...toda aventura montañera deja, más que un recuerdo "un haz de recuerdos", un sentimiento diferente a cualquier otro, que la impregna por completo. Es un canto profundo que nos trae el silencio.

-Fíjense -nos había dicho nuestro guía-. Aquí, no debiera ser posible sostenerse. Y sin embargo, nos sostenemos.

Era cierto. Paseábamos fácilmente por aquel muro, gracias a unos salientes minúsculos suspendidos sobre un vacío inmenso. El secreto era simple: bastaba tener confianza, tanto en la montaña como en nosotros mismos.

Georges Sonnier.
La Montaña y el Hombre.