situación que nos ponía en desventaja a los que viajábamos en transporte público ya que nuestro próximo destino, Tepequexpa, no era de fácil acceso: tendríamos que viajar rumbo a Tlacotepec que está del otro lado del Akemati y en algún punto bajarnos para después esperar a ver qué nos transportaba (¿una camioneta de redilas, otro camión, a pie? ¡Y con todo el equipo! Realmente lo ignorábamos). Afortunadamente llegó una noticia grandiosa: nos enteramos de que salía un camión directo a Tepequexpa a las 11:30 a.m., ahorrando con ello una hora y otro transbordo ya que el camión hacia Tlacotepec salía hasta las 12:30 p.m.
En lo que esperábamos a que dieran las 11:30 a.m. fuimos a desayunar y a comprar algunos víveres. A las 11:00 a.m. comenzamos a cargar las mochilas y los costales de cuerda en el camión. Fue imposible que los siete cupiéramos en los asientos: como es el único camión que sube hacia Tepequexpa, mucha gente de las comunidades náhuatl aledañas lo atiborró de inmediato; el problema es que hay que aguantarse entre dos y tres horas hasta llegar al destino final. De repente en una vuelta vemos como empiezan a subir decenas y decenas de gente al camión �que para entonces venía a media capacidad� ¡qué manera de llenar el camión! Más adelante Soriano, con todo y que no cabía un alfiler más, sale de la parte trasera y me empieza a echar bronca de que ya nos habíamos pasado, el problema es que yo venía dormido y no me acordaba del paraje donde nos teníamos que bajar.
En Tepequexpa nos enteramos que Manuel y Juan habían pasado desde temprano. Conclusión: seríamos los últimos en llegar al campamento base. Afortunadamente tuvimos una segunda buena noticia: habían abierto un camino nuevo hacia Huitzmáloc, el último poblado importante antes de llegar al campamento base. El traslado en la camioneta de redilas nos ahorraría unas horas de camino y nos dejaría casi a tiro de piedra para alcanzar a los demás que ya nos llevaban una ventaja considerable. Durante el trayecto de Tepequexpa a Huitzmáloc nos encontramos a Marisol, Claudia, Rodrigo, Arturo y Amílcar. Un poco antes de llegar a Huitzmáloc nos tuvimos que bajar de la camioneta ya que un trascabo (maquinaria para arreglar caminos) nos tapó el paso, ahí cargamos a las mulas que rentamos para que subieran el equipo y las mochilas personales. Llegamos a Huitzmáloc como a las 3:00 p.m. y comenzamos a caminar atrás de las mulas (por un camino de subida) durante una hora o más hasta un punto en el cual ni ellas mismas pueden subir. De aquí en adelante nosotros mismos tendríamos que subir todo hasta la entrada de la caverna y todavía más arriba es donde estaba el campamento base.
A las 5:00 p.m. ya habíamos depositado todo el material para el trabajo dentro de la cueva, intentando ponerlo en un lugar a salvo de lugareños que pudieran pretender quedarse con algo. Desafortunadamente aunque las cosas estaban en un lugar medio escondido, lo inesperado sucedió: nos robaron un costal con 100 metros de cuerda, primer punto negro de la expedición. Sólo nos quedaban dos horas de luz y todavía necesitábamos regresar al punto donde habían descargado las mulas para subir nuestras mochilas hasta el campamento base. Llegamos como a las 8:00 o 9:00 p.m. y procedimos a la instalación de las tiendas de campaña. ¡Había que descansar bien ya que al día siguiente daría inicio la gran aventura!

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