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Montañismo y Exploración
El abominable hombre de los hielos

Una montaña se puede abordar de diferentes maneras, incluso no sólo ascenderla. Jean Marc BOivin, apasionado del montañismo, las usó también para esquí extremo y vuelo en ala delta. Con esta ala bajó desde los 7,600 metros en el K2 o desde la cumbre del Aconcagua.







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Jean Marc Boivin. El abominable hombre de los hielos. Editorial Grijalbo (Colección Aventura vivida, No. 19), Barcelona, 1986. 252 páginas. ISBN: 84-253-1774-6

 

¿De dónde me vendría a mí esa pasión de trepar como los monos? Es posible que me la contagiasen los gibones, mis compañeros de juegos, entre los árboles de mangos del jardín de nuestra casa de Pnom Penh.

 

El abominable hombre de los hielosEn la segunda década del segundo milenio, el nombre de Marc Boivin quizá no suene muy conocido pero leyendo su libro uno se entera de lo que hizo: escaladas en solitario y con equipo mínimo, pionero del ala delta en la montaña, practicante del esquí extremo… El abominable hombre de los hielos es una pequeña biografía: un recuento de sus éxitos.

“He tomado la costumbre de no emprender en solitario sino vías que sean enteramente en escalada libre y que exigiendo poca o ninguna aseguración, no obliguen a cargar mucho material. Esto permite una escalada ideal, en perfecto solitario.” (p. 88)

Como todas las biografías de montañistas, comienzan siempre con sus primeras andanzas que son algo aburridas y después de haber leído cuatro o cinco de este tipo de libros uno ya quiere saber qué es lo nuevo que va a aportar. Pero cuando Marc Boivin muestra lo sobresaliente de su biografía, uno se siente perplejo: hay más de deporte aéreo que de montañismo: rompe el récord de vuelo en ala delta lanzándose desde los 7,600 metros en el K2; baja del Aconcagua en otro ala delta para batir el récord de ala delta biplaza; hace escalofriantes descensos en esquí por paredes verticales…

“Cuerpo y mente en perfecta comunión, experimento ese gozo instintivo, casi animal, de quien pone lo mejor de sí en un empeño cuyo formidable riesgo es la vida. Todas las cosas “serias e importantes” se vuelven irrisorias, y los problemas de la existencia cotidiana me parecen bagatelas comparados con la intensidad de estos momentos.” (p. 89)

Una persona que se encuentra con la montaña y la aborda a su manera y que encuentra retos en donde ya parecía haberse hecho todo. Un triple reto en el Cervino, por ejemplo: escalar en solitario la cara norte, descender en esquíes y bajar en ala delta de su cumbre. Al final, lo logró y además hizo una película de ello.

Hubo un detalle que no me agradó del libro. Justamente en el capítulo donde narra sus tres retos en el Cervino, es demasiado breve y aclara que es para “no repetirme”, pues lo ha dicho ya en otro libro. Quien no haya leído el otro libro no tendrá noticias de los detalles de ese reto.

Al final del libro aparece una recopilación de lo mejor hecho por Jean Marc, escaladas importantes y escaladas en solitario, vuelos y descensos en esquí. Jean Marc Boivin murió el 19 de febrero de 1990, a la edad de 39 años, cuando realizaba un salto en la cascada Salto del Ángel, en Venezuela.



 



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