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Montañismo y Exploración
La búsqueda de la situación límite en la escalada
10 octubre 1998

¿Cuáles son las motivaciones psicológicas que impulsan a un individuo a arriesgar una y otra vez, afrontando la situación límite de estar suspendido en el vacío, tratando de superar un muro vertical de piedra?







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¿Qué hay en el interior del hombre que, desde el principio de los tiempos, le impulsa a abandonar la dicha y la seguridad para ponerse en peligro, para buscar cosas nuevas, para afrontar incluso la muerte?

S. Kierkegaard

¿Qué sentido tiene? ¿Cuáles son las motivaciones psicológicas que impulsan a un individuo a arriesgar una y otra vez, afrontando la situación límite de estar suspendido en el vacío, tratando de superar un muro vertical de piedra? Este "flirteo" con la muerte es, a la vez, una experiencia de máxima vitalidad: acercarse al filo de la muerte, ahí donde la vida es más intensa.

Los psicólogos denominan "contrafóbicos" a los mecanismos conducentes a reducir o superar fobias o temores. La escalada de alto riesgo es un paradigma de este tipo de situaciones: el miedo a reconocer la propia debilidad, el miedo a la soledad, el miedo a la muerte, el miedo, incluso, a la altura o a la caída, quedan vencidos, contrarrestados, mediante la repetición de un acto psicomotor tan perfecto y arriesgado como la escalada.

Afrontar situaciones límite puede servir para compensar sentimientos de inferioridad, miedo social e integrar así la personalidad: en definitiva, para aumentar la propia autoestima.

Desarrollo histórico-psicológico del fenómeno de la escalada

Aunque situásemos el inicio del alpinismo en la ascensión de Francesco Petrarca al Mont Ventoux, en 1336, debemos considerar a ésta y otras ascensiones aisladas como episodios únicos sin carácter de fenómeno cultural o social. Es hacia fines del siglo XVIII cuando en Europa nace un interés verdadero hacia la naturaleza alpina y los Alpes.

El espíritu innovador del Iluminismo, con su pensamiento racional, lógico y matemático, incitó a científicos y aventureros al estudio y conquista de los Alpes. En Inglaterra, el alpinismo contribuía ya a destruir la labor creativa y artesanal, generando fenómenos de despersonalización y necesidades de evasión. Durante el siglo XIX, el habitante de la ciudad empezó a invadir los valles y las cumbres.

Con ello creó, al mismo tiempo, una nueva forma de vivir en los propios habitantes de los valles; éstos casi se vieron forzados a escoger el oficio de guía. Empujadas por unos acontecimientos superiores a su resistencia y con el trasfondo económico que suponía el intercambio de servicios, intentaban mejorar así sus duras condiciones de vida. Recordando a Whymper se nos perfila la figura clásica, ciudadana, metódica y ciertamente agresiva y neurótica, cara al contexto ambiental que lo rodeaba.

El habitante del valle se representa como una figura más calmada y fatalista, estando más en armonía con el ambiente natural, y no llegando a identificarse con la mentalidad de la conquista, lucha y pasión que empujaba a los de la "ciudad". Poco a poco se conquistaron todas las cumbres de los Alpes. Como fecha clave podemos recordar 1786, en que se llegó a la cima del Mont-Blanc (Balmat, Paccard).

Con posterioridad a la conquista de las cimas, se inició el proceso de ataque por las diferentes aristas y caras de las montañas, reputadas más temibles. Lentamente la historia cambió el sentido de la aventura, y la fascinación de la montaña virgen quedó relegada. Se domesticaba lo desconocido. Las vías se repetían una y otra vez.

El "encanto" quedaba roto. La "obra de arte" del primero dejaba paso solamente a un trabajo técnico y atlético de los que le seguían. Los deseos y las emociones debían cambiar de meta. Entonces el concepto del "más difícil todavía" entró con fuerza. Se buscaba la pared más larga, más vertical, el mixto más duro y difícil, la cara norte más impresionante...

