| No hay nada más inútil que mi actividad. Reinhold Messner |
La sala de la Cineteca Nacional se quedó muda de repente. Por la salida de emergencia de la sala estaban entrando personas. Y entre ellas, Reinhold Messner. Comenzaron los aplausos pero el público mantuvo bajo el volumen del ruido. Minutos después, se abría el evento: Alejandro Hinojos, organizador del evento, dijo que era un gusto tener a alguien de la magnitud de Reinhold Messner en México y que para ello estaba presente otro gran personaje que lo presentara: Carlos Carsolio.
Alejandro Hinojos, uno de los organizadores del Festival Banff de Cine de Montaña en México, hace la presentación de Messner.
Fotos: Carlos Rangel.
En pocos minutos, Carsolio habló de Messner como de alguien cuya vida es plena pero sobre todo debido a lo que había hecho a lo largo de su vida: 14 ochomiles, la primera travesía de la Antártida sin asistencia y muchas cosas más.
Entonces pasó él.
En realidad no sé si describir más a Messner o al público. Reinhold Messner es un hombre que asegura que lo que él había hecho bien lo hubiera podido hacer cualquiera de nosotros, y que lo único que necesitaba era la misma tenacidad. Pero el público lo veía como alguien muy especial o, como bien había dicho Carsolio el día anterior: el Pelé del montañismo.
Reinhold Messner en su presentación.
Su conferencia fue el reflejo de su vida en la aventura. Habló desde su primer ascenso a los cinco años hasta su actual vida trabajando para levantar museos de la montaña de una manera muy rápida y cuando creíamos que ya no tendría material para hablar, regresó a sus orígenes y reconoció que en su comienzos como escalador se había dedicado a la escalada de dificultad y llegó a ser un gran escalador, hasta que le tuvieron que amputar los dedos de los pies y le quedó claro que ya no podría seguir haciéndolo.
Pero entonces vio una oportunidad donde los demás ven un fracaso: giró hacia las grandes montañas del mundo y se convirtió en himalayista, de hecho, en el primer hombre en subir a la cumbre de los 14 ochomiles. De esta etapa, la más conocida por todos, intentó paredes muy difíciles y pronto descubrió que:
"El alpinismo de renuncia es mi filosofía".
“Para ir a una expedición al Himalaya se necesitaba mucho dinero, mover a 20 personas y muchas toneladas de equipo y comida. Nadie podría participar en una expedición así. Entonces Peter Habeler, un gran alpinista suizo, y yo fuimos al Hidden Peak. Llevamos no más de 200 kilos y éramos nosotros dos solamente. Subimos lo más ligero y por una nueva ruta. Ahí comenzó a quedar claro que el antiguo sistema de expediciones pesadas podría dejarse de lado.”
Después de hacer una expedición en estilo alpino, su siguiente meta fue romper los mitos y el primero fue con el más grande del mundo:
“Todo mundo decía que no se podía subir el Everest sin oxígeno. Pero es que nadie lo había intentado. Sólo repetían lo que era vox populi en el montañismo. Yo me dije que sí podría hacerse y Peter y yo subimos. Era el primer ascenso de este estilo en el Everest.”
"La aventura se encuentra no sólo en lo vertical, sino en todos lados."
Pero no se detuvo ahí. Pocos meses después ascendía el Nanga Parbat y con ello dejaba asentado que una montaña de ochomil metros también podía ser escalada en solitario. “Eran barreras mentales.”
Y aquí hizo hincapié en su filosofía: “El alpinismo (llamado así porque nació en los Alpes) había sido el tradicional, luego se buscó la escalada de dificultad y yo propagué el alpinismo de renuncia. Es de renuncia porque es dejar de lado la cuerda, a un compañero y las botellas de oxígeno. Sólo así era válido un alpinismo para mí. Esa es mi filosofía.”
Messner agradece al público los aplausos.
En realidad, Messner había comenzado con sus ascensos en solitario, sin cuerda y de gran dificultad en la década de 1960, donde comenzó a tener grandes diferencias con otros escaladores, sobre todo con los que hablaban de rutas “superdirectísimas”. Sin embargo, en el Himalaya no encontró obstáculo a sus ideas porque nadie más lo había hecho antes.
Para cuando terminé los 14 ochomiles yo tenía más de 40 años y vi que no podría seguir jugando en ese terreno vertical si quería seguir con vida. Y comencé mi etapa de aventura horizontal.” En esta etapa hizo grandes recorridos en el desierto del Gobi y la travesía a la Antártida, la travesía de Groenlandia y un intento de cruzar el Polo Norte de continente a continente, intento que se vio frustrado por el ataque de un oso, o las diferentes exploraciones que hizo en el Tíbet para investigar la leyenda del Yeti y concluir que era más una figura legendaria de la región más que un ser vivo específico (y desconocido).
Con una réplica de una reliquia maya en sus manos, como símbolo de su participación en el Festival Banff de Cine de Montaña.
Al finalizar, la ovación fue enorme. Messner, como un director de orquesta, agradecía los aplausos y antes de que pasara nada más, Alejandro Hinojos comentó que Messner daría autógrafos y que había que hacer una fila.
Aún no cabe en mi cabeza el hacer más de 500 firmas y verse asaltado por cientos de flashes durante todo ese tiempo. Ahí fue donde comprendí por qué este hombre sencillo y directo prefiere estar lejos de las multitudes. “Soy lo que he hecho”, es una de sus frases y sencillamente, lo resume completamente.
La conferencia, en italiano, fue el cierre del X Festival Banff de Cine de Montaña en la ciudad de México. Organizada por la tienda de deportes de montaña El Séptimo Grado, fueron tres días de proyecciones y esta conferencia que bien puede decirse que fue un éxito en el montañismo. Tanto que hubo gente de diferentes partes del país e incluso Beto Pinto, un andinista peruano, vino a la ciudad para asistir a la conferencia y escalar montañas.
Messner da su autógrafo al escalador de los años 50 Raúl Revilla.
Esta foto y la de abajo: Oscar Almaraz.
Durante la sesión de autógrafos, los montañistas se veían felices de estar con él.