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Montañismo y Exploración
Aconcagua: reportaje gráfico de un ascenso
8 abril 2008

Los guatemaltecos Edgar Rivera y Edgar Betancourth ascendieron el Aconcagua el pasado mes de febrero. Un ascenso más. Lo diferente es que presentan un reportaje gráfico para que quienes estén interesados en ir, tengan referencias más detalladas.







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Entonces planificamos salir el sábado 16 a las 7:30 u 8:00 horas, para que ya hubiese amanecido, calculando hacer entre 7 a 8 horas el asalto a la cumbre... Por cosas de la vida no oímos las alarmas y nos despertamos hasta las 8:10. Tuvimos que descongelar hielo para preparar el desayuno, alistarnos y salir y salimos hasta las 9:30, acompañados de vientos de 40 kilómetros por hora aproximadamente y una temperatura de 30 grados centígrados bajo cero.

Perdimos una media hora al inicio por problemas con el frío.  La ruta se veía vacía, todos habían salido a las seis de la mañana.

Al ver hacia atrás, uno nota que está realmente alto. En el Portezuelo del Viento y la travesía hacia la canaleta el viento se incrementó considerablemente y bajó aún más la temperatura.

Luego de cuatro horas y media de ascenso y avance, llegamos a la base de La Canaleta, el tramo final hacia la cumbre. Ya habíamos alcanzado a varios grupos y también habíamos visto a mucha gente renunciar a la cumbre por diferentes motivos: problemas físicos, cansancio, deshidratación y, por supuesto, la altura.

Aquí en La Cueva del Indio, tomamos un descanso de aproximadamente 30 minutos, comimos algo y nos hidratamos.

Ya en este tramo —muy difícil por cierto— uno ya empieza a creer en el sueño del Aconcagua, en alcanzar su cumbre.

Algunas personas que encontramos en el descanso, nos contaron que de ese punto a la cumbre son aproximadamente tres horas de ascenso. Eso nos decía que llegaríamos a la cumbre aproximadamente a las 18:00 horas, muy para hacer cumbre, pues aunque anochece hasta las 22:00 horas el clima se vuelve más hostil conforme avanza el día y también porque el tiempo aproximado de descenso es de entre cuatro a cinco horas.

Iniciamos el ascenso por la canaleta a las 15:00 horas, mientras subíamos encontramos a muchas personas bajando y no todas habían llegado a la cumbre que estaba a solo 300 metros de desnivel... muy difícil de creer.

En las montañas de Guatemala, por lo regular siempre alcanzamos la cumbre y la decepción de algunos es que no siempre hay buena vista, entonces lo tomamos como que el logro es la cumbre y a veces la vista es un premio o un sueño que puede hacerse o no realidad.  En montañas como el Aconcagua el logro es todo lo que uno vive, siente y aprende durante su estancia en la montaña. La cumbre es un sueño, una ilusión que por diferentes factores no a todos se les hace realidad. Al igual que no tener buena vista en el Acatenango, no lograr la cumbre del Aconcagua no son un fracaso sino lección de grandeza que nos da la montaña y la naturaleza.

Al igual que en todo el recorrido del ascenso a esta montaña, iba yo (Edgar Rivera) como menos rápido marcando el ritmo del paso y un metro detrás de mí siempre el tocayo (Edgar Betancourth).

Exactamente a las 16:59 nos dimos cuenta que no había más a donde seguir subiendo. Frente a nosotros estaba la esperada cruz de aluminio que marca el final del camino y al fondo la impresionante cumbre sur del Aconcagua.

¡Estábamos en la cumbre del Aconcagua! A 6,962 metros de altura, la sensación de haber podido alcanzar nuestro sueño era indescriptible: las lágrimas de alegría son inevitables. Un fuerte abrazo  libera todo el estrés del ascenso. La alegría y el orgullo inundan nuestro ser. El amor por nuestra Guatemala y por K'ashem crecen más que nunca, Dios, Guatemala, K'ashem, nosotros, el Aconcagua… somos un todo concentrados en nuestro ser en aquel punto recóndito del planeta...

¡Feliz cumbre tocayo! y la repuesta:¡Feliz cumbre tocayo!

Compartimos la cumbre con cinco holandeses y estuvimos ahí 23 minutos, al bajar aún encontramos a cuatro personas más subiendo.

El descenso no fue complicado ni tardado, Aunque muy cansados y deshidratados, alcanzamos a la mayoría de las personas que habían subido ese día. Bajamos al campamento en dos horas exactas y arribamos a las 19:22.

Volvimos a dormir en el campamento de Plaza Cólera, haciendo un total de tres noches a casi seis mil metros de altura.

El 17 de febrero bajamos a Nido de Cóndores, donde desayunamos y descansamos luego de una noche con un viento y frío exagerados, luego de un descanso regresamos de nuevo al campamento de Plaza de Mulas.

Al ver hacia arriba y atrás, el Aconcagua lucía impecable, como siempre.

Nosotros no tanto.

El 18 de febrero terminó nuestra estancia en la montaña, caminamos los 40 kilómetros que hay de Plaza de Mulas a Puente del Inca.  Salimos del parque provincial Aconcagua llenos de satisfacción, orgullo, amor por lo que hacemos, mucha nostalgia y con el sentimiento de ¡misión cumplida!

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