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Montañismo y Exploración
Ascenso al Chacraraju Este por la Ruta Jaeger
12 octubre 2012

El Chacraraju, en la Cordillera Blanca de Perú, es una montaña difícil que ha tenido muy pocos ascensos comparados con los intentos que ha recibido. En julio de 2011, dos montañistas mexicanos hicieron el ascenso a una de sus cumbres: la Este, por la ruta Jaeger.







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Mi última escalada solitaria, hecha el 5 de julio [1978] en seis horas fue el tercer ascenso al Chacraraju Este (6,001 metros) por una nueva ruta, la directa a la cara sur. Mi ruta está a la derecha de la ruta de los guías de Chamonix y sí alcanza la verdadera cumbre, que no alcanza la de ellos.

Nicolas Jaeger

Llegamos a la Laguna del 69, nuestro campo base. El color de su agua azul me impactó mucho: era diferente a otras lagunas que había visto en la cordillera. Más que nada, detrás de ella aparecía el Chacraraju, vertical e imponente. Montamos campamento y fuimos a reconocer el glaciar para encontrar la ruta adecuada hasta la pared. Vimos huellas de pocos días y el arriero nos dijo que dos escaladores habían intentado la escalada pero que no habían subido.

Éramos sólo Diego Wynter y yo. Queríamos escalar la cara sur del Chacraraju, por la ruta Jaeger, una escalada clásica y muy difícil. Habíamos salido del vivac a las 23:30, cuando llegamos a la base de la pared cruzamos la rimaya y escalamos en simultáneo esa pendiente de 70 grados. Diego iba por delante y aunque la nieve estaba un poco blanda en algunos tramos, conforme avanzábamos se iba endureciendo y pronto comenzó a aparecer el hielo.

A los 350 metros, Diego me cedió la punta y continué cien metros más por ese terreno hasta que llegamos al primer largo técnico. Entonces abandonamos el simultáneo. Era pura roca con una capa de hielo muy delgada encima, una escalada comprometida. Yo continué por una travesía hacia la derecha hasta llegar a una rampa de hielo, expuesta pero divertida. Dos largos después, mis pantorrillas pedían descanso de tanto ascender sobre las puntas de los crampones.

Ya estábamos en la base de dos coladores. El de la derecha era corto pero tenía hielo extraplomado; el de la izquierda era un poco más largo pero era vertical y la roca asomaba en algunas partes. En ese momento llegó Diego. Estaba cansado y yo ya había descansado un poco, así que continué por el colador de la izquierda. El principio fue muy duro porque había placas de hielo frágiles. Logré alcanzar una rampa con hielo delgado que bajaba por el colador y más adelante me topé con una pared vertical de nieve y roca suelta. Hice una travesía hacia la derecha para llegar al otro colador y vi con alegría que no sólo podría poner una buena reunión para que Diego se reuniera conmigo sino también el serac que cubre la cumbre.

Diego punteó el siguiente largo. Como había roca aflorando, pudo colocar dos piezas de protección en ella para después adentrarse en el hielo. El último tramo me tocó a mí: una travesía más hasta alcanzar una rampa de hielo  cubierta por unos 40 centímetros de nieve azúcar. Esa pendiente nos llevó hasta la antecumbre, justo en la arista.

Subir el serac de cumbre nos tomaría mucho tiempo y era bastante expuesto, así que consideramos que el haber terminado la pared era suficiente. Eran las 15:50. Tomamos fotos, video y nos pusimos calentadores en los pies antes de comenzar el descenso. Oscureció cuando estábamos en el primer largo técnico y comenzó a nevar minutos después. En poco tiempo comenzaron a caer deslizamientos de nieve polvo desde lo alto pero no traía ninguna piedra. A veces soplaba el viento y el frío aumentaba. Eso se había convertido en una cascada continua de nieve. Diego me cubría con los brazos para tener el hielo limpio de la nieve mientras yo hacía los avalakovs. Un descenso épico.

De cualquier manera, tratamos de ser más veloces. Después de trece rapeles y de una desescalada de 30 metros, finalmente alcanzamos la rimaya y entonces fuimos al sitio del vivac. Eran las 00:50. Habíamos pasado 25:50 horas en la pared pero ya estábamos en nuestras bolsas de dormir. Esa noche sería muy fría, por el desgaste que habíamos tenido y porque nevó mucho. Incluso seguía nevando cuando amaneció. Nosotros sólo queríamos bajar e hicimos las mochilas para llegar al campo base.

Ahí cesó la tormenta y las nubes desaparecieron. Estábamos de nuevo junto a ese azul de la laguna, cansados, con el Chacraraju a nuestras espaldas y con una nueva experiencia que contar.


Daniel Araiza Chávez comenzó a escalar en roca a los once años pero cuando subió el Iztaccíhuatl a los 13, descubrió que la montaña era su pasión y desde entonces  es montañista, con metas y proyectos cada vez más ambiciosos. Originario de la ciudad de Guadalajara, donde nació el 3 de mayo de 1989, pertenece a
Línea Directa, un grupo “comprometido en elevar el nivel del montañismo nacional”. Como complemento de sus entrenamientos, practica escalada deportiva, bicicleta de montaña, trail running y natación.

En junio del 2011, Línea Directa hizo una expedición a la Cordillera Blanca del Perú, conformada por ocho montañistas. Lograron llegar a la cumbre de cinco montañas. El Chacraraju es una de ellas.


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