La introducción de los medios artificiales de progresión en la escalada (Emilio Comici, 1929) dio una momentánea impresión de ampliar los límites de la dificultad en paredes consideradas como imposibles. Con Hans Dülfer (1912) se inició la era de lo que más tarde se llamaría el "Sexto Grado", entendiendo como tal el límite de las posibilidades humanas enfrentadas en una escalada en roca.

De todas formas no es hasta 1926, en que Willy Welzebach propuso la creación de una escalada de dificultades de escalada en roca (del I, fácil, al VI, extremadamente difícil) para intentar cuantificar, clasificar y comparar diferentes vías. Pero quizás el punto más importante como evolución del alpinismo lo marcó Paul Preuss, tomando una clara postura en contra de los medios artificiales en la escalada en roca.

En 1912 pronunció una conferencia en Munich de Baviera, exponiendo sus principios básicos, pudiendo resumirse en dos muy significativos:

  1. No se debe solamente estar a la altura de la dificultad que afrontamos, sino que debemos ser muy superiores a ella.
  2. La medida de la dificultad que un escalador puede afrontar con seguridad, en descenso, sin el uso de la cuerda y con ánimo tranquilo, debe representar el límite de la dificultad que él puede afrontar en una ascensión.

Con estos principios, Preuss inició el círculo que actualmente se está cerrando en el alpinismo. El sexto grado supuso un límite, un imposible de superar. Se utilizaron medios artificiales de progresión con la ilusión de derribar estos límites, pero Preuss ya proponía el afrontar la escalada con medios "leales", "by fair means".

No predominó su espíritu, dejando con ello paso a toda una feroz actividad sobre los Alpes, que ha culminado en los años 60-70 con una agresión estival e invernal sin precedentes, donde cada escalador busca su espacio de lucha individual, llenando las vías de clavos y material y descargando agresividad. Tras todo ello, el deseo de afirmación y victoria.

Es en California, en la década de los 70, en donde se ha recogido en cierta forma el espíritu de Preuss: la escalada limpia, libre, que implica una preparación atlética metódica y dura. En ella el aspecto psíquico es fundamental, intentando llegar a un control de la mente y a una nueva capacidad sensorial; el gesto simple, buscando el límite de la perfección, dentro de una espontaneidad sincrónica de acción-decisión.

Se contempla la escalada como la búsqueda de una capacidad sensitiva y cognoscitiva olvidada. Se vive como una expresión vital y existencial. Deja de ser agresiva, buscando armonía con todo lo que envuelve la ascensión.

Trasladado el concepto a Europa, es Reinhold Messner quien lo recoge. Se convierte en su defensor y difusor, ampliando el campo al himalayismo. La idea "by fair means" se lleva a sus máximas consecuencias (Everest sin oxígeno) y el sexto grado deja paso al séptimo, en donde cada situación que aleje el límite absoluto acerca más al propio conocimiento individual.

Aspectos motivacionales del escalador

Esta perspectiva histórica nos lleva a considerar un aspecto fundamental de la motivación de la escalada: la necesidad de conquista y dominio de la cultura occidental. El hombre, centro del universo, debe someter jerárquicamente a todo su entorno. La Naturaleza estará siempre en función del hombre y éste puede utilizarla, modelarla, agredirla y destruirla, si es necesario, para la consecución de sus fines.

Por un mecanismo de defensa, fácilmente comprensible, el hombre occidental ha intentado desprenderse del sentimiento de culpa en su relación con el mundo. La única fuerza vital y espiritual es el hombre: el resto son "cosas", y así no existe el problema derivado de su destrucción. Motti, en su magnífica obra «Historia del alpinismo y el esquí», considera al respecto:

"...Con ello se crea toda una relación jerárquica ante la Naturaleza, con connotaciones sadomasoquistas, en el que se delimitan fuertes pulsiones y contrastes como el amor/odio. El Hombre dice: yo te amo, pero debo vivir, entonces debo matar y destruir. La Naturaleza responde: también yo te amo, pero debo defenderme e intentar destruirte antes de que tú me mates".

