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Montañismo y Exploración
Lo que tengo que decir
1 marzo 2011

El siguiente es un texto de Roberto Miranda, un espeleólogo de Puerto Rico que hace hincapié en la necesidad de capacitarse en todas las técnicas posibles.







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Estimado colega:

El pasado sábado 12 de febrero me encontraba en las oficinas de emergencia del condado de Walker, del estado de Georgia, donde se celebraba la reunión de la Comisión de Rescate en Cuevas de los Estados Unidos (CNCR), una organización sin fines de lucro que pertenece a la Sociedad Espeleológica de los Estados Unidos.

Allí se discutía una larga agenda sobre lo más avanzado en técnicas de rescate en cuevas, destrezas que también se aplican al manejo de emergencias en desastres naturales, huracanes, rescate en edificios, inundaciones. Me siento honrado de representar al Caribe y a Latinoamérica en esta organización.

En el pleno de la junta, a pocas millas, un grupo de estudiantes de la Universidad de Florida, en Gainesville, vivía una tragedia que nunca olvidarán, en una cueva llamada “Ellison”, donde se encuentra la caída vertical más profunda de los Estados Unidos, con alrededor de 600 pies de profundidad.

Eran las 2:20 pm y una llamada al sistema 9-1-1 del centro de mando del condado de Walker reportó la lamentable emergencia: una persona cayó de una altura de 125 pies dentro de la cueva. Inmediatamente nos trasladamos al área del incidente y allí, la fatal noticia: habían fallecido dos jóvenes: Grant Lockenbach y Michael Pirie.

Se cree, según reportes de los periódicos, que las razones que causaron la muerte de ambos debieron ser muy sencillas: falta de adiestramiento, ignorancia sobre el ambiente y sus peligros; equipo y vestimenta inadecuada. Se alegó que murieron al accidentarse en una de las caídas verticales de esta cueva, por no contar con los debidos conocimientos. Uno se accidentó cuando acudió al auxilio del otro.

Se me asignó una misión: llevar equipo técnico para ayudar en los sistemas de acarreo en la extracción de los dos cuerpos. Una vez más, la vida me colocó en estos quehaceres y de camino a una de las entradas de la cueva Ellison, ubicada a más de 45 minutos del área de estacionamiento, invadió mi mente una tormenta de ideas.

En medio del dolor de quienes habían acompañado a estos jóvenes, tuve un enorme sentimiento de frustración y me pregunté: “¿Qué hago aquí? ¿Por qué hago esto?” Y es que cada vez que me ha tocado participar en la recuperación de un cuerpo, hay una parte de mí que se va con “él”.

Recordé comentarios que me han hecho personas en Puerto Rico: “Eso de rescate lo puedo aprender por mi cuenta” o “Yo no necesito adiestramiento”.

También recordé a quienes hacen etas actividades de alto riesgo sin haber recibido ningún adiestramiento… y han tenido suerte.

Recordé accidentes sin sentido, donde personas que realizan actividades al aire libre sin las debidas precauciones han resultado con huesos rotos o han sido víctimas de hipotermia… y han estado del lado “feo” del peligro.

Dolorosamente también recordé recuperaciones de cuerpos. De víctimas, de Cadáveres que se accidentaron sin sentido. Tragedias que pudieron haberse evitado con un mejor juicio.

Recordé a personas que me han dicho que la vida sin riesgos no es vida. Que sólo se escribe de los que se arriesgan y así por el estilo.

Sí. Por eso también recordé nombre de “héroes” como escaladores que murieron subiendo al monte Everest, como G. Mallory y A. Irvine. De las primeras personas que lo subieron E. Hillary y T. Norgay; de la primera persona que subió solo, R. Messner y de F. Collins, explorador de cuevas… Nombres de exploradores que hicieron cosas extraordinarias, que tuvieron el mejor equipo y la mjor preparación al momento de sus hazañas.

Una vez extraídos los dos cadáveres de Ellison, ya de regreso a casa, me obligué a llenarme de pensamientos positivos y de energía para continuar con lo que hago junto a un gran equipo de personas de la Comisión Nacional de Rescate, Región del Caribe y Latinoamérica: educar.

Establecido en la isla desde 1990, nuestro programa sobre las técnicas más avanzadas para salvamento en cuevas, ambientes de condiciones hostiles, obstáculos, cuerpos de agua en movimiento, oscuridad total, caídas verticales…

Es por eso que les digo hoy:

Al personal de rescate del estado, o al voluntario: adiéstrate.

Al explorador de cuevas: adiéstrate.

Al estudiante que busca aventuras: adiéstrate.

Al niño escucha o miembros de programas de liderazgo que se sienten preparados por haber recibido un simple curso o una insignia de mérito: adiéstrate.

A quien quiere hacer actividades al aire libre de una manera segura: adiéstrate.

Al jefe de alguna unidad de rescate y salvamento del Estado, voluntario o de una compañía privada: adiestra a tu personal.

A usted, conciudadano, que cree en lo que estoy diciendo: auspicie a entidades como la CNRC (Comisión Nacional de Rescate en Cuevas, de Puerto Rico).

A usted, empresario que quiere contribuir a un Puerto Rico más seguro en situaciones de emergencia, por la tranquilidad de su propia familia: auspicie a entidades como la CNRC.

Rescatistas, voluntarios y también personal que gusta de los deportes al aire libre, se darán cita del 16 al 23 de abril en el Campamento Guajataka, en San Sebastián para una semana de adiestramiento intenso.

Se trata de la vida misma. De no tener que lamentar. Adiéstrate.

Para más información acerca del seminario y para inscribirte: NCRC.info

Para buscar información de cómo puede hacer una contribución a la NCRC, comuníquese con el Sr. Roberto Miranda al 787-922-2647 o a la dirección de correo electrónico coordinador[arroba]ncrcpr.org

 

Roberto Miranda

Del 16 al 23 de abril, la Comisión Nacional de Rescate en Cuevas, de Puerto Rico, realizará su Seminario de Manejo y Operaciones de Rescate en Cuevas, en su país. Las personas interesadas en participar, deben llenar una ficha de registro y conocer el equipo y requisitos necesarios para participar. Cualquier duda debe ser dirigida a info@ncrcpr.org


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