La cultura occidental niega esta suposición intentando justificar el dramatismo existencial y la define como necesaria para la evolución. En contraposición, el pensamiento oriental considera a todas las cosas animadas e inteligentes, desde una piedra al hombre, Por otra parte, la lucha contra la muerte y la defensa contra el dolor se contemplan como inútiles y sin sentido. El altísimo nivel intuitivo y cognoscitivo de estas culturas (India, Tibet, China) proponen una armonía suprema con todas las cosas existentes. Se sintetizaría en el llamado Amor Universal, sin diferencias jerárquicas.

Para conseguir esta armonía, el hombre debe renunciar a la vida material. Mediante una serie de disciplinas muy duras se realiza el contacto íntimo con el Cosmos, buscando paralelamente el conocimiento interior. En contraposición, el occidental, mediante la ciencia y la tecnología, busca el conocimiento externo al individuo, la dominación y el control de "lo imposible".

Todas estas consideraciones son importantes para comprender el proceso seguido por el hombre occidental frente a "su" Naturaleza, incluidas las montañas. Al mismo tiempo, permitirá situar la actual crisis del alpinismo, en donde empieza a surgir una sensación de vacío e inutilidad: el alpinismo agresivo y competitivo, la cima virgen, la "primera" inédita, el acúmulo obsesivo de ascensiones, el palmarés del escalador punta (codiciado por el resto), la carrera patriótica y nacionalista en la conquista de los "ochomiles", la adoración ritual y simbólica a todo el despliegue tecnológico de equipamiento utilizado por el alpinismo, etc.

En este sentido, es interesante resaltar que la única comunidad asiática que se ha lanzado masivamente al alpinismo es la japonesa, la cual presenta un desarrollo socioeconómico claramente occidentalizado y una historia igualmente imperialista. No debe extrañarnos la inclusión del concepto de imperialismo (con sus connotaciones militaristas y expansionistas) en un trabajo de este tipo, pues la terminología empleada en la escalada está llena de conceptos de equivalencia militar (Ver tabla I).

Tabla I
Términos de equivalencia militar empleados en la literatura alpina

Lucha - Inexpugnable
Batalla - Invencible
Victoria - Campamento
Asedio - Ataque
Conquista - Retirada
Cerco - Asalto
Desafío - Jefe
Táctica - Supremacía
Estrategia - Reconocimiento
Torreón - Expedición
Gendarme - Enemigo
Centinela - Muralla

Se acepta generalmente que el alpinismo es un medio de descargar agresión, al igual que casi todo tipo de deportes.

"Se necesita estar fuertemente motivado para escalar una roca difícil, y aquí la agresividad es un hecho importante. Los psicólogos están de acuerdo en que los factores agresivos y competitivos están más asociados con actividades que requieren audacia y coraje".

En el interesante trabajo de R. Mighell, "The psychology of climbing" se dice que "quizás es cierto que los montañeros generalmente se interesan más por la muerte y tienen un temor a la muerte mayor de lo habitual".

Las declaraciones de diversos escaladores confirman esta impresión:

"...desde el momento en que se plantea la disyuntiva de continuar viviendo o morir, deja de interesarme la cumbre... Dar media vuelta ¿o qué? ¿O arriesgar la última oportunidad que me resta: escalar hasta la cumbre por la línea más corta...? (R. Messner)

"Es una lucha... vencer los propios deseos, con ocasión de descubrir tu verdadero rostro... vencer el miedo, acercarme al abismo de la vida y saborearlo por completo" (W. Bonatti).

De hecho, este temor y su contestación contrafóbica a través de la repetición de la búsqueda de situaciones límite forma parte del núcleo motivacional del escalador. En este sentido, también puede verse contrarrestado por la escalada el temor a la soledad.

"...en realidad se trata de una lucha con la soledad y en la soledad, una lucha contra las dificultades de la naturaleza alpinística y también una lucha consigo mismo, con sus debilidades co el miedo y el sentimiento de inferioridad" (Z. Ryn).

Uno de los atractivos de la escalada es la satisfacción obtenida por el perfecto control psicomotor necesario para coordinar equilibrio, fuerza, agilidad e intuición. La autoobservación de todas estas cualidades puede llegar a satisfacer muchas necesidades narcisistas. Para llegar a tolerar e incluso buscar y repetir los dolores e incomodidades de la escalada (cambios climatológicos muy bruscos, sed, hambre, cansancio físico extremo, congelaciones, erosiones en las manos, reuniones que suponen una inmovilización física prolongada en posturas forzadas... etc.) deben existir razones de satisfacción masoquista.

Cuanto más larga y difícil es la escalada, hay más sufrimiento y menor es la satisfacción producida al llegar a la cima, llega incluso ésta a producir decepción y deseo de huida y retorno al valle ("...ahí está la cima. ¿Para eso he luchado y vivido? ¿Valía la pena?... me da asco esta cima, me da asco este viento, las fotos sacadas, la firma depositada. No valía la pena, vámonos aprisa... me siento indiferente, embrutecido por el cansancio, con los nervios destrozados").

Estas declaraciones de Cesare Maestri en su ascensión al Cerro Torre —primera con Toni Egger— muestran que la idea fantaseada de llegar a la cima no sería la motivación real de soportar el padecimiento necesario para alcanzarla. Otra de las posibles motivaciones de esta actividad es la necesidad de singularización existente n un contexto social standar y monótono que permite pocas posibilidades al individuo para desarrollarse de forma personalizada y creativa, y la búsqueda de la situación límite que permite la escalada puede conferir un sentimiento de orgullo e indivualización.

La Tabla II muestra algunos de los términos empleados en escalada y alpinismo con las claras equivalencias sexuales.

Tabla II

Términos de equivalencia erótico-extásico empleados en literatura alpina

Culminación - Conquista
Entrega - Pasión
Tanteo - Inviolada
Virgen - Extasis
Inmaculada - Falda
Atracción - Seducción

La preparación de una escalada implica una serie de elementos de cuidado, placer y nerviosismo ante la espectativa, que más tarde se sustituyen por otros de aproximación y tanteo, hasta llegar al inicio del excitante ritual de ascensión que ha de culminar con la conquista de la cima y su posterior abandono. Este punto de vista es compartido por varios autores.

Obviamente estas equivalencias sexuales pueden considerarse típicamente "machistas". La reducción del margen de incertidumbre es —por paradójico que a primera vista parezca— otro de los principales motores motivacionales de la escalada. Es un modelo social en el que predominan la existencia de objetivos poco definidos pero amenazantes, la confusión de roles, la impracticabilidad de la decisión personal y la poca definición de los valores bueno/malo; el recurso de plantear un modelo experimental en el que los márgenes de incertidumbre se reducen, controlan y resuelven, mediante la técnica y un aprendizaje progresivo, proporciona al escalador una profunda sensación de "dominio de la situación".

Así, el escalador llega a mantener la ilusión de perfección y control sobre sí mismo, los otros y el ambiente. Finalmente, una de las motivaciones fundamentales de la búsqueda de la situación límite en escalada es la consecución de la experiencia extásica. En uno de sus trabajos, Ryn cita a Messner cuando comenta

"...se da el hecho de que cuando se está al borde de la muerte prácticamente no se siente miedo, puesto que allí se abren nuevas regiones de la conciencia."

Este es uno de los estímulos más importantes que empujan al alpinismo, incluso subconscientemente en quienes aún no lo conocen. Principalmente tres factores son los que favorecerían la experimentación de este tipo especial de estados de conciencia: la majestuosidad y belleza del entorno natural, el agotamiento físico (y en ocasiones la hipoxemia) y la confrontación con el peligro real de la situación límite. En este contexto es relativamente fácil la experiencia extásica o "mística" en el sentido de una desaparición del concepto del "yo" y una sensación de disolución con el entorno. En todo caso, como dice Keenlyside, la montaña no es el lugar del "homme sensuel moyen".